parís - Hasta la fecha, ninguno de sus intentos de volver a cantar ha quedado exento de críticas, como evidenciaron los gritos de “asesino” que le esperaban esta semana en la entrada a su concierto en Grenoble. “A día de hoy, pido, como cualquier ciudadano, el derecho a la reinserción”, escribió en Facebook. El músico mantiene su gira por Francia, con una veintena de conciertos que deben culminar en dos citas, el 29 y 30 de mayo en el Olympia parisiense. Colectivos feministas y, especialmente, la familia Trintignant denuncian la “impunidad” artística del cantante, aunque desde el lanzamiento de su disco Amor Fati, en diciembre de 2017, la polémica ha frenado la promoción del álbum. En las últimas semanas otros tres eventos organizados en primavera cancelaron la participación de Cantat.

reinserción “La cuestión es saber si un hombre condenado y que ya cumplió su pena debe ser privado moralmente de su trabajo como artista”, indicó el presidente de honor de la Liga de Derechos Humanos, Henri Leclerc, quien reivindicó en el canal BFMTV el derecho “jurídico y moral” a la reinserción y el de sus fans “a escuchar su obra”. La ministra francesa de Cultura, Françoise Nyssen, dijo “entender la fuerte emoción” que supone para las mujeres ver actuar a Cantat, pero se mostró a favor del “derecho a vivir” del cantante, “una vez pagada su deuda con la Justicia”, y rechazó influir en los organizadores. La directora de cine Nadine Trintignant, madre de la víctima, pidió a su antiguo yerno que cese “completamente” su actividad, que calificó de “indecente”, y denunció que no tuviera “una condena normal” por el asesinato de su hija en julio de 2003 en Vilna. Cantat afirmó que había dado “cuatro bofetadas” a la actriz, ingresada en estado de muerte cerebral en un hospital de Vilna. Los médicos forenses lituanos concluyeron que Marie, hija de Jean-Louis Trintignant, uno de los actores más famosos de la escena francesa, había recibido diecinueve golpes, cuatro de ellos en la cara, y que cayó, inerte, al suelo de la habitación de hotel en que estaban.

Condenado por la Justicia lituana a ocho años de prisión, Cantat pasó cuatro recluido, la mayor parte en una cárcel francesa, y tres en libertad condicional, antes de tratar de recuperar el ritmo de su vida profesional en solitario.