Todo está preparado. Los muertos se alzan. Las alianzas se resquebrajan. La tensión se palpa. Si en la anterior temporada por fin llegó el tan esperado y temido invierno a Juego de tronos, la serie desarrollada por HBO que redefine la narrativa por entregas de la pequeña pantalla, en esta ocasión la séptima no ha sido menos y ha dado el paso definitivo para que en su octava y última temporada acontezca la Gran Guerra entre los vivos y los muertos. Definitivamente, la Larga Noche llegó a los Siete Reinos y ni siquiera el Muro fue capaz de frenar el avance del Rey de la Noche a lomos de un Viserion venido a menos.
Aún más esperada que las anteriores, la séptima temporada ha avanzado considerablemente en el argumento de la serie. También las batallas y las escenas de acción han aumentado en comparación con anteriores entregas. Prueba de ello son la emboscada naval entre los Greyjoy en el segundo capítulo, la sangre y fuego que desató la Reina Dragón contra las huestes Lannister en el cuarto o la escaramuza más allá del Muro del sexto episodio.
Aunque en esta última entrega las escenas bélicas se han reducido, la acción y las intrigas no se han echado en falta. Podría decirse que lo contrario habría asombrado. Todos los fans esperaban la reunión entre Cersei y Daenerys con expectación, pero lo que no se imaginaban es que Jamie abandonara a su hermana cuando esta continuaba urdiendo planes para hacerse con los Siete Reinos mientras el resto de las facciones luchan contra los muertos.
Y por supuesto, ¡qué sería Juego de tronos sin una buena muerte para despedir la temporada! En esta ocasión no le ha tocado a otro que al mismísimo lord Baelish. Tras siete temporadas maquinando desde las sombras, enfrentando casas y familias, Sansa y Arya Stark dejaron de bailar al son de Meñique para degollarle con la ayuda de un omnipresente y omnisciente Bran.
Pero ahí no acabó el protagonismo del Cuervo de Tres Ojos. Junto con Sam, que reaparece en Invernalia como “un cobarde” dispuesto a luchar, descubren que Jon Nieve en realidad no es el bastardo de Ned Stark, tal y como se dejó entrever en la anterior temporada, sino que en realidad se trata del hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark. O dicho de otro modo: Jon es el legítimo heredero del Trono de Hierro de la dinastía Targaryen.
Hay quien pudiera pensar que esto podría enturbiar la relación entre el norteño -¿o deberíamos decir Targaryen?- y Daenerys, pero no hay que olvidar que si en algo se ha esforzado la séptima temporada de Juego de tronos ha sido en forjar algo más que una amistad entre ellos en lugares tan románticos como Zumaia y San Juan de Gaztelugatxe. Y este último episodio no ha sido una excepción, sino más bien un desenlace de pasión. Pero, finalmente, todo lo anterior queda eclipsado por la caída del Muro, algo que, en realidad, era de esperar cara a la Gran Guerra.
Más allá de este inquietante final que promete una octava y última temporada llena de acción, intrigas palaciegas y, sobre todo, muertos -tanto vivientes como remuertos-, precisamente lo que más ha llamado la atención de estos siete capítulos ha sido sin lugar a dudas el acelerón que ha pegado la serie. Hasta tal punto que hay quien dice que Juego de tronos ha perdido el Norte. Crítica que resulta cuanto menos curiosa teniendo en cuenta que quienes ahora se quejan de la celeridad de la misma antes protestaban alegando que no ocurría nada.
esprint final Baste mencionar que este esprint ya se preveía desde los últimos capítulos de la sexta temporada, en los que lord Varys parecía teletransportarse a placer. Sin embargo, durante el sexto episodio tales han sido las elipsis temporales que hay quien ha preferido dedicarse a calcular el tiempo y la distancia que puede recorrer un hombre corriendo, un cuervo o un dragón en vez de a disfrutar del espectáculo audiovisual. A seis capítulos para finalizar múltiples tramas y cortar más de una cabeza, las exigencias del guión se imponen y ya no queda tiempo para andarse con rodeos? salvo en la erótica.
¿Dónde están aquellas escenas que robaban visitas a plataformas como Pornhub? Cuando parece que va a acontecer una escena lésbica en alta mar? ¡toma batalla naval! Que por fin llega el momento de que Missandei y Gusano Gris le den un poco a la lengua? ¿mejor pasamos a otra cosa, no? A estas alturas de la película, Juego de tronos parece haber optado por la manida tensión erótica tradicional.
Respecto a la octava temporada, todavía quedan muchos frentes abiertos. Uno de ellos es el recién revivido Viserion: ¿Y si Bran Stark, con su habilidad de cambiapieles, es capaz de poseer al enorme animal? “No volverás a andar, pero volarás”. También está la incógnita de quién se quedará con el tan deseado Trono de Hierro. ¿Serán Daenerys y Jon mediante la fórmula del matrimonio? Respecto a esto Cersei seguro que tendrá algo que decir, pero quién sabe, tal vez Jamie se haga merecedor de su apodo -Matarreyes- por segunda vez. Aunque, por supuesto, nada de esto importará si el Rey de la Noche alcanza la victoria. ¡Cosas más descabelladas se han visto en Juego de tronos!
De una u otra manera, pronto se conocerá el desenlace. ¿Pronto? A falta de seis capítulos, cuyo rodaje se estima que pueda durar hasta 300 días, la fecha de estreno de la octava y última temporada de la serie tendrá lugar entre finales de 2018 y principios de 2019, aunque todavía no hay fecha confirmada. Si en Poniente se enfrentan a Larga Noche, los fans lo harán a la larga espera.