NUEVA YORK. La diseñadora donostiarra Isabel Zapardiez presenta hoy en Nueva York, con motivo de la Couture Fashion Week, veinte de sus vestidos de fiesta y de novia, con los que hace un guiño al pintor Gustav Klimt y resume las líneas maestras que siempre aparecen en sus prendas, como los años veinte.
Zapardiez, que trae sus creaciones a la pasarela neoyorquina por segunda vez, después de haberse presentado en febrero en esta ciudad, acude en esta ocasión a "la aventura americana con la disposición" de que la conozcan y de conseguir una mayor "proyección internacional", según explica en declaraciones a Efe.
La diseñadora exhibe en el lujoso hotel Waldorf Astoria de la Gran Manzana hasta veinte de sus creaciones para novia y de fiesta, entre las que se hallan algunas piezas de su última colección, otras realizadas ex profeso para esta cita de la Couture Fashion Week, y vestidos "emblemáticos" que han salido de su taller de San Sebastián en los últimos diez años.
Con ellos, Zapardiez trata de vestir a una mujer "con criterio propio y personalidad", valiéndose de tejidos como la seda, la gasa, la muselina o el mikado, "que tengan un movimiento muy natural", y con colores que no se limitan al blanco tradicional, sino que extienden su paleta a los tonos rosados, los crudos e incluso el azul.
"En la antigua Roma, las novias se vestían de amarillo, en la posguerra española, de negro... Ser novia no es un color, sino una actitud", dice Zapardiez, para quien la línea que separa los trajes de novia de los de fiesta "no está muy clara" y depende "de la interpretación libre que le dé cada persona".
Sin embargo, en todas sus creaciones hacen acto de presencia una serie de elementos "reiterativos y constantes", como los años veinte, el cine de la década de los cincuenta o el mundo oriental, amén de los toques particulares que aparecen en cada colección.
"En la nueva colección me inspiré en Klimt, aprovechando que era su aniversario -se cumplen 150 años del nacimiento del artista austríaco-, en elementos como los colores azules o el orientalismo", describe Zapardiez, que siempre acompaña los vestidos nupciales con cinturones, broches o tocados artesanales de flores que le sirven para "terminar el look".
En esta ocasión, estos complementos adoptan la forma de "piezas de cristal y estaño, que imitan a las vidrieras góticas".
Zapardiez señala que presentarse en un escaparate como la pasarela neoyorquina le brinda la oportunidad de "ser más accesible para aquellas chicas que hacen sugerencias a través de la página web y que quieren ver y conocer los vestidos", por lo que asegura que intentará que sus diseños vuelvan a desfilar en esta "sugerente" ciudad.