Era un renacentista de oficio y de corazón en pleno siglo XIX, un tiempo en el que se convirtió uno de los grandes hombres de la cultura en Bizkaia. Era originario, por línea paterna, del Piamonte, en Italia, de donde su padre, don Nicolás Dal Mazzo (o Delmas) pasó a España en 1798, para probar fortuna, primero en Valladolid, donde se instaló como librero, y luego, desde 1809, en Bilbao, donde llegó a establecer una librería e imprenta hacia 1816 y un magnífico café años más tarde, que mantuvo abierto desde 1826 a 1832, que lo cerró para dedicarse en exclusiva a la librería e imprenta. El joven Juan Eustaquio nació en 1820 y su vida estuvo plagada de peripecias y de apuestas por el desarrollo de la cultura en Bilbao y, por extensión, en Bizkaia entera.

Y eso que su juventud ya estuvo bañada por la guerra. No en vano, recibió la primera enseñanza en el Colegio de Humanidades de Santiago de Bizkaia, establecido en Abando, según explica la enciclopedia Auñameni, donde se registra que al cerrarse este colegio en 1835, con motivo del asedio carlista, Juan Eustaquio, que sólo contaba 15 años, debió de alistarse en las filas de las Milicias Nacionales, siguiendo en ella la tradición liberal de su familia, pues su padre fue uno de los primeros voluntarios que formaron en Bilbao, en ocasión del asedio carlista de 1835-1836, la Nacional de Caballería del piquete de Lanceros de Milicianos Urbanos.

La muerte de su madre tuvo una importancia decisiva en la carrera del joven, afirma Seve Calleja, autor de su biografía. Su padre se volvió a casar y el muchacho no aceptó a su madrastra hasta el punto de que marchó a París donde se puso al corriente de las técnicas más modernas de impresión de la época. A su regreso, cuando falleció su progenitor, se produjo una división familiar. La viuda montó una imprenta con el nombre de Viuda de Delmas (en su incendio falleció el bombero Etxaniz, que de algo les sonará...) y su hijastro otra, Juan E. Delmas, donde aplicó los aprendizajes de París, donde se dedicó a aprender dibujo de paisaje con Jules Coignet y litografía en casa de Mr. Coquin y de Engelmann, prolongándose por cuatro años su estancia en la capital francesa.

Formado en La Sorbona y con amplias miras internacionales, Juan E. Delmas fue impresor oficial de la provincia y autor de numerosas obras entre las que destacan el Viage pintoresco por las provincias vascongadas y la Guía Histórico-descriptiva del viajero en el Señorío de Vizcaya, anticipo de las guías turísticas de viajes de hoy. Fue, a su vez, vicepresidente de la Comisión de Monumentos de Vizcaya.

Delmas fue, según los datos que se recogen de su biografía, impresor, librero, dibujante y grabador, historiador y narrador, periodista y fotógrafo, por tanto, testigo y notario del tiempo que le tocó vivir. En numerosas publicaciones –fundó y alentó la existencia de un periódico tan emblemático como lo fuera el Irurac-bat– dejó la impronta de su pensamiento político y cultural, a través de múltiples artículos, relatos, debates y necrológicas; de ahí que, gracias a su esfuerzo de entonces, hoy sepamos algo más de un Bilbao apasionante que cerraba el siglo XIX pleno de vigor y de proyectos. Cuentan los cronicones de antaño que durante su gestión como teniente alcalde de Bilbao (a esa butaca también llegó pese a haber escrito a un artículo violento contra el Regente General Espartero...), intervino eficazmente para la anexión de Abando a la villa.

Antes de morir accidentalmente en Madrid en 1892, por un viaje de trabajo, dejó escrito que “no es Bilbao, a la verdad, por muy adelantadas que estén algunas de sus costumbres, pueblo aficionado a conservar en mármoles o en libros la memoria de sus hijos predilectos”.