Aquel era un matrimonio formado por Alphonse Guiard y Juliana Larrauri. Alphonse nació en la villa de St. Beat (departamento del Alto Garona, Francia) y recaló en Bilbao en 1857 merced a su afición de fotógrafo ambulante. Aquí detuvo sus andanzas y se dedicó a la profesión de óptico, en sus orígenes en un local de la Plaza Nueva, publicitándose como “célebre óptico de París”. Tal era la atmósfera donde nacieron Teófilo y Adolfo, con otras inquietudes bien distintas a las de su familia. Visto así, y dicho sea con su permiso, les propongo un tres en uno en este artículo. La familia lo merece.

Alphonse y Juliana tuvieron 15 hijos entre los que estaban los dos nombrados: Teófilo (1876) y Adolfo, 16 años mayor (1860) que el propio Teófilo. Cedámosle paso, por tanto. Aunque sea por edad. Adolfo comenzó sus estudios artísticos en Bilbao con el pintor Antonio Lecuona en su estudio bilbaino de la calle de La Cruz. En 1876 se traslada a Barcelona donde estudia junto a Martí Alsina. Allí pinta escenas anecdóticas de negros, árabes o polichinelas influenciados por la estética de Fortuny.

Deténgase ahora quien esto lee porque llega un momento en el que la historia se viene arriba. En 1878 Adolfo se estableció en París, donde frecuentó la academia Colarossi. 1878 es un año decisivo para la historia de la pintura española, ya que Guiard es el primer artista que, para completar sus estudios artísticos, toma la decisión de viajar en vez de a Roma, donde era habitual ir hasta el momento, a París. En la capital francesa, se estaba fraguando toda la vanguardia pictórica, que cuestionaba los sistemas de representación tradicional, planteando nuevos problemas y la solución a estos. Allí conoce a Edgar Degas, de quien recibe consejos quedando profundamente influenciado por su pintura. Es un momento de preocupación por la interactuación de los colores de los objetos expuestos a la luz natural. En esos años, la publicación La vie moderne, dirigida por Edmond Renoir, hermano del famoso pintor, publicó varios dibujos de Guiard. Juan de la Encina menciona que en París el pintor conoció y frecuentó a Zola, Daudet y Degas.

Con veintiocho años viaja a Roma gracias a una beca que le concede el Ayuntamiento de Bilbao y pronto regresa a la villa, donde abrió estudio en la Calle Correo, nº 23. En 1902 ya es un artista de reconocido nombre y se le encargan los bocetos para las vidrieras de un edificio emblemático, La Casa de Juntas de Guernica.

Fue un artista comprometido políticamente con la realidad vasca. Participó de la Asociación de Artistas Vascos, aglutinados bajo una fuerte componente nacionalista, aunque su participación en el grupo sea un tanto personal, debido a su carácter poco gregario. Varias de sus obras se pueden contemplar en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Los escultores Agüero y Segurola realizaron una fuente-monumento, en homenaje a Adolfo Guiard, costeado por suscripción popular. Se encuentra en el parque Casilda Iturrizar, en Bilbao. Adolfo fue uno de los pioneros en la modernización de la pintura vasca, aunque no lo tuvo nada fácil ya que se encontró con la hostilidad abierta de la crítica y del coleccionismo vasco, por lo que desarrolló su labor con una intensa sensación de aislamiento pese a ser el introductor del impresionismo en el País Vasco.

Adolfo se lo come casi todo, ya lo ven. Pero sería injusto olvidar a Teófilo. Fue historiador, archivero y escritor y autor de títulos como Historia de la noble villa de Bilbao (Bilbao, 1905-1912, 4 volúmenes) e Historia del Consulado y Casa de Contratación de Bilbao y del comercio de la villa (Bilbao, 1913-1914, 2 volúmenes) así como un hombre vinculado al incipiente nacionalismo vasco.