La suya es una vieja historia que ha pasado de mano en mano a lo largo de más de un siglo de vida, un camino bañado en azul Bilbao, un color cargado de vida y de curiosidades. Un fabuloso cuadro de Raimundo de Madrazo, Retrato de dama en azul custodiado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, muestra ese color que el propio lexicón bilbaino asegura que tiene una fórmula precisa: una pizca de azul cobalto añadida a una buena base de añil y algo de blanco titanio, todo ello bien batido.

Para gente menos enciclopédica , es el color que ofrece el cielo del Botxo cuando, tras un día de lluvia, se unen tarde y noche y las nubes se alejan, otorgando perfecto broche. Su tonalidad es un tanto más luminosa que el ultramar de la industria textil. Tradicionalmente era utilizado por los bilbainos elegantes para distinguir el correcto tono de azul de su boina, usada por unos para diferenciarse de los de la txapela, refiriéndose a la gente sencilla, y por otros como signo de coquetería, por ser más favorecedor al peinar canas que la clásica negra.

Más de un siglo de historia

Ese es el color que da personalidad al Café Bar Bilbao, uno de los santo y seña del Bilbao de ayer, de hoy y de siempre. No en vano, comparte mas de un siglo de historia con la propia villa de Bilbao: Repúblicas y monarquías, aparición y auge del nacionalismo, guerra civil (le fue confiscado a los dueños), franquismo, transición, inundaciones, crisis económicas, reconversión de la ciudad, aparición de la nada del turismo. Tanto ajetreo y también un punto de reposo. Siempre ha sido un lugar de tertulia. ¿La más famosa?, pregunta alguno de ustedes. Quizás aquella literaria en la que participaba Lauaxeta en tiempos de la II República y guerra civil.

Hoy en día rige ese universo el actor Mikel Martínez pero conviene echar un vistazo a la cultura que bendice este local como el escenario de un buen café. Este plus cultural añadido al puramente hostelero es muy importante para el Café Bar Bilbao, por lo que, además de colaborar con diferentes actividades organizadas en la ciudad, organiza en su propio espacio diferentes eventos: charlas, recitales, lecturas dramatizadas, actuaciones de teatro, actuaciones musicales. Es de especialmente reseñable el Premio de Guiones Teatrales organizado anualmente.

Cafés emblemáticos de Bilbao

La casa nació en 1911 de la mano de Severo Unzue, fundador de otros cafés emblemáticos como el Iruña, La Granja o el Gayarre. Lo hizo con la decoración de Luis Lertxundi en el gusto amoriscado de la época. Sin embargo, el Bilbao (miren que curiosidad, uno escribe así, el Bilbao y no suena tan mal como cuando se habla del Athletic...) siempre se diferenció del resto por su marcada identidad chirene y un aroma más cercano a la tradición vasca. Políticos de signos opuestos como Indalecio Prieto o Antonio Goicoechea se contaban entre la clientela, en la que nunca han faltado artistas o intelectuales como el cantor Agustín Godoy, el dibujante K Toño Frade o el txistulari Boni Fernández. Durante la Guerra Civil los propietarios se exiliaron. Y a partir de 1940 fue traspasado a Alejandro Baztán, sobrino de Severo Unzué. Sus hijos Cándido y Francisco Javier Baztán continuaron con el alojamiento hasta 1991.

En 1992 pasó a manos de Pedro Martínez Basterra, renovado por el diseñador Pedro Domínguez. Restauraron el local con ilustraciones de pan de oro y azulejos con mucha atracción. Colgaron en la puerta ese letrero de Casa Pedro, lo que lo convierte en el único bar de la villa con dos nombres oficiales. Son sus hijos Joserra y el actor Mikel Martínez Etxarri quienes se han encargado de mantener vivo el negocio hasta bien entrado el siglo XXI, y eso pasa por acomodarse a los gustos del turismo. Sin embargo el Bilbao, con su longeva plantilla de camareros de la vieja escuela y su aroma de taberna de toda la vida, ha sabido conservar la autenticidad en estos tiempos de identidades manufacturadas. Son los juegos malabares que requieren estos tiempos: aferrarse al corazón del pueblo donde echas raíces y abrir las ventanas a los nuevos vientos donde llegan pueblos de todas las latitudes.

Historia de Bilbao

El Café Bar Bilbao comparte mas de un siglo de historia con la propia villa de Bilbao: Repúblicas y monarquías, aparición y auge del nacionalismo, guerra civil (le fue confiscado a los dueños que tuvieron que irse al exilio...), franquismo, transición, inundaciones, crisis económicas, reconversión de la ciudad, la aparición del turismo y todo una convivencia.

En medio de todo este maremagnum de actividades cabe reseñar el premio al mejor guion de teatro breve que lleva celebrándose durante todo el siglo XXI. No en vano, su primera edición se celebró en 2001, tanto en la versión en castellano como en euskera. La primera pieza ganadora en castellano fue La madre, de Amaia Vega y en euskara Eztenbako Trikuak, de Galder Pérez. A partir de ahí, las piezas ganadoras han de tener una duración máxima de 30 minutos.

Qué comer

¿Y comer?, se preguntarán ustedes. Son célebres sus desayunos y el café con leche, muy celebrado. Si uno prefiere hincar el diente la clientela aman el pintxo de bacalao al pil pil –la gilda y el bilbainito son dos escoltas de lujo en la barra...– y adoran, hasta la extenuación, las rabas cuya aparición se festeja como un estallido de fuegos artificiales. En la frontal del bar gobierna un cartel con una suerte de caricatura de gargantúa, uno de los personajes icónicos de la villa. Como el Café Bar que visitamos.