Fue una gran música en la sombra, una de esas mujeres víctimas de su tiempo. ¿Quieren un ejemplo? Sería interesante comparar la actitud de Emma Chacón respecto a la música con la de su marido, José Ribera, respecto a la pintura, a pesar de no haber podido vivir sólo de ella. Montó una sala de exposiciones, vendió sus cuadros, ganó premios en el Salón de Otoño de Madrid y su nombre aparece recogido en varias obras enciclopédicas de referencia. Su actitud fue la de un profesional, aquella que se esperaba de un artista varón.

A Emma tal vez le faltó, para tener más reconocimiento, haber vivido en unas fechas más favorables para la mujer compositora; sólo así habría podido sentir una mayor confianza en la valía de su propio trabajo como profesional. El paso del tiempo ha borrado su huella pero sí tuvo momentos de intensidad en Bilbao, donde llegó desde su Barcelona natal, donde nació en 1886 en el seno de una familia burguesa. En esta ciudad realizó sus primeros estudios musicales teniendo como profesores a Enrique Granados (piano) y a José Ribera Miró (composición, armonía y contrapunto). Allí inició su carrera como pianista, dando sus primeros conciertos a la edad de 20 años.

Durante esta etapa, hasta el año 1912 en el que se casó y se trasladó a Bilbao, compuso un total de 26 piezas. Haciendo una primera valoración de esta primera etapa de las obras de Emma se puede llegar a la conclusión de que se inició en la composición con el género de la pieza breve para piano y la canción para voz y piano. Esto se podía deber a que era el género femenino por excelencia y por ser el piano el instrumento que ella conocía más. Pero también es cierto que en los últimos años se aventuró con otros géneros musicales considerados menos femeninos como las obras para orquesta y la opereta. Es de destacar también la importancia que le concede a la poesía, incluso en las obras instrumentales, como si le fuera necesario establecer un puente entre la palabra y la música.

En el año 1912 Emma contrajo matrimonio con José Ribera Font, pintor, y se trasladó a vivir a Bilbao. José Ribera no pudo dedicarse sólo a la pintura, pues no le llegaba para vivir, y tuvo que dedicarse a la industria textil primero, y más tarde trabajar definitivamente en una compañía de seguros. Nunca dejó la pintura y bajo el seudónimo S. De Albi, expuso su obra después de la Guerra Civil.

De su matrimonio nacieron 9 hijos, de los que sólo vivieron tres: José Luis, Miguel Ángel y Mari Emma. Esa maternidad fue una traba. No hay ninguna inscripción en el Registro de la Propiedad Intelectual hasta el año 1942, año en el que reaparece en el mercado musical una editorial desconocida hasta entonces: Impulso, ligada al nombre de Emma Chacón. Fue entonces cuando Emma comenzó a moverse fuera del terreno de lo privado.

La editorial fue creada por el hijo menor de Emma, Miguel Ángel, para difundir la obra de su madre, allá en Henao, nº 16. En 1943 tuvo lugar su primer concierto público documentado; el 18 de Junio estrenó en la iglesia de San Vicente Mártir de Abando un Ave María para voz, piano y dos violines.

El 20 de abril de 1947, en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, la cantante Clara Bernal, el violinista Juan José Vitoria y la cantante Pepita López ofrecieron el primer concierto sobre la obra de Emma Chacón. Posteriormente sus creaciones fueron escuchadas en otros conciertos. En la actualidad sus partituras se conservan en el Fondo Emma Chacón, en el Archivo Histórico Foral de la Diputación Foral de Bizkaia​ y en el Archivo vasco de la música Eresbil. Fue la suya, ya digo, una vida entre comillas.