Empieza esta historia con la presencia de quien fuera un hombre de altas autoridades, la prestancia de José Jacinto Romarate, Señor de la Torre de Sodupe, amo y señor de tierras, molinos y ferrerías en Güeñes; marino de guerra primero y ministro de Marina después, comandante de Marina de Bizkaia desde 1830; fue hombre de oportunidades como lo expresa que fuese regidor oñacino (1724-26) y diputado gamboino (1736-38), según terciase, hombre de mar y hombre con poderes. ¿Hombre de mar, dije? Basta con que les diga que construyó, para su uso, el primer edificio en el Boluevard de El Arenal, un portal número uno que, en ausencia del teatro Arriaga, tenía un horizonte despejado para vigilar los barcos que entraban hasta el puente de San Antón, al edificio del Consulado de Bilbao. Se aprecia a la perfección en el mural de Majólicas al óleo, en vez de un lienzo, pintado sobre porcelana, azulejos que adorna el portal. En él se aprecia el edificio del Consulado, donde se pagaba la lana de Castilla o se registraban las documentaciones del transporte marítimo.

Sin fecha reconocible, se calcula que se edificó en un tiempo de entresiglos, a caballo entre 1790 y 1810. Era una casa construida con forma de navío vertical, levantada con restos y material de barcos, como si fuese una creación alzada con las ruinas de un naufragio. Fue construido altura sobre altura. En la primera planta estaba su despacho, en la segunda su vivienda, en la tercera la de su hijo, José Jacinto Romarate Echezarreta, quien también fuera presidente de la Sociedad Bilbaina. Según se cree, la buhardilla fue dedicada para el servicio.

Disculpen el desliz. Quizás no les dije por dónde paseamos. Les aportaré algunos detalles para su ubicación, por si estuviesen preguntándoselo. Por ejemplo, digamos que uno de sus vecinos fue un célebre café de Bilbao, el bar Pacho que hizo fortuna, entre tertulias y cafés, con una decoración que fue celebrada como una de las más elegantes de Bilbao. Lo regentó en su día José Luis Salazar Ortigüelo, quien fuese el primer presidente y fundador de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo. ¿Que donde estaba El Pacho? Paseen por este Arenal del siglo XXI y deténganse en la tienda Desigual. Allí estaba. Para rematar el GPS de la ubicación, digamos que el café El Tilo ocupa hoy lo que ayer fue la cochera del edificio. La lonja aledaña, ejercía de almacén. ¿Estamos ya, verdad?

El edificio por dentro, donde hoy asientan sus reales en la primera planta (ya saben, el despacho de José Jacinto y torre de vigía, si me lo permiten decir así...) Seguros Bilbao, hoy Occident, es una maravilla. Agencia Casco Viejo Seguros Bilbao se hizo con el edificio en 1998 y lo sometió a una profunda rehabilitación, alejándose de los cánones de imagen de la compañía. La casa estaba construida con sillería y mármol de Ereño, y también material de la marina, hasta el extremo que la conducción de saneamiento eran tubos de cañón invertido, es decir, sobras de la Marina a lo grande y quisieron respetar lo aprovechable.

¿A quién se lo compraron? A uno de los inquilinos más célebres de ese edificio, fotos Luzar, un negocio que hizo fortuna entre los primerocomunionistas, los necesitados del carnet y los amantes del retrato. Una anécdota para la ocasión. Indalecio Prieto se acercó hasta Luzar para pedirle que le acompañase hasta su encuentro con Abd El-Krim , guerrillero de la guerra del Rif, a quien le iba a entregar un dinero para que parase la guerra, cosa que no hizo. Las fotografías de Luzar era el testimonio notarial de la entrega.

Cuando Seguros Bilbao se metió en harina, descubrió la escalera de la casa que estaba pintada en negro. Tardaron tres semanas en sacarla a la luz, la balaustrada es de cahoba y el pasamanos de cobre. La pintura oscura era un camuflaje para evitar el robo y la rapiña.

Si bien se mira y con detalle una podrá descubrir que tiene tiros en la fachada. No por nada ha sobrevivido a tres guerras carlistas y una guerra civil. Desde la bóveda de la escalera hay unas ventanitas para disparar, para la defensa. Existen ventanas reales y trampantojos (ya saben, unas falsas...), para despistar. Los techos no son de escayola, son yesos hechos por artesanos, una joya.

El trabajo artesano e investigador de Seguros Bilbao para la defensa del edificio es fabuloso. No dejaron que las obras de la compañía cubriesen, por ejemplo, las Cuatro estaciones de Vivaldi que pueden admirarse en la entrada o los cuatro instrumentos (un arpa, con las cuerdas talladas al detalle asombra...), en el despacho de José Jacinto. Se cree que su hijo era un melómano empedernido y que esa pasión lo explica todo.

La investigación descubrió que el edificio fue propiedad de la condesa de Rodas por un recibo de la luz y que posteriormente sobre el mismo se produjo una segregación para su división en horizontal. Aparece también como propiedad la familia Escauriaza y el paso del tiempo fue modificando sus utilidades. ¿Alguna curiosidad? Por ejemplo se cuenta como anécdota que quien fuera el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, pidió turno, si es que se puede decir así, para ver los fuegos artificiales y tomar un algo durante las noches de Aste Nagusia. Disfrutaron días de aquel balcón.

Y ahí sigue, con su porte y su elegancia. ¿Qué diría de su uso actual el viejo José Jacinto, con su facilidad para abrirse camino? Sería difícil leer sus pensamientos.