Hay vocaciones sin fin, una suerte de llama inmortal que quema por dentro a quien las posee aunque les llegue la oportunidad muy tarde, como es el caso, o nunca, como también sucede en infinidad de ocasiones. Se notan. Quiere decirse que cuando alguien consigue sacar del hondón del alma esa pasión irrefrenable uno se da cuenta a la primera. Son amores sin disimulo. Ni tienen porqué tenerlo.

En esa Corte de las Maravillas pasó sus últimos años Mercedes López de Luzuriaga, una bilbaina de Olabeaga, la becaria Asun para los amigos de Camera Café, esa sitcom que tanto enganchó al pueblo, ¿se acuerdan? ¿Últimos años? ¿Becaria? Parece un contrasentido pero ahora les explico cómo esos milagros son posibles en el mundo de la ficción. En una entrevista del ayer dejó dicho que toda su vida suspiró por la interpretación (no, la Paul Newman no, la suya propia, quiero decir...), “pero la vida te lleva por otros caminos. Yo tenía 16 o 17 años y entonces estaba mal vista la profesión. Me dediqué a trabajar como una negra con unos tíos que tenían un bar y un estanco hasta que me casé.” Un sueño estancado.

¿O no tanto? Mercedes fue durante años asidua a las tertulias teatrales del Hotel Ercilla de madrugada. Llegó a coleccionar, incluso, firmas de un sinfín de gente de la farándula que pasaba por ese rincón durante la Aste Nagusia. Le apasionaban las tablas. Su biografía la refleja como una mujer nacida en Lemoiz pero criada en Bilbao, cumplió su sueño de ponerse delante de las cámaras después de jubilarse, tras haber vivido una extensa trayectoria en el mundo médico. Para entonces ya había parido a sus seis hijos y era un ave que podía volar en libertad.

Tocó la gloria, ya jubilada, como actriz, tras una vida laboral como auxiliar clínica en el laboratorio de bioquímica de Cruces

No hay discusión alguna: su papel más recordado es el de la becaria Asun Sempere en Camera Café, la memorable tira cómica de Telecinco dirigida por Luis Guridi. Les hablaba, unas líneas más arriba, de un pájaro que vuela a su aire en la jubilación. Siempre picoteó entre las rejas. No en vano, Mercedes buscó formas de entrar en el mundo de la interpretación, aunque no fuera a tiempo completo. A finales de los años sesenta, empezó a trabajar de forma intermitente como figurante. Lo hizo en títulos de producción local, como El otro Árbol de Gernika, Adiós pequeña o Todo por la pasta. Fue ya jubilada que la idea de ser actriz regresó para quedarse a tiempo completo. Sus primeros intentos fueron con pequeños papeles en Zumbados, un programa de cámara oculta de ETB.

No fue hasta la llegada de Camera Café y el papel de Asun que Luzuriaga saltó a la fama a nivel nacional. La actriz interpretó al personaje de una veterana becaria durante cinco temporadas, entre 2005 y 2009. Su papel, dentro del ecléctico reparto del programa de tiras cómicas, fue uno de los más recordados, así como el más destacado de su carrera. Un rol que volvería a interpretar en 2022, gracias a la adaptación cinematográfica del formato dirigida por Ernesto Sevilla.

El papel de la becaria Asun en ‘Camera Café’ es por el que más se le recuerda en ese mundo tras las pantallas

Mercedes López llegó de forma tardía a la interpretación en alta escala, puesto que su debut llegó en 2005 en un capítulo de Aquí no hay quien viva. Posteriormente llegó su participación en Camera Café y luego participó en el spin-off de esta serie, participando en seis episodios de ‘Fibrilando’, serie creada por Luis Guridi, al igual que Camera Café. La actriz continuó su carrera profesional con pequeños papeles en Cuéntame cómo pasó, Qué vida más triste, La que se avecina, Hospital Central y Aída, todas ellas con apariciones en un solo capítulo. Era feliz ganándose la vida que sobra tras la jubilicación, ganándosela para disfrutarla. A los 95 años, en julio de este mismo año, luchó contra un infarto. Y el asunto no tuvo ninguna gracia.