Un frontal lucido en mármol jaspeado y de lujo, como si se tratase la fachada o el altar de un templo, da la bienvenida a quien se asoma desde la calle Fernández del Campo a esa galería que, más de cien años después de su creación, vive en su invierno una nueva primavera. Es el mármol de un portal, enclavado por donde antaño entraban los caballos de carga o los abastos para el mercado. A su espalda aún existe una pila con la pertinente fuente. Es otro mármol: para trabajar, para limpiar el pescado. Cuentan que el suelo era de tierra y que la gente iba y venía. Aquel mundo murió hace tiempo ya.
Todo fue despoblándose. En 2018 llegó el local G 8360, una concept store propia de las vanguardias de Berlín o de Londres. Ropa y arte convivían y lo mismo había exposiciones de pintura o escultura, que pequeños conciertos. Fue allí donde Ino Fiz celebró su 15 aniversario entre telas. Hoy Begoña, que también fue conductora de rallies, está en el 23 de esa misma calle.
Fue alcalde de la villa. Y fue fiel de la Contratación y prior del Consulado o Caballero de la Orden de Santiago, entre otras prebendas. Les hablo de Pedro Fernández del Campo. Desde 1879, da nombre a la calle que va desde Hurtado de Amezaga a Iparraguirre, Fernández del Campo, la calle entera, vive ahora una suerte de renacimiento. Cuentan las crónicas que allí se aposentó una vieja plaza de toros y que en esos mismos parajes la Viuda de Pedro Pomes tenía una fábrica de licores, en la cual, bajo la dirección del francés Malére, se comenzó a fabricar el primer champán bilbaino con el nombre de Summun, predecesor de la famosa Agua de Bilbao. Castor Artajo tuvo la idea de llevarlo a su establecimiento, La Goleta, donde un anuncio decía: “Un consejo: beba Agua de Bilbao o sirimiri. La única agua fría que calienta”.
Ya ven, el ingenio y la ocurrencia. Se diría que es tierra por la que corren los ríos de la imaginación y la creación, el Tigris y el Eúfrates que dan la vida a un futuro mejor. Sus aguas han llegado a la galería del número 13, la del mercado de Abastos, y todo lo riegan. Da gusto ver cómo luce hoy. Por las claraboyas se filtra la luz natural y Miguel ejerce de portero amigo, guardián y confidente desde hace 30 años.
¿Cómo iba a pensar uno que si entrase, aunque fuese al descuido, se iba a dar de bruces con una 13 rue de la creatividad, donde se arraciman negocios y proyectos creativos? La galería cruza de Fernández del Campo a la calle Costa, que con su apertura a Hurtado de Amezaga ha dejado de ser particular.
El espacio de la galería es muy versátil. Se cierra la verja exterior, estilo art decó de los años 20, y allí puede suceder de todo. Un telegrama de urgencia anuncia que en el horizonte ya se recorta The girls gallery, la unión de tres amigas para crear un espacio con alma donde realizar exposiciones temporales y monográficos basados en el arte y en la vida. Se anuncian para finales de año. Vienen a integrarse en la familia, si es que se puede decir así.
Vayamos conociendo a sus integrantes. Baiu es una sastrería canina (son, también unas lluvias estacionales en el este de Asia...) donde también se tejen prendas de lana para humanos. Allá reina Marta Larraz, quien agradece la serena atmósfera que no altera a los animales que los visitan. El espacio está decorado con reproducciones de antiguas postales de perros recreadas por su padre, Joaquín Larraz.
Frente a ellos se coloca la sede de la agencia de comunicación CID FCA!, tierra de Borja Elorza y Jon Marín. Un escaparate decorado con vinilos creativos cambian su imagen cada cierto tiempo. El local tiene un aire arrebatado, una suerte de decoración propia de un cómic de Tintín con pinturas originales, pañuelos, lapiceros gigantes, una lámpara hecha con una nasa de pesca y mil ideas bulléndoles en la cabeza.
Ellos, Borja y Jon, han impulsado este despegue hacia el país de las ideas originales (no por nada el propio Borja hablaba de una suerte de San Genaro, el barrio propio de Cuéntame...) aunque antes que ellos allí estaba instalado el estudio de interiorismo y antigüedades de Isabel Madinabeitia, que fue uno de los primeros comercios creativos que irrumpieron en la galería hace 13 años. Vino a Bilbao para estudiar Bellas Artes y aquí se quedó, en un espacio que le da libertad. Se diría que el sueño de Isabel hace juego con el empuje de María Loizaga, quien se hizo con local donde se trataba el cuero a la muerte del curtidor y montó una oficina de la distribuidora de la marca Sistema Midi que ofrece hoy a decoradores y arquitectos puertas de armarios, sillas, parqué y espejos. Se va montando la casa, la oficina.
No enloqueció como el sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas pero el diseñador de sombreros Ángel Amor trabaja en esa misma galería para proyectarse al mundo a través del cine. Emma Stone, Rachel Weisz, Cate Blanchett o Angelina Jolie entre otras han lucido sus creaciones.
Desde marzo de 2021 Cristina Peraile mantiene su taller y estudio de cerámica Rebaba. Se inspira en flores o en átomos, en cualquier argumento que le ofrece la vida para trabajar, qué sé yo, incluso con una manga pastelera. En el camino de los orgánico aparece también Fede Zabala, un hombre que talla la madera con manos de artesano. Las mismas que utiliza Pilar, la pintora. En los alrededores el centro estético Mila o Micolet, tienda de ropa de segunda mano, contribuyen a recrear ese universo.