Era el viejo Bilbao en los tiempos en que se hacía grande. El 22 de junio de 1511 el desarrollo de la Universidad de Mercaderes y Casa de Contratación supuso un decisivo hito para Bilbao que, si bien ya era un puerto destacado, desde entonces desarrolló todo su potencial llegando a figurar entre los más importantes del Atlántico Norte. Hasta su desaparición en 1829, el Consulado entendió en los asuntos comerciales, teniendo un papel decisivo en la consolidación de la villa como mercado.
Aquel 22 Juana la Loca firmó la carta que dio respaldo al Consulado del Mar y Casa de Contratación de Bilbao, conocido como Consulado de Bilbao. Aquel salvoconducto de 1511 venía a confirmar una realidad preexistente. Según indican papeles de los siglos XIII y XIV –algunos de ellos conservados en la Torre de Londres...–, entre los vascos de la costa y los ingleses, se habían perfilado corporaciones y ligas comerciales que, andando el tiempo, se transformarían en cofradías y hermandades de mareantes. En realidad, la historia del Consulado alcanzó su cenit mediante la creación de unas ordenanzas que, por su perfección, gozaron de gran predicamento, hasta el punto de haber sido código mercantil de 19 países iberoamericanos y de Filipinas. Fue, digámoslo con claridad, la brújula de un mercado de mares fabuloso.
El Consulado fue una institución vigorosa, llena de vida, que desplegó una actividad notable, hasta que el Código de Comercio de 1829 cercenó su existencia. Aquel puñado de gentes emprendedoras, andando el tiempo, entre el final del siglo XIX y principios del XX, fundaron bancos, navieras, compañías de seguros, la primera industria química, Altos Hornos, forjas y talleres, astilleros, etc. Hoy pervive el mismo espíritu, aunque el Bilbao de los progresos avance por otros cauces. Sin ir más lejos, cuando se procedió a la inauguración del hotel de cuatro estrellas Vincci Consulado de Bilbao en ese mismo rincón de Alameda Mazarredo ya quedaba claro que el turismo es uno de los motores de la ciudad.
Vista la forma de proa –o de vela, como bien aseguran las gentes de la arquitectura...– el edificio que hoy ocupa aquellos solares, Museoalde, redondea, si es que se puede decir así, una esquina del Bilbao más pujante. No en vano, ubicado frente al Museo Guggenheim Bilbao, este edificio cuenta con 14 alturas, estando 9 de ellas destinadas a viviendas y 5 al Hotel Vincci Consulado de Bilbao. Ha sido diseñado por Agvar Arquitectos y Axis Arquitectura y Urbanismo, y construido por Jaureguizar y Eslora. La comercialización de las viviendas de Museoalde se realizó en régimen de cooperativa. Digamos que es uno de los salones nobles de Bilbao, tal y como me aseguran Lara y Nora, dos jóvenes que llegaron a esas tierras para vivir los tiempos de modernidad que allí se estilan.
Entremos en ese nuevo mundo. Allí se levanta hoy el Edificio Museoalde, una construcción de uso mixto ubicado en la zona de Abandoibarra. Se sitúa en el antiguo solar del edificio IFAS (Instituto Foral de Asistencia Social) cuya demolición fue necesaria y posteriormente el Ayuntamiento tuvo alojados a los sin techo en las noches más frías de los últimos inviernos. Enclavado en la confluencia del final del paseo de Uribitarte y el inicio de la avenida Abandoibarra, junto a la alameda de Mazarredo. El edificio con forma de velero se alza entre Isozaki Atea y el Museo Guggenheim. Su construcción finalizó en diciembre de 2018. Echado a la mar, si es que me lo permiten decir así, el velero llama la atención de lo lindo.
Habla la gente de la construcción de una primera línea de fuego en lo que se refiere a los requisitos más vanguardistas. Museoalde está caracterizado por su alta eficiencia energética, con parámetros cercanos a los de las casas pasivas. El ahorro energético se consigue tanto con medidas pasivas que disminuyen la demanda energética, como con medidas activas que reducen los consumos, minimizando la huella energética.
Contémoslo con el lenguaje de los expertos para no perder ni un ápice de detalle. El edificio tiene la estructura de hormigón armado y fachadas ventiladas, acabadas con paramentos cerámicos y pétreos, sobre estructura metálica y aislamiento térmico. La cubierta plana incorpora impermeabilización y aislamiento térmico. Los forjados entre viviendas cuentan con lámina anti-impacto, disponiéndose un refuerzo térmico-acústico en la primera planta.
Las terrazas escalonadas dejan boquiabierto a cualquiera. Son una hermosa atalaya desde la que contemplar el fluir de la ría y se diría que caen en cascada.
Las particiones entre zonas comunes y viviendas se han realizado con muro de ladrillo cerámico acústico, trasdosado con placa de yeso laminado y aislamiento de lana de roca. Entre viviendas se dispone de doble tabique de yeso laminado y doble capa de aislamiento de lana de roca, incorporando una chapa metálica intermedia de seguridad. La carpintería exterior es de aluminio lacado con rotura de puente térmico y doble acristalamiento de vidrios, con aislamiento térmico-acústico reforzado y control solar, y los techos de toda la vivienda son de placa de yeso con aislamiento acústico. Son, como ven, todos detalles técnicos de primera magnitud. Pero si me piden algo que sobresalga de esta suerte de pirámide de Bilbao, no olviden visitar la terraza del Hotel Vincci Consulado. Sus vistas a la curva de la ría apasionan.