Si alguien nos pregunta cuántos sentidos tiene el ser humano, diremos convencidos que cinco. Vista, oído, olfato, gusto y tacto son nuestra conexión con la realidad y nos permiten percibir todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
A finales de pasado año, el doctor Niccolò Zampieri, jefe del Laboratorio de Desarrollo y Función de Circuitos Neurales del Centro Max Delbrück de Berlín, se refería a la propiocepción como un sexto sentido.
A diferencia de los otros cinco, este sería un sentido inconsciente, el que "permite que el sistema nervioso central envíe las señales correctas a través de las neuronas motoras a los músculos para que podamos realizar un movimiento específico”.
Ahora, investigaciones científicas más recientes revelan que puede haber otro tipo de sexto sentido. Dos estudios han concluido que el cuerpo humano es capaz de desarrollar habilidades sensoriales que van desde sensaciones táctiles sin contacto físico hasta la capacidad de ver con los oídos.
El 'tacto fantasma'
El primer estudio, realizado por científicos de la Universidad Ruhr de Bochum, en Alemania, ha documentado un fenómeno llamado Ilusión de tacto fantasma. Consiste en sentir una especie de cosquilleo, electricidad estática o picazón sin que exista ningún contacto físico.
Para llevar a cabo la investigación, se colocó a los 36 participantes en el estudio unas gafas de realidad virtual inmersiva y se les proporcionó un palo virtual para acariciar con él su propia mano virtual. Aunque en realidad no existía ningún contacto, la mayoría de ellos afirmaron experimentar una sensación física muy real, como si algo les rozara la piel.
Las conclusiones de este estudio sugieren que nuestro cerebro puede generar sensaciones basándose no solo en la información sensorial disponible, sino también en una representación interna del cuerpo.
Marita Metzler, una de las autoras del estudio, señala que "la percepción humana no depende únicamente de la vista, sino de una compleja interacción de múltiples sentidos y de la imagen mental que tenemos de nuestro propio cuerpo".
Al repetirse el experimento con un puntero láser real en vez de un palo virtual, la sensación desapareció. Este tacto fantasma parece ser exclusivo de contextos virtuales, donde el cerebro puede ser engañado para completar lo que no existe físicamente.
Qué es la ecolocalización
Otra investigación, en este caso publicada en la revista Cerebral Cortex, demuestra que los humanos también pueden desarrollar la ecolocalización, una habilidad usada por animales como los murciélagos o los delfines para moverse en la oscuridad.
En este estudio participaron 26 personas, tanto videntes como invidentes, que aprendieron a desplazarse emitiendo chasquidos con la lengua y escuchando el eco que rebotaba en las superficies. Lo sorprendente fue que, tras el entrenamiento, sus cerebros comenzaron a procesar esos ecos en la corteza visual primaria, la misma zona que normalmente procesa las imágenes.
Esto demuestra que el cerebro adulto tiene una plasticidad mayor de lo que se pensaba, ya que no solo es capaz de reorganizarse para suplir sentidos perdidos, sino también de integrar nuevas formas de percibir con un simple entrenamiento auditivo.
Cuestión de práctica
De estos estudios se desprende que el ser humano todavía no ha explorado todos los recursos de su cuerpo ni de su mente. Y es que los expertos aseguran que, habilidades como sentir sin tocar o ver sin ojos, serían posibles con entrenamiento, paciencia y curiosidad.