A mediados de los años 80 del pasado siglo se invocó a la reconversión industrial para adaptarse a un nuevo escenario. Aquella medida resultó traumática porque implicó, en gran medida, el desmantelamiento de la industria vasca. Esa política de reajustes, de pérdida masiva de empleo, supuso un duro golpe para Euskadi. Su huella aún perdura.

El paisaje cambió para siempre. Debilitado el tejido industrial, se tuvo que repensar el futuro en un mundo que no era aquel sino otro, interconectado y globalizado, que exigía otra manera de enfrentar el porvenir. Euskadi se tuvo que reinventar. De ahí surgió otra realidad, distinta.

En ese tiempo de renacimiento, de la búsqueda de un nuevo amanecer tras el ocaso de la industria pesada, se gestó la Fundación Euskadi. Era 1993. 

Tres décadas después, el germen que posibilitó la marea naranja, la gloria en el Tour, comienza una nueva andadura tras una complicada travesía por el proceloso océano del ciclismo, cada vez más inflacionista.

El acta fundacional refleja que el objetivo prioritario de la Fundación Euskadi es fomentar y divulgar el ciclismo, desde la base hasta la cúspide, pero priorizando el trabajo de cantera.

Adaptarse

Esa idea primigenia, una locura que se vertebró en una época muy concreta, cosió a la sociedad vasca alrededor de un proyecto único enraizado en un sueño de aires románticos que mutó en realidad.

Mitigados los ecos de aquellos maravillosos años, la Fundación Euskadi otea el horizonte con una hibridación para las próximas campañas. Es lo que exige el nuevo escenario siempre que se busquen resultados en le terreno de juego profesional.

El Euskaltel-Euskadi, el emblema que ondea la bandera del ciclismo vasco, ha tenido que abrir su espacio. Aunque la mayoría del plantel de 20 o 21 corredores que vestirán de naranja el próximo vascos son ciclistas de Euskal Herria, a la formación vasca se incorporarán varios ciclistas extranjeros.

Puntos UCI

Desde la Fundación Euskadi sostienen que es necesario para poder competir en un hábitat cada vez más exigente que determina la acumulación de los puntos UCI obtenidos en las carreras.

Ese es el listón que fija la clasificación de los equipos y la posibilidad de estar presente en las mejores pruebas. Frente a esa realidad, languidece la idea originaria de un equipo solamente constituido por ciclistas de Euskal Herria o formados en la cantera vasca.

Más discutible es la idea de trasladar esa política de fichajes al equipo filial, que se supone rampa de lanzamiento de los aficionados vascos para el profesionalismo a través del Euskaltel-Euskadi.

De hecho, varios ciclistas que han brillado en el curso amateur y que no son de Euskal Herria se establecerán en el filial, que se denominará Fundación Euskadi. Laboral Kutxa patrocinará al equipo femenino.

“La cantera representa nuestra filosofía de formación con los jóvenes talentos del ciclismo vasco. Por eso hemos sido una referencia histórica desde 1993 del pelotón aficionado a nivel vasco y mundial. Un equipo amateur, por tanto, que aspira a ser la opción deportiva elegida por los jóvenes de nuestro entorno, así como un referente deportivo de nuestro territorio y más allá de nuestras fronteras”, apunta Iñaki Isasi, presidente de la Fundación Euskadi. 

Difícil equilibrio

El campo amateur es más inestable desde que las estructuras más poderosas de pelotón captan a los jóvenes. La carrera por hacerse con los ciclistas se ha convertido en un campo de batalla de la supervivencia que todo lo arrasa.

Los mejores, todavía juveniles, son captados por las grandes estructuras del WorldTour a través de sus equipos de formación. A partir de esa premisa, los siguientes que destacan se enrolan en los filiales del ProTeam, donde se codean el Euskaltel-Euskadi, el Kern Pharma y el Caja Rural.

Tal vez por ello el próximo curso llegarán ciclistas de fuera de Euskal Herria al filial. Se apunta al fichaje de dos corredores del Gomur cántabro y uno del Cortizo.

“El conjunto profesional aspira a aglutinar a los mejores ciclistas vascos . Somos un proyecto abierto a todos los equipos aficionados de nuestro territorio que realizan igualmente un trabajo de formación con los sub’23”, sostiene Isasi.

Alterado el ecosistema, en un ciclismo que poco tiene en común con aquel de hace tres décadas y frente al nuevo tablero de juego, en la Fundación Euskadi es tiempo de reconversión.