Remco Evenepoel tiene ya un hueco en la historia de la Clásica de San Sebastián. El belga, un ciclista con un extraordinario potencial, llamado quizás a pelear en el futuro en el Tour con Vingegaard y Pogacar, ganó ayer por tercera vez en el Boulevard y, a falta de seguir engordando su palmarés, ya cuenta con tres Clásicas. Las mismas que Marino Lejarreta, quien tenía el récord en solitario. Hasta ayer. Fue el propio exciclista vizcaino quien colocó la txapela al actual campeón del mundo, que lució su maillot de la mejor manera posible: ganando.

Era el favorito y, por tanto, cumplió Evenepoel, que ganó el año pasado con exhibición. Esta vez tuvo que superar a Pello Bilbao, el único que le aguantó hasta el final. El gernikarra venía de un fantástico Tour, en el que ganó una etapa y fue sexto en la general final. Ayer quiso poner el broche a un mes de julio inolvidable para él. Solo un rival top se lo impidió. Bilbao aguantó todos los ataques del belga, pero se vio superado en el esprint. Le faltó muy poco, pero volvió a confirmar su altísimo nivel. El problema es que los citados Evenepoel, Vingegaard, Pogacar, Roglic, Van Aert o Van der Poel son unos glotones que lo quieren todo. Apenas dejan algo para los demás. Y la Clásica es, ahora, coto privado del belga.

Fue el propio campeón del mundo quien rompió la carrera. Igual que el año pasado, en Erlaitz, solo que esta vez la cima de primera categoría estaba más lejos, a 73 kilómetros. Dio igual. A los jóvenes que dominan el ciclismo actual les da igual la distancia. Solo importan sus fuerzas. Deben pensar algo así como: el que quiera seguirme, que venga. Y en este caso, sorprendidos por su ataque, prácticamente en la cima misma de Erlaitz, casi todos los demás favoritos quedaron fuera de juego. Solo le alcanzaron, ya en la bajada, Pello Bilbao, Aleksandr Vlasov y Alberto Bettiol. Los cuatro atraparon a Romain Bardet y Nathan Van Hooydonck, supervivientes de una fuga en la que figuraba también Mikel Bizkarra. Los seis corredores que pasaron a comandar la carrera se entendieron bien y empezaron a abrir hueco. Por detrás lo intentó, entre otros, Ion Izagirre, pero no había ni fuerzas ni entendimiento, así que la diferencia entre los escapados y el grupo principal pronto se fue al minuto. Antes de las dos subidas a Murgil, ya parecía claro que el triunfo estaba en el sexteto que mandaba.

La subida inicial a Murgil provocó la primera selección. Evenepoel puso su ritmo y solo le aguantaron Bilbao y Vlasov. De seis, quedaron tres. El podio ya parecía cosa de ellos, ya que los otros tres se habían quedado muy descolgados y el pelotón no reaccionaba pese a un intento de Felix Gall –otro que venía de brillar en el Tour– y de Mikel Landa, que intentó dejarse ver. Pero demasiado tarde. El trío de cabeza ya era imparable.

Estaba claro que se la iban a jugar en la segunda ascensión a Murgil, donde todos los ojos estaban puestos en Evenepoel. Conociendo la forma de correr del belga, su objetivo iba a ser dejar a sus dos compañeros de fuga. Y lo intentó en las rampas que por momentos casi alcanzan el 20%. Siempre sentado sobre la bicicleta, puso un ritmo muy fuerte que hizo ceder a Vlasov. Sin embargo, Bilbao se mantuvo. Aguantó el pulso al ogro belga. Incluso se atrevió a ponerse por delante en algún tramo. La afición vasca que llenaba Murgil enloquecía. ¿Era posible batir al ogro?

Fuerza final

La cima, a ocho kilómetros de meta, confirmó a Evenepoel y Bilbao como los más fuertes. Mano a mano. Ya solo quedaba la bajada de Igeldo y el llano por Donostia. Dos ciclistas en plena forma y, además, buenos llegadores. El duelo se resolvió al sprint en el Boulevard, donde el belga fue bastante superior al vasco. Como dijo luego el ciclista del Bahrein, le faltó ese punto de “fuerza” para batir a un Evenepoel con más chispa y que, aunque parezca increíble después de 230 kilómetros, dio la impresión de llegar fresco a meta para sacar a relucir ahí su potencia y ganar. Tercera txapela, por tanto, para Evenepoel, que tiene cariño a la Clásica. Visto su nivel, tiene pinta de que pronto tendrá en sus manos el récord en solitario.