El ciclismo es tirano. La carretera no comprende de ídolos. Los héroes son decorados pasajeros, postales que van y vienen, como diapositivas, que sucumben a las vicisitudes, al antojo de la naturaleza y los trazos de asfalto. Lo sabe Tadej Pogacar, la nueva versión del canibalismo sobre ruedas, pero tan humano como para ser víctima de la carretera en la Lieja-Bastoña-Lieja, el cuarto Monumento de la temporada, la más antigua de las clásicas al nacer en 1892. 

El esloveno aterrizaba en Lieja como el general Patton en la Batalla de las Ardenas, presto a detener cualquier ofensiva para completar el Tríptico tras sus victorias en la Amstel Gold Race y la Flecha Valona, dispuesto a emular lo que solo consiguieron Davide Rebellin (2004) y Philippe Gilbert (2011) en un mismo año. Amasaba El Canibalito, como le apodó Eddy Merckx, 12 victorias en 18 días de competición en 2023. Pero en la decimonovena jornada de carreras Pogacar sufrió la impiedad del ciclismo, que encumbra al igual que tumba, insensible. Despiadado. El esloveno no pudo desafiar a la historia. 

En el kilómetro 84, a 174 de meta, Pogacar sufrió una caída durante un descenso; trató de retomar la prueba, escudado por sus pretorianos, que trataron de devolver al campeón de la edición de 2021 al pelotón. El doble vencedor del Tour, sin embargo, presentaba fracturas en una muñeca, como más tarde anunció el médico del UAE, Adrian Rotunno, por lo que se subió al coche. “Tadej sufrió fracturas en el escafoides izquierdo y los huesos semilunares. El escafoides requerirá cirugía a la que se someterá esta tarde –por ayer– con un cirujano especialista en manos, aquí en Genk”. Tras esta carrera Pogacar tenía previsto un mes de parón para reanudar la preparación de cara al Tour de Francia (del 1 al 23 de julio) el 14 de junio, en el Tour de Eslovenia.

Descartado el gran favorito a conquistar la Doyenne, emergió la figura de Remco Evenepoel, otro corredor que no concibe su profesión sin guerra, hijo del ciclismo moderno, anárquico, a la antigua usanza, como viajero al pasado, revolucionario, pero que no pudo debatir con el dominador de la primavera en la primera cita en la que coincidieron en 2023.

Esta vez vestido con el arcoíris, Evenepoel, autoritario por otra parte, reeditó su triunfo de la pasada edición. “Ha sido una carrera muy difícil. La carretera estaba muy resbaladiza”, repasó el belga sobre un recorrido que ofreció un piso mojado que sirvió sustos por doquier, también a él.

“He tenido que tener cuidado cuando he ido a arrancar en La Redoute. Mi equipo ha hecho un grandísimo trabajo. Nuestro plan era arrancar en la segunda parte de La Redoute, hemos puesto la presión para intentar descolgar a todos y hacer diferencias”, desgranó Evenepoel. 

El ataque definitivo

El belga de 23 años atacó a 33 kilómetros de la meta. Solo Thomas Pidcock sostuvo el envite. Evenepoel solicitó relevos. El británico no los ofreció. Entonces el belga aceleró obligando a Pidcock a sucumbir tres kilómetros después para no volver la vista atrás. No se arrugó el Chico Maravilla. Con el asfalto reflectante adoptó un ritmo infernal para rodar en solitario con una holgada ventaja que le permitió paladear la victoria, la segunda en sus dos participaciones en la Lieja. Es el primero que gana un Monumento como campeón del mundo desde Peter Sagan en la París-Roubaix de 2018.

El duelo Evenepoel-Pogacar deberá esperar. En 2022 únicamente coincidieron en tres carreras, el Mundial de Australia, la Clásica San Sebastián y la Flecha Valona, las dos primeras conquistadas por Remco; precisamente en la prueba donostiarra Tadej sufrió su abandono anterior. Este espectáculo, por lo tanto, queda pendiente. “He escuchado el percance. Nunca quieres que eso pase. Le mando todo mi apoyo. Es una mala noticia. Todos nos podemos caer alguna vez, yo también lo he sufrido. Espero que esté bien”, deseó Evenepoel, que afrontará su gran objetivo, el Giro de Italia, del 6 al 28 de mayo. No volverá a coincidir con Pogacar hasta el Mundial de Glasgow, en agosto, o en Lombardía, en octubre.

Detrás, Pidcock firmó el segundo puesto, a 1:06, con Santiago Buitrago completando el podio con el mismo tiempo. El primer vasco fue Ion Izagirre, decimosexto a 1:48 del campeón, un Evenepoel que logró su segunda victoria consecutiva en la Decana, lo que se logró por última vez entre 1997 y 1998, obra de Michele Bartoli. Mikel Landa, que buscaba un nuevo podio tras el de Flandes, abandonó.