EN el Naranco estaban las piernas. Las mentes, empero, correteaban por Los Lagos de Covadonga, la mítica cumbre en la que ganó Marino Lejarreta en 1983 en la Vuelta que se embolsó Bernard Hinault. Desde entonces, la montaña se ha clavado en el imaginario colectivo como uno de los territorios venerados del ciclismo, un santuario convertido en una sala de juzgados. Los Lagos de Covadonga, que guardan rampas del 12 y el 13% en sus entrañas, fiscalizarán a Quintana, Froome y Contador, principales opositores de la carrera, que alcanza el meridiano con los favoritos comprimidos. “Tenemos un día muy importante en Los Lagos. Seguimos muy bien, con fuerzas y bien rodeados. Es un cambio de líder que damos y seguimos adelante”, enjuició Nairo Quintana, espectacular su rendimiento en La Camperona, donde remató a Froome y alejó a Contador.

Al madrileño, que calentó a conciencia -hizo rodillo y esprintó en un par de rectas antes de partir en la etapa de ayer-, le gustaría moverse en la escalada a la cumbre, aunque prioriza no pasar problemas. “En Los Lagos, a ver si salvamos el día, iremos a mantenernos, pero si hay oportunidad nos moveremos”, expuso Contador, que parece recuperarse sin contratiempos de la caída que sufrió en La Puebla de Sanabria. “No han sido malas, aunque me he sentido un poco más duro de lo que me gusta”, describió Contador sobre sus sensaciones durante la jornada rematada en el Naranco.

“Las piernas han respondido. Ha sido una etapa en la que se ha ido rápido pero ha sido llevadera para ir en el pelotón”. Hoy se presenta un escenario completamente distinto. El Fito, que dejará las piernas tocadas, anuncia tambores de guerra para la subida a Los Lagos de Covadonga, que convocará un duelo en las distancias cortas para medir a unos ciclistas fatigados. “Estamos todos muy cansados y vamos a tener que ir día a día”, subrayó Valverde ante el juicio de Los Lagos.