bilbao - Horas antes del sol de Marbella, de la playa, de la contrarreloj capada, de un día dedicado al cicloturismo entre chiringuitos y palmeras, en el cielo de la Vuelta se acumulaban las estrellas. El firmamento ciclista al completo, a excepción de la luminaria de Contador, dibujaba un universo revestido con brillo, escrito con polvo de estrellas. Esas vistas, estupendas, son ahora un recuerdo, una postal en sepia, una visión caduca. En la Vuelta nada es lo que fue. Nibali se cayó del reparto por hacer trampas. Expulsado por los jueces, que castigaron al italiano. Fue la de Nibali la primer carie que taladró la sonrisa de la carrera. Más tarde, partió Peter Sagan, un corredor hermanado con el espectáculo. El eslovaco fue atropello por una moto de carrera. Las heridas que le provocaron la caída le mandaron para casa. Otra carie para la Vuelta, que le tornó la sonrisa de ganador en mueca después del episodio de Sagan.
De sobresalto en sobresalto, apareció el dibujo de Purito, ideólogo de un etapa bestial, la del miércoles. Una jornada histórica por despiadada, brutal y espectacular. Ese día, que asistió al calvario de Chris Froome, que se cayó apenas se despertó el día, al golpearse con un muro en el kilómetro 3, dejó marcado al británico. El líder del Sky, el principal reclamo de la carrera, el ganador del Tour que perseguía el doblete, se fue al suelo. Allí se precipitó la Vuelta. Después, Froome, apelando a su amor propio, al orgullo de campeón, alcanzó la meta, exhausto, dolorido, a más de un mundo de Mikel Landa. Con todo, la pérdida de tiempo no es lo que más le dolía a Chris Froome. Su pie derecho gritaba. Preocupado acudió a un centro hospitalario a la conclusión del día. Rayos X. Una resonancia magnética certificó ayer por la mañana la inquietud de Froome. Tenía el británico roto el hueso navicular del pie derecho. Ni tan siquiera podía apoyar el pie en el suelo. El hueso navicular es un hueso del tobillo que se encuentra encima del talón. Este tipo de fracturas resultan muy extrañas en ciclismo. Sin embargo, resultan comunes en los deportes que requieren de muchos cambios de dirección y movimientos explosivos, por ejemplo las carreras de 100 metros, salto de altura, salto de longitud, fútbol o artes marciales.
En suspenso, con el pie astillado, Froome fue capaz de cruzar las montañas de Andorra entre la adrenalina y el coraje. Cuando se le enfrió el pie vio las estrellas. “Realmente estoy hecho polvo por dejar la carrera, pero las lesiones que sufrí en la etapa de ayer fueron demasiado para continuar”, anunció el británico antes de que la etapa echara a andar ayer. “El escáner ha revelado que tengo una rotura en el hueso navicular del pie derecho, donde se concentró el impacto de mi caída. Ahora trabajaré con nuestro equipo médico para realizar una completa recuperación”, expuso el británico, heroica su etapa. La realizó Froome con una sola pierna. Con la izquierda. “Después de caerse notó que el dolor incrementaba en su pie derecho cuando subía el primer puerto. No podía hacer ninguna presión sobre esa zona, sobre el pie derecho. Básicamente pedaleó con la pierna izquierda”, certificó Iñigo Sarriegui, doctor del Sky. “Después de la etapa realizamos varias exploraciones que revelaron que tenía dañada la zona. Sin embargo, los Rayos X no detectaron la fractura, pero puesto que no podía apoyar el pie derecho realizamos pruebas suplementarias. La resonancia magnética realizada esta mañana (por ayer) ha detectado la fractura”, explicó el galeno del conjunto inglés, que adelantó que Chris Froome se irá a casa para después pasar consulta con distintos especialistas antes de establecer un tratamiento.
dura caída La primera reacción de Froome en carrera fue la de continuar. “Él fue el primero que tenía claro que quería continuar. Vi que la caída fue dura y todos nos preocupamos”, describió Darío Cioni, uno de los directores del Sky en la Vuelta. “Él me comentó que se sentía bien después de llegar al pelotón en el primer puerto”, antes de matizar que “supongo que una vez la adrenalina que le generó el accidente disminuyó, creció el dolor. A pesar del mucho dolor que sufrió subiendo todas las cimas para acabar. Él quería seguir en carrera e hizo todo lo posible para continuar”, se lamentó Cioni. También luce afligida la Vuelta, que feliz, saltarina y alegre por su elenco de estrellas en Marbella, luce ahora el crespón negro por la pérdida del británico. Camina triste y ojerosa, coja sin Froome.