Mikel Landa, monumental, deja grogui al líder en la Finistre
Mikel Landa, monumental, deja grogui al líder en la Finistre, pero el Astana limita los daños al apostar por la etapa que fabio aru vence en Sestriere, insuficiente para arrebatarle el giro al ciclista madrileño
bilbao - De repente, en la Finistre, la tierra pegada a los tubulares, desplomado la carretera que es sterrato, los árboles talados, en un paisaje lunar, el infierno. Las puertas del averno las abrió la ganzúa de Mikel Landa, monumental su Giro, el más fuerte en las cumbres, tercero en la general tras alfombrarle el paso a Aru, su jefe. Fue la apuesta timorata de un Astana que ganó la batalla con Aru pero perdió la guerra con el madrileño. Queda para el imaginario colectivo que hubiera ocurrido si Astana hubiese dado libertad a Landa. Una vez vetado Landa, Contador reinará hoy en Milán. Corona rosa. El despegue de Landa en Finistre, salvaje, bestial, agitó el Giro de tal manera que a Contador le temblaron las piernas, el pulso acelerado, el corazón en la boca. Se quedó en suspenso el madrileño, que se le atragantaba el polvo del camino después de que Landa, un prodigio, dinamitara Finistre con una carga de profundidad en una curva que era un peralte. Pista de despegue. La explosión parecía controlada porque Contador, aunque sin compañeros -no hubo rastro del fosforito Tinkoff cuando la carrera se puso seria, formaba parte de la nobleza, del club que componían Hesjedal, Kangert, Kruijswijk, Pirazzi, Aru y Urán. Landa, el señor de las cimas, el mejor de los alpinistas, clavó a todos con su piolet y se fue en busca de Ilnur Zakarin, superviviente de la fuga que entretuvo la carrera hasta que brotó la vertical de la Finistre, una aguja, una foro en blanco y negro. Ciclismo a dos tintas. En la Cima Coppi, Landa protagonizó una subida de leyenda, épica, quien sabe si influenciado por la mitología de una montaña bronca, cruel. Landa, atornillado al sillín, perfilado como los grandes campeones, firmando el futuro con su nombre, abrió en canal la etapa.
Contribuyó a ello el infantigable deseo de Hesjedal, un tipo duro, canandiense con aspecto de leñador. Hachazo. Su acelerón desgajó por completó Contador, al que le cayeron varios años encima. Sin presión en la bombona de gas, el madrileño palideció. Su piel tostada perdió lustre. Atrancado, astillado, no pudo agarrarse a nadie. Tampoco a Aru, que había cedido antes de rehabiltarse a tiempo y dejar al madrileño en la mazmorra de la soledad. Aru, Hesjedal, Kruijswick, Kangert y Urán se despideron de él a la carrera. No había lugar para la diplomacia en un puerto que es una frontera, que muerde las piernas. Acortonadas las de Contador, el líder, al límite, se sujetó a las cuerdas de la experiencia para no caer. Landa era un pájaro con bello plumaje que engulló a Zakarin, que se asemeja a una ave zancuda. Mikel Landa era una rapaz. Águila sobre la Finistre. Nada que ver con Contador, sin resuello, agobiado, encorsetado al Giro por su capacidad de sufrimiento, su clase y su carácter ganador. Un recetario que le han validado siete grandes: dos Tour, dos Giros en cuanto llegue esta tarde a Milán, y tres Vueltas.
A pesar de su vitrina, de su magnífica sala de trofeos, a Contador las piernas, dolientes, le negaban. Landa, un ciclista que ha llegado para quedarse, le había empujado a un pozo de arenas movedizas. La situación del líder, las alarmas encendidas, era crítica. Del agujero, -Landa le había colgado más de un minuto-, le rescató su mente. Le recordó que contaba con un buen montón de minutos apilados bajo el colchón, que sus ahorros, -cinco minutos sobre Landa, el heredero del Pirata, y otros tantos con Aru, el sardo que encontró agua en el desierto en el tramo final del Giro-, eran una póliza de vida. La necesitaba Contador, que en el descenso de Finestre, absolutamente aislado, perdía 1:40 respecto a Landa y Zakarin. El alavés estaba encadenado al tártaro, que no le regaló ni un relevo a pesar de la insistencia de Landa. A la espalda de ambos circulaban Hesjedal, Kruijswijk, Aru y Urán, que tampoco se entendían. Babel. Intereses encontrados hacia Sestriere, el puerto que candaba la etapa y dejaba el Giro para el inventario de Milán.
astana manda parar Landa, harto de Zakarin y su desapego por darle aire, bajó el ritmo para que se enganchase el grupo de Aru, el niño mimado de Martinelli, que mandó parar al alavés en una maniobra de difícil digestión para Landa, el gobernador de la etapa. Calmado el día, el Astana sacó la calculadora. Se olvidó del jaque al líder, que, concentrado, gestionando el reloj, redujo diferencias. Los kazajos colocaron el foco en la etapa para fotografiar a Aru victorioso en meta. Incluso para que el italiano fuera el primero en recibir el flashazo de la victoria, Landa, la locomotora que tiraba del con-voy, tuvo que reprimirse. Capado por su equipo. Aru, protegido por el kevlar de Landa, aceleró como lo hiciera en Cervinia. Asumido su papel secundario una trama en la que fue el galán de la función, Landa se ajustó las gafas para que Aru se volviera loco de alegría en meta y mantuviera la segunda plaza en la general. La tercera será para Mikel Landa, un diamante. Un par de minutos después del festejo de Aru cerró el puño Alberto Contador. El Giro era suyo tras resistir en el infierno.
1. Fabio Aru (Astana) a 5:12:25
2. Ryder Hesjedal (Cannondale) a 18’’
3. Rigoberto Urán (Etixx) a 24’’
4. Mikel Landa (Astana)m.t.
5. Steven Kruijswijk (LottoNL) a 34’’
6. Alberto Contador (Tinkoff) a 2:25
7. Tanel Kangert (Astana)a 2:28
8. Franco Pellizotti (Androni) m.t.
9. Leopold Konig (Sky)m.t.
10. Diego Rosa (Astana)m.t.
General
1. Alberto Contador (Tinkoff) 84h03:30
2. Fabio Aru (Astana) a 2:02
3. Mikel Landa (Astana) a 3:14
4. Andrey Amador (Movistar) a 8:19
5. Ryder Hesjedal (Cannondale)a 9:52
6. Leopold Konig (Sky) a10:50
7. Steven Kruijswijk (LottoNL)a 11:02
8. Damiano Caruso (BMC) a 12:17
9. Alexandre Geniez (FDJ.fr) a 16:00
10. Yury Trofimov (Katusha) a 16:23