bilbao - Al ser humano le mantiene en alerta constate el instinto de protección, soldado irremediablemente a la supervivencia, otro de los instintos primarios. Los miedos, las inquietudes, los nervios o el fatalismo encienden automáticamente los mecanismos de autodefensa, algo así como un búnker en el que serenarse. En el horno que saludaba a Génova, puerto de grandes marinos, -Cristóbal Colón nació en la ciudad que fue República-, achicharrado el termómetro, el mercurio en ebullición, se impuso la toma de precauciones. Los equipos que deben arropar a quienes persiguen el rosa, construyeron un rompeolas como refugio en previsión del fuerte oleaje, tal vez de una galerna. Cauto, no tardó el Tinkoff en extender un cordón de seguridad alrededor de Alberto Contador, que no viste de rosa, pero es el jerarca de la carrera a modo de Garibaldi -otro ilustre anclado a Génova, principal impulsor de la unificación de Ita- lia-, en cuanto interpretó las señales de peligro que se desparramaban por la carretera. No fueron pocas: Dyer Quintana (Movistar), Haussler y Pelucchi (IAM), Barbin y Colbrelli (Bardiani), Della Antonia (Androni), Chernetski (Katusha), Serry (Etixx) y otros se estamparon contra el suelo a medida que Génova mostraba su chepa señorial, decadente y sugerente. En la capital de Liguria, al lado del mar, se quedó Serry, víctima de una caída, uno de los trampolines que pretendía emplear Rigoberto Urán para impulsarse la montaña. “El final de la etapa ha sido nervioso”, decía lacónico el colombiano una vez se apagó el fuego en Génova, donde Elia Viviani (Sky) se impuso en un cerradísimo sprint a Moreno Hofland (Lotto) y al tremendo André Greipel (Lotto), el forzudo velocista que se quedó sin oxígeno en una recta empinada.
Con ese aire de la Italia con vistas al Mediterráneo, plácida para el turismo, el día, soleado, se llenó de aristas por los ríos subterráneos que recorren las entrañas del pelotón, muy excitado. “Era la primera etapa en línea, había circuito, todo el mundo quiere estar delante y todavía están las fuerzas intactas. Típico de Italia”, resolvió Beñat Intxausti, que se tuvo que dar prisa tras una caída para no cortarse del todo. En Génova tocaba salvarse, evitar el naufragio. No era un día para hamacarse si bien el patronaje de la etapa: fuga de salida que formaron Marco Frapporti (Androni Giocatolli), Lukasz Owsian (CCC), Giacomo Berlato (Nippo-Fantini Vini), Eugert Zhupa (Southeast), Bert Jan Lindeman (Lotto NL) y grupo al tran-tran, invitaba a lo contrario. La carrera, que tiene vida propia, negó la calma y el Tinkoff, que desfiló con disciplina marcial en la crono por equipos en San Remo, donde logró entronizar a Contador, -el madrileño mira a sus rivales directos desde una atalaya-, no quería sorpresas desagradables. Instalado el hospital de campaña en el Giro, engordando el parte de guerra, Tinkoff fue al taller y construyó un carro blindado para avanzar sin obstáculos y mimar a su jefe. Bajo esa coraza, Alberto Contador, con guardaespaldas enfilados abriéndole el horizonte y protegiéndole el dorsal, pedaleó sin agobios una vez el pelotón se encajó en el circuito de Génova, donde se necesitaron los desfibriladores por lo taquicárdica de la situación, embarullada la carrera.
inquietud en movistar En un paso de peatones de la ciudad portuaria resbaló Dyer Quintana (Movistar), que se lastimó el costado izquierdo. El Movistar también se vio afectado cuando estalló otra mina a una docena de kilómetros de meta y el pelotón, peleado con la lógica, se quebró. Jon Izagirre flotó en el grupo delantero. Intxausti, Amador, Visconti e Igor Antón, en un limbo, lograron después coserse a la estela de Izagirre. Para entonces un manojo de nervios correteaba por el tramo definitivo de la etapa. El movimiento de Tinkoff tuvo una réplica inmediata por parte de Astana y Sky, que desplegaron a sus peones en paralelo al fosforito de Contador para que ni Fabio Aru, cabeza de cartel de los kazajos, ni Richie Porte, patrón de los ingleses, sufrieran percances. Etixx actuó con la misma celeridad para cobijar a Urán. “El equipo lo ha llevado bien”, decía. La idea era cruzar Génova a toda pastilla pero sin sobresaltos. Con las sirenas puestas. Más sí cabe en el Sky después del resultado de la etapa que levantó el telón del Giro, en la que Porte se dejó 20 segundos, que como él mismo dijo “no es el fin del mundo”, pero, de momento, se perfila desde el retrovisor de Contador, acomodado en el regazo de sus compañeros, que abrieron la caravana en la última vuelta al trazado por el callejero de Génova para atravesar el día si sobresaltos. Para entonces era historia el quinteto compuesto por Frapporti, Owsian, Berlato, Zhupa y Lindeman, que languidecieron cuando sonaron las alarmas. En el ocaso, rebasada la pancarta de los últimos 3 kilómetros, que cobija a los ciclistas de cualquier percance, se ordenó el sprint. Venció el italiano Elia Viviani. Mandó el instinto de protección.
1. Elia Viviani (Sky) 4h13:18
2. Moreno Hofland (Lotto-Jumbo) m.t.
3. André Greipel (Lotto Soudal) m.t.
4. Luka Mezgec (Giant) m.t.
5. Alessandro Petacchi (Southeast) m.t.
6. Giacomo Nizzolo (Trek) m.t.
7. Michael Matthews (Orica) m.t.
8. Davide Appollonio (Androni) m.t.
9. Daniele Colli (Nippo) m.t.
10. Paolo Tiralongo (Astana) m.t.
11. Grega Bole (CCC) m.t.
12. Fabio Aru (Astana)m.t.
13. Roman Kreuziger (Tinkoff)m.t.
14. Bartlomiej Matysiak (CCC ) m.t.
15. Alexander Porsev (Katusha)m.t.
1. Michael Matthews (Orica) 4h32:44
2. Simon Gerrans (Orica)m.t.
3. Simon Clarke (Orica) m.t.
4. Esteban Chaves (Orica) m.t.
5. Roman Kreuziger (Tinkoff)a 7’’
6. Alberto Contador (Tinkoff) m.t.
7. Michael Rogers (Tinkoff)m.t
8. Manuele Boaro (Tinkoff)m.t.
9. Ivan Rovny (Tinkoff) m.t.
10. Paolo Tiralongo (Astana)a 13’’