¿Para qué tirará tanto y tan fuerte el Astana? “Para ganar la etapa. Es lo que quiere Nibali, es lo que ha mandado”, responden los periodistas italianos de La Gazzetta dello Sport, que no tienen por qué perder el tiempo en contar, bastante tarea tienen, cómo al líder del Tour le han llamado siempre Tiburón o CanNibali, dos apodos voraces que explican por qué ha ido aumentando todos los días de montaña su ventaja en la general hasta dispararla por encima de los siete minutos. O por qué, sentenciado el Tour hace tanto, con tres etapas ganadas -la de Sheffield, la de los Vosgos y la de los Alpes-, quiso ganar también la de ayer, en Hautacam. Fue para desgracia de Nieve, que pudo ser Javier Otxoa hace catorce años en un día de lluvia y frío en el corazón de los Pirineos absuelto por Armstrong, otro con un apetito insaciable, pero se encontró con Nibali. O el Tiburón. O CanNibali. Por algo le llaman así.

Hay quien, aceptando esa teoría de la voracidad del italiano, al que comparan y preguntan por Merckx cuando gana su cuarta etapa del Tour en Hautacam y él se ríe y niega, ¿quién se siente a gusto comparado con el belga?, ni siquiera CanNibali, claro; al que insisten en encontrar similares y le hablan de Pantani, el del 98 en el Tour, que, casualidad, iba vestido también de amarillo y azul -los colores del maillot del Mercatone Uno- cuando ganó en Les Deux Alpes a las órdenes, otra casualidad, del mismo director, Martinelli, uno de los que parece que siempre ha estado ahí; aceptando todo eso, insisten, también está lo del orgullo. Y cuentan cómo le duele al italiano que durante días desde los Vosgos se hable más de los que no están, Froome y Contador, que de él mismo, del mérito de ser el patrón del Tour, como si se dudara de que lo es. O, como le preguntan un día, si entiende que, sin los dos favoritos en carrera, su esperada victoria en el Tour desde los mismos Vosgos queda en entredicho, no vale lo mismo y estamos ante un Tour de peseta. Eso le plantean abiertamente. Cada ataque en los Alpes, la victoria en Chamrousse, los acelerones en Risoul y en Saint-Lary o la cabalgada de ayer en Hautacam son su respuesta. ¿Soy o no soy el mejor? Entonces le comparan con otros, Merckx, el Caníbal, ríe y le gusta, pero, falsa modestia, lo niega.

Como es, o puede ser, también la respuesta de Valverde en el Tourmalet a los que no esperan desde pronto ya, los Vosgos o antes, un solo ataque del murciano en el Tour y auguran una carrera cobarde, ruedera, cuánto se estigmatiza en el ciclismo a los oscuros y resistentes, por el podio que tanto anhela. Y el del Movistar, que ya ha respondido en los Alpes donde ejerce valiente y quizás porque se ha leído algunas páginas del libro gordo de la historia del equipo que ha escrito David García -Nuestro ciclismo, por un equipo, editorial Libros de Ruta- y recuerda o le recuerdan que Indurain ganó su primer Tour arrojándose cuesta abajo en el Tourmalet, aunque por la otra vertiente, les contesta con una bala inesperada y que, se sabe luego, le deja vacío el cargador, si es que no lo tenía ya.

Nada más coronar el coloso, qué grande y místico envuelto por la niebla, a cuatro minutos y medio de Kadri y Nieve, que aún pensaba que podía ganar en Hautacam y ser Otxoa pero en un día sin agua ni frío, se lanzó el murciano. No era un salto al abismo. Tenía sentido. Había agua en esa piscina. Al menos, para flotar y no estrellarse. Lo de nadar? Le esperaban unas curvas después Ion Izagirre y Jesús Herrada, los niños que tan bien andan del Movistar, los que deberán llenar el hueco de su jefe, 34 años, cuando se vaya, o lo hagan también Purito, y Samuel, y Contador. Lo harán tan bien como lo han hecho en el Tour y en los Pirineos. Proverbiales y salvadores, dos ángeles, en Saint-Lary y también ayer, cuando se les metió Valverde a rueda y le arrastraron Tourmalet abajo camino de Hautacam. Cogió 20 segundos. La cosa marchaba, rodaba. Hasta que el BMC y la FDJ le arruinaron el plan. Borrón y cuenta nueva. Pero, ¿cuántas plumas se había dejado Valverde en ese gesto?

Se supo luego. O se supo que no iba bien. “Llevo unos días sufriendo mucho”, reconoció después Valverde. Pasó de página en el libro de David García y se encontró con Abraham Olano en el Tour del 97. A la trinchera. Tocaba resistir.

Nadie quiso saber nada de Nibali cuando partió, todo Hautacam aún por sufrir, a la estela de un ataque de Horner. Luchaba el italiano contra Froome y Contador, su recuerdo. Quería quitárselos de encima. Si no están, ¿por qué me persiguen? Arriba en la cima, tras comerse a Nieve a 8 kilómetros, cuarta victoria de etapa ya, creyó haberlo conseguido. ¿Alguna duda ahora? Se lo volvieron a plantear. “¿No cree usted que si Froome y Contador hubiesen estado aquí??”. Ahora es favorito para la crono de mañana en Bergerac. Se juega tanto?

Y Pinot, Peraud y Valverde, el podio. Están en un pañuelo -21 segundos entre el primero y el segundo; 2 más del segundo al tercero- después de que el murciano cediera finalmente a seis kilómetros de meta tras un ataque de Pinot al que ni quiso ni pudo contestar. Eligió administrarse. “Cogí mi ritmo”. Primero, solo. Después, recuperado el aliento, domadas las pulsaciones y tomada la medida a las rampas duras de Hautacam que hicieron hincar la rodilla a Indurain, figúrense, remontó hasta alcanzar el grupo de Bardet, el de Mollema y Ten Dam también, el de Zubeldia, mejor ayer que el miércoles en Saint-Lary para colocarse entre los diez mejores al final del día. “Traté de controlar una diferencia de 30-35 segundos”, explicó luego Valverde. Eso le aseguraba aún el podio. Pero fueron más. 49 segundos en meta con Pinot, que aceleró, fuerte y ágil con lo que llevan de castigo en el Tour, para subirse al segundo puesto; 44 con Peraud, ni brillante ni espectacular, sino agonista, encorvado como un jorobado sobre la bicicleta para resistir junto a Pinot aunque pareciera que se iba a romper en cualquier momento. Con eso logró echar del podio a Valverde por dos segundos.

Muy por delante va Nibali, que tiene ganado el Tour desde los Vosgos pero eso no basta. Quiere dejar atrás los fantasmas de Froome y Contador. Y que le comparen con Merckx. Eso le gusta al CanNibali.