Argeles-Gazost - En Hautacam el ciclismo vasco las ha visto de todos los colores. Unos no hacen más que recordar estos días cómo Indurain dio un golpe mortal a Rominger en el Tour del 94, entre la niebla, para que ganara en la cima Luc Leblanc, que subió a la sombra del navarro. Fue la primera ascensión. Dos años después, qué distinto el cuento, Indurain, herido en los Alpes tras el descalabro de Les Arcs, atacó a Riis queriendo aún ganar el Tour y se estrelló contra el cuerpo largo y duro del danés. Qué mal recuerdo quedó de Hautacam. Hasta que llegó Javier Otxoa en 2000. Su victoria fue de las que hacen olvidarlo todo.
No hay quien no recuerde esa tarde de julio en los Pirineos, fría y húmeda, en la que la niebla envolvió a Otxoa y cuando salió, era una cara desencajada, entre agotada y feliz, iluminada por los flashes de los fotógrafos. El vizcaino consiguió sobrevivir a Armstrong, que le perseguía. Todo ocurrió cerca de Lourdes. ¿Un milagro? Meses después salió con vida del accidente que se llevó por delante a su hermano. Eso sí que lo fue.
Catorce años después, un día de niebla en los Pirineos, Nieve quiso ser Otxoa, emularle. Y pudo serlo, soñó con serlo, cuando coronó el Tourmalet con cuatro minutos y medio de ventaja junto a Kadri, que se dio el gustazo de pasar el primero por ahí y ser recordado para siempre. El ataque de Valverde en el descenso que aceleró el grupo empezó a ponerle las cosas difíciles al navarro. La ambición de Nibali hizo el resto. Cayó Nieve a ocho kilómetros. “Había que intentarlo aunque no estaba al cien por cien, pero otra vez será”, asumió el del Sky, que cuenta entres sus pocas victorias con varias joyas: la etapa reina de la Vuelta de 2010 en Cotobello, apenas dos días después de que Antón cayese a los pies de Peña Cabarga dejándose allí la piel y el maillot rojo de líder; la del Giro de 2011 en los Dolomitas, un día dantesco. La de ayer hubiese sido la tercera reina. La de los Pirineos, donde el ciclismo vasco recuerda las victorias de Loroño en el 53 en Cauterets, las de Indurain -Cauterets también y Luz Ardiden-, o la de Laiseka en 2001. Dos años después logró Mayo triunfar en Alpe d’Huez. Desde entonces, once años, no gana un vasco una etapa en el Tour.