carcassonne - Cuando una noche coge el libro de ruta y lee que en los últimos kilómetros hay una ensalada de rotondas para alcanzar la meta de Nimes, Purito ni se inmuta. “Como si hay 44”, se dice. ¡Qué diferente el Tour desde la distancia! “Pero no te creas”, dice el catalán, “el sufrimiento deportivo es el mismo. Las piernas duelen igual. Aunque es cierto que por las noches duermo mejor”. Sin darle vueltas a la cabeza preocupado dónde habrá trampas, cuándo y cómo soplará el viento y si les pillarán o no. Olvidado de la general y centrado en la lucha por la montaña, “soy un todoterreno, me adapto a lo que sea”, afronta los Pirineos con la calculadora. Echa cuentas. “El miércoles hay 85 puntos en juego y el jueves, 75; el doble de los que hemos logrado hasta ahora”.
¿Era este el Tour que se imaginaba?
-La verdad es que no. Yo pensaba que quizá no habría tanta superioridad de un equipo, en este caso el Astana, y que yo no estaría tan bien en los Alpes. Mi objetivo era estar bien en Pirineos y espero no haberme equivocado.
Entonces, está mejor de lo que pensaba.
-No, lo que digo es que me ha ido mejor. He sumado puntos para la montaña, uno de los objetivos cuando empezó el Tour, que no esperaba. Pero ahora nos encontramos con que en dos etapas hay el doble de puntos que en todo lo que hemos sumado hasta ahora: 85 el miércoles y 75 el jueves. Lo que quiero decir es que la montaña la puede ganar aún alguien que no haya cogido ni un solo punto hasta los Pirineos.
¿Cómo se vive alejado de la pelea por el Tour y el podio?
-Yo soy un todoterreno. Me adapto a lo que sea. Entiendo en todo momento el ciclismo que me toca. Tenía que acostumbrarme a lo que me ha pasado ahora. Tuve la caída en el Giro y sabía que no iba a estar bien y vine aquí con otro objetivo, pero como si me hubiesen dicho que mi misión era tirar del carro para otro. Somos ciclistas y sería una maravilla que todo nos saliese como queremos, pero no es así.
¿Se siente a gusto?
-Este rol no me desagrada. A todos nos gustan los aplausos cuando llegas victorioso, y tener el equipo que te rodea y no te da el aire? Pero hay mucho más ciclismo que ese.
Es difícil ver a un corredor de su nivel sepa reinventarse para luchar por algo que no es la general.
-Eso es problema de ellos. Cada uno entiende el ciclismo a su manera. Yo entiendo que toda oportunidad y toda carrera es buena. Y hablando del maillot de la montaña del Tour, hay mucha gente que se ha hecho famosa gracias a eso. Mira Virenque, por ejemplo. No es un premio pequeño como para andar despreciándolo. Yo siempre me he considerado un amante de este deporte y me va a costar muchísimo dejarlo, por eso aprecio todo lo que da el ciclismo. Todo tiene su valor. No todo es llegar a meta levantar y los brazos y que te vaya de maravilla.
¿Le hacía de antes ilusión el maillot de la montaña?
-Siempre me ha hecho. De hecho, de los recuerdos más bonitos que tengo de una gran vuelta es cuando gané la montaña de la Vuelta en 2005. Es una lucha divertida.
Qué diferente un Tour alejado de la tensión.
-Pero también se sufre atrás. No es que te lleven de valvulín. Digamos que es una dureza deportiva. Acabas las etapas igual de cansado de patas. Disputar la general es meterte ahí delante y muchas veces cerrar los ojos porque sabes que en cualquier momento puede haber un hostión? Tienes que estar por cojones, obligado, porque siempre puede pasar algo. Luego llegas al hotel y casi, casi que las piernas prefieres que ni te las toquen. Necesitas que te trabajen la espalda, los brazos, porque llegas con una tensión en el cuerpo que te duele todo. Ese estrés es el que no vivo ahora.
¿Lo nota? ¿Vive mejor?
-Por las noches duermo más tranquilo. Un día como el de Nimes lo pensaba. Una etapa toda llana, doscientos y pico kilómetros? Si estoy luchando por la general y el día anterior leo el parte meteorológico, el viento que iba a hacer, la lluvia, ya me han dado la noche. Te la pasas dándole a la cabeza, ya verás mañana, a ver si el equipo está atento, a ver si no nos cortamos? Y mira, el otro día leí en el libro de ruta que había veintitantas rotondas en el último kilómetro y como si hay 44, me daba igual. Eso me quito.
¿Es angustioso el Tour?
-Es agonía. No he corrido Roubaix y Flandes, pero esas son un día. El Tour es una carrera que te machaca, te deja guapo. Hay muchísimo estrés porque todo el mundo tiene un objetivo. Las carreteras no son autopistas y todo el mundo quiere estar delante.
Cuando se acaba, respiran.
-Cada vez que la acabo me pongo malo. A los dos o tres días me da el bajón y al hoyo.
Ahora que ha vivido un Tour diferente, ¿se ve de nuevo en la pelea por la general, con lo que ello implica, la tensión, el sinvivir y todo eso?
-Sí, sí. Pero este Tour ya dije desde el principio de temporada que no me iba. No ha habido terreno para romper. Si estuviese disputando, tendría que ir ahora mismo con el tiempo de Nibali para poder aspirar a algo con la crono que hay el último día. Pero si el año que viene se presenta un buen recorrido, está claro que como el Tour no hay ninguna carrera.
¿Le molesta que digan que Purito es un corredor que ha perdido un Giro, una Vuelta y un Mundial?
-No porque es la verdad. La realidad no te puede molestar. Me gusta cómo me ha ido la vida en el ciclismo hasta ahora. Al menos he demostrado que puedo ganar esas cosas.
¿Le condicionan esas derrotas?
-Nunca me han condicionado ni las derrotas ni las victorias. Ni puedes escuchar y creerte cuando ganas que eres el rey, el puto amo, que vuelas; ni puedes hacer caso a que no vales para las generales porque te has quedado en un corte y estás acabado. A la prensa hay que leeros, pero hay que tomárselo con distancia.
Dice que ama la bicicleta, ¿le da vértigo el día que tenga que echar pie a tierra y dejarlo?
-Hay muchas cosas en la vida. Y el ciclismo no es solo ser profesional y andar en bicicleta. A mí me gustaría siempre estar ligado a este deporte sea de la forma que sea. Lo vivo, me divierte y al poco que estoy sin ello lo echo de menos. Pero es verdad que tengo una edad en la que tengo que empezar a pensar y no creo que alargue mucho la retirada. Me gustaría dejarlo estando bien, decente, que se me recuerde, en el momento justo.
¿Cómo sabe uno cuándo es el momento justo?
-Yo ahora tengo muchas ganas. Cuando pasé a profesionales me decía que si llegaba a esta edad ya era mucho. Ahora me he puesto como objetivo los Juegos de Brasil. Si cuando salga de allí veo que aún puedo luchar por una grande, o que el Mundial tiene un recorrido que me va, se puede alargar, pero creo que 2016 es una buena fecha para decidir que hasta aquí hemos llegado.
¿No teme que llegado ese momento intente engañarse a sí mismo para no dejarlo?
-Creo que soy bastante realista en ese aspecto. Aunque lo mismo llega el momento y me ando arrastrando por las carreteras. Ya me avisareis.