DÉCIMA ETAPA

Mulhouse-La Planche. 161,5 Kilómetros

ETAPA

1º. Vincenzo Nibali (Astana) 4h27:26

2º. Thibaut Pinot (FDJ.fr) a 15”

3º. Alejandro Valverde (Movistar) a 20”

10º. Mikel Nieve (Sky) a 55”

GENERAL

1º. Vincenzo Nibali (Astana) 42h33:38

2º. Richie Porte (Sky) a 2:23

3º. Alejandro Valverde (Movistar) a 2:47

15º. Mikel Nieve (Sky) a 6:03

Todo lo que pasa en el Tour ha sucedido ya. Ocaña roto de dolor bajando en col de Mente cuando había amaestrado ya a Merckx hace más de 40 años y hace 11, otro 14 de julio, Joseba Beloki anclado para siempre en una curva del descenso de La Rochette víctima del calor, el asfalto reblandecido y la tensión del acoso a Armstrong. Y no hace tanto, unos días, Froome derribado por la tensión y el miedo antes incluso de pisar el temido pavés, adonde no entró, de donde no salió. Ayer Contador sí salió del descenso del Petit Ballon, pero no de los Vosgos. Se cayó bajando, se levantó, volvió a la bicicleta y 18 kilómetros después se metió en el coche que le sacó del Tour que corre bajo la lluvia y envuelto en la niebla, pero se despeja para Nibali. El italiano ganó en La Planche des Belles Filles tras un ataque a tres kilómetros que no pudo seguir nadie y recuperó el maillot amarillo. Sin Froome ni Contador y con más de dos minutos de ventaja sobre Porte y Valverde, que no pudieron seguirle ayer, nadie duda de que, si el Tour quiere, vaya a seguir así hasta París.

“En pleno descenso, cuando iba a 70 o 80 kilómetros por hora, he cogido algo, un bache, una piedra, no sé qué. Me he dado un golpe fuerte. He intentado seguir, pero no podía”, fue lo que contó Contador antes de que el médico del equipo le radiografiara el cuerpo en busca de lesiones, especialmente en la rodilla derecha, sobre todo eso, antes de decidir mandarle al hospital para que le hicieran una exploración más a fondo. Allí le descubrieron una fractura de tibia, lo que probablemente sepulte su intención, si es que había pensado en ello, de correr la Vuelta y medirse a Froome, el duelo que les ha negado el Tour, que le mandó un mensaje por Twitter al madrileño lamentando lo ocurrido, deseándole una pronta recuperación y esperando verle de nuevo en la carrera española.

En el fondo, pensó Nibali cuando vio a Contador pasarle a toda la velocidad en el descenso del Petit Ballon, dar un bote y, descabalgado, rodar por la tierra, a cualquiera, incluso a él, por qué no, podía pasarle que en unas milésimas de segundo el Tour le mordiera y le echara como si pensara, y supiera que es así, el Tour es Saturno dibujado por Goya devorando a sus hijos. Primero Froome, luego Contador? “La caída había sido muy fea”, dijo también Valverde, que vio a Contador escapársele el manillar de las manos y volar hasta aterrizar en el suelo. Luego, no supo nada más de él hasta el avituallamiento. “Entonces me dijeron que se había retirado”.

No fue tan inmediato. Contador se levantó y se hizo una autorradiografía. Tenía el glúteo izquierdo golpeado. Y la espalda. Y el brazo izquierdo. Le sangraba la rodilla. Sangre caliente en la herida y sangre fría en la cabeza. Estaba tranquilo. Le explicaba sereno a Riis, que había dado un brinco desde el coche y le acariciaba el brazo, lo que sentía. Dolor, sí, pero que seguía. Luego, se sentó en el recodo de la carretera, sobre la hierba húmeda y la tierra, dobló la rodilla izquierda y se echó las manos a la zapatilla blanca, mojada y reventada. Trató de arreglar uno de los ajustes mientras Faustino, su mecánico, más nervioso y tenso, le intentaba ayudar y cuatro manos acosaban a la ruleta que tira del cable para que el pie esté fijo en la zapatilla y siente como un guante. Finalmente, cinco minutos después, se subió a la bicicleta y reemprendió la marcha.

Rodilla mordida Tenía la rodilla vendada y el gesto serio. Se acercó al coche del Tinkoff para que Faustino le ajustara el freno trasero. Y luego se fue a la ventanilla de la ambulancia a que le siguieran tapando las heridas. ¡Tenía tantas! Pero solo una le dolía. Volvió a bajar al coche y se echó la mano izquierda sobre la venda para acariciar la rodilla mordida. Les debió de decir, contó luego el director del Tinkoff, que el dolor era más fuerte que el deseo de seguir y no renunciar al sueño del Tour que veía, impotente, cómo se le escurría entre los dedos. Iba ya cuatro minutos por delante, en el grupo de Nibali que había lanzado la cuestión a Porte y, también, a su director, Martinelli que lo fue antes de Contador en el Astana y que lo era, por ejemplo, cuando el asunto de la cadena de Andy en el Port de Balés. En el fondo, Nibali, que le había visto caer y había temido por su propio destino, sabía lo que le esperaba a Contador como sabía que era inútil esperar y que todo seguía su curso, la vida, el Tour, Contador era una muerte más en la batalla, otro caído, un nombre más que engordaba la lista de bajas, y la realidad era Kwiatkowski, que avanzaba hacia Las Belles Filles, por los Vosgos, tirado por un tanque, Tony Martin. “Había que preocuparse por él”, admitió el italiano.

Y había que olvidarse de Contador, que subió el Platzerwasel como pudo, mal, dolorido, cojo, con la rodilla tocada y el alma rota hasta que, envuelto por la niebla, le pasó el brazo por la espalda a Michael Rogers y se despidió de él. Y del Tour.

El Tour no le ama. No quiere a Contador. Le rechaza. Ganó el de 2007, no fue invitado en 2008, volvió a ganar en 2009 y después, cuando los campeones pasados, Merckx, Hinault, Indurain y esta cuadrilla, le estaban haciendo un hueco en su adosado del Olimpo -“es uno de los nuestros”, decían- su idilio se truncó. Perdió el de 2010 que había ganado por el asunto del solomillo; corrió el de 2011, pero caído varias veces la primera semana, dolorido en la rodilla que se trató con acupuntura, cedió ante Andy en el Galibier; en 2012 no estuvo, y en 2013 Froome le hizo hincar la rodilla que ayer, envuelta en sangre, lloraba su despedida.

Purito... y Nibali Y no lloró Nibali, que con un portentoso ataque a tres kilómetros de la meta atrapó a Purito, que iba por delante pensando que podía ganar la etapa -formaba en el grupo de Kwiatkowski, que reventó antes, y como consuelo el catalán ya viste el maillot de la montaña que buscaba- y entendió que no cuando vio la marcha que llevaba el italiano, pero sí lamentó que no hubiese estado a su lado Contador para no tener que responder a preguntas como la que le lanzaron y ponía ya en duda el valor de su victoria en el Tour, que se da por hecha y queda tanto, porque no están ya ni Froome ni Contador, los dos mejores, mientras Porte, segundo, está ya a 2:23 y Valverde, tercero, a 2:47. “Pero yo ya tenía ventaja antes de que Contador se cayera”, se defendió Nibali. “Y yo ya había demostrado”, prosiguió, “que el duelo con Contador iba a ser un gran duelo, pero claro, eso ya es difícil saberlo”. Como es difícil saber cuándo el Tour volverá a amar a Contador.