Bilbao - Lo más llamativo de la París-Roubaix no fue el polvo pegado como una costra en las piernas y el rostros de los ciclistas, la ausencia de el agua, dónde está el infierno, el barro, el frío, el miedo en los ojos; no fue la velocidad, viento a favor y 45,5 kilómetros por hora; ni lo fue, no siempre puede ganar el mismo, que Cancellara no igualara a Boonen y De Vlaeminck, ni que Boonen no superara a la leyenda flamenca; lo más sorprendente fue ver a Bradley Wiggins, un hombre Tour, ganador de la carrera francesa hace apenas dos años, luchando por vencer en el velódromo de Roubaix cuando la carrera eligió a los once más fuertes en el anteúltimo tramo adoquinado, a apenas nueve kilómetros de que todo acabara. Cuando se habla del Tour y de la Roubaix, así mezclados, se habla con respeto de Eddy Merckx, que se coronó cinco veces en París y tres en el velódromo pero solo en una ocasión, en 1970, logró sumar ambos éxitos en una misma temporada. Se menciona, claro, a Hinault, que odiaba la clásica del pavés pero que, sabedor de que en su vitrina quedaría un hueco vacío sin esa piedra, se lanzó a ganarla en 1981, el mismo año que conquistó su tercer Tour. Fignon, el último ganador de la Grande Boucle al que se le recuerda en el podio de la Roubaix, acabó tercero en la edición de 1988. Un año después, se quedó a 8 segundos de ganar su tercer Tour. Ayer Wiggins, hijo de la pista, acabó noveno en el velódromo. El mismo puesto que Greg Lemond en 1992. Desde entonces, ningún ganador del Tour había cruzado esa frontera.
Ni ningún holandés había ganado en Roubaix desde 2001, cuando Servais Knaven derrotó a Museeuw y Vainsteins, hasta que ayer Niki Terpstra, dos veces campeón de Holanda, ganador de algunas clásicas menores y una etapa de la Dauphiné en 2009, tercero el año pasado en Roubaix tras Cancellara y Vanmarcke, vio su oportunidad a cinco kilómetros de meta, con la carrera en vilo y un grupo de once corredores entre los que estaban sus compañeros Boonen y Stybar. Atacó poco después de que lo intentara Wiggins, al que sujetaron rápido, y el golpe estratégico le dio resultado. En el grupo todos se miraron y alcanzó una veintena de segundos insalvables.
"De niño soñaba con esto. Es el mejor día de mi carrera. Roubaix se adapta bien a mis características, pero la carrera ha sido una locura. Es increíble ganar una gran clásica", dijo el holandés, a quien siguieron hasta en el podio el alemán Degenkolb, orgulloso del segundo puesto, y Fabian Cancellara, que no logró repetir su doblete Flandes-Roubaix del año pasado ni igualar las cuatro victorias de Boonen y De Vlaeminck, pero sumó su 12º podio consecutivo en los monumentos (Milán-San Remo, Flandes y Roubaix, pues Lieja y Lombardía no los ha corrido) que ha disputado. "Corría para ganar y no lo he logrado, así que no puedo estar satisfecho", valoró el suizo. "Pero este era el mejor resultado que podía conseguir, no pude hacer más. Solo Vanmarcke cooperaba, el resto de corredores no colaboraban".
El mejor vasco fue Imanol Erviti, 61º a más de siete minutos, mientras que Egoitz García concluyó su segunda Roubaix 82º, a casi diez minutos de Terpstra. En ese mismo grupo viajaba Markel Irizar, miembro de la guardia de Cancellara en las clásicas del norte que finalizan con la París-Roubaix. Ahora, es el turno de las Ardenas, con la disputa este domingo de la Amstel Gold Race y, después, la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja. - A. L.
1. Niki Terpstra (Omega)6h09:01
2. J. Degenkolb (Giant)a 20''
3. Fabian Cancellara (Trek)m.t.
4. Sep Vanmarcke (Belkin)m.t.
5. Zdenek Stybar (Omega)m.t.
6. Peter Sagan (Cannondale)m.t.
7. Geraint Thomas (Sky)m.t.
8. S. Langeveld (Garmin)m.t.
9. Bradley Wiggins (Sky)m.t.
61. I. Erviti (Movistar)a 7:06
82. Egoitz García (Cof.)a 9:55
94. Markel Irizar (Trek)m.t.