bilbao

La historia de 2011 empieza y acaba en Contador. Un pedazo de carne es el hilo conductor. El solomillo del Tour de 2010, el de Irun. La transición hacia 2011 va a lomos de ese caballo. El positivo por clembuterol, la contaminación alimentaria, la sanción... La guerra se libra en un campo científico-jurídico milimétrico. Cuentan hasta las comas, los decimales... La primera batalla la gana el ciclista, al que la Federación declara inocente. En Algarve, febrero, empieza a correr. La de Contador es una temporada de mil batallas. Lucha contra todo y contra todos. Su caso lo empujan al TAS la AMA y la UCI. Ahí tiene gregarios de lujo. Abogados y expertos de renombre. La carretera es su altavoz. Hablan él y su bicicleta. Es un discurso rabioso. Lo gana casi todo hasta el Giro. Luego, se concentra para el Tour. Lo pierde. Y, sin embargo, sale fortalecido. Por bravo. El año lo cierra Contador ante el TAS. Hablando sobre el solomillo. Aún no hay veredicto.

El año volcánico de Contador es también el año de Philippe Gilbert, demoledor en las clásicas (Eroica, Amstel, Flecha, Lieja, Donostia...). Y, claro, el de Cadel Evans, el primer australiano y el primer biker que gana el Tour de Francia a los 35 años mientras Andy Schleck, segundo por tercer año consecutivo, parece perseguir una quimera. Y el de los ingleses: Cavendish ganó el primer Mundial británico desde Simpson en el 65, y Froome y Wiggins estuvieron en el podio de la Vuelta. Les ganó Juanjo Cobo. Era la Vuelta de Antón, que, fundido, resurgió para lograr en Bilbao el triunfo de su vida. En mayo había dado a Euskaltel la primera victoria de su historia en el Giro. El triplete, lo completó Samuel en el Tour, en Luz Ardiden, diez años después de Laiseka. Sobre eso va la temporada. Eso y la pérdida dolorosa e irreparable de Xavi Tondo.

Tour de francia-Alpe d´huez

La obra magna de Contador

Contador gana el Giro pero el Tour es otra cosa. Empieza mal. Sobre la arena del coliseo que acoge la presentación, el público francés silba al español. Su duelo con Schleck, el asunto del solomillo... Contador corre en varios frentes. Así que lo único que desea es que arranque la carrera. Y arranca. Con disgusto. Una caída a menos de diez de meta le hace perder más de un minuto. Samuel se duele con él. El tricampeón del Tour corre desde entonces al contragolpe. Se cae y se levanta. Es entonces cuando empieza a ganarse el corazón de los franceses. Cesan los silbidos. En Alpe d'Huez los cambiará por halagos. En el Galibier se hunde y pierde el Tour tras el ataque antológico de Andy que no acaba con Evans. Entre ellos se juegan el Tour. Contador corre a otra cosa. Por orgullo. Incendia la corta etapa final en los Alpes en el Telegraphe. Le sigue Andy. Insiste en el Galibier. Y tras ser cazado en el llano, vuelve a despegar en el Alpe d'Huez. Solo Rolland y Samuel le superan. No importa. Esa derrota es la obra magna de Contador.

El mejor: gilbert

Barredo, barrido

Gilbert es un caníbal. "Quiero ganar todas las clásicas", dice bajo el sol de julio, recién concluido el Tour. Acaba de ganar la Clásica de Donostia y la manera en que lo ha hecho resume su condición de indomable. Lo cuenta Barredo, segundo en meta, con incredulidad. A poco de meta, en Miracruz, el asturiano marcha primero y solo, pero gira el cuello y reconoce al fondo la figura del campeón de Bélgica. Es Gilbert. Está lejos. Espera su llegada. No pasan dos segundos hasta que vuelve a buscarle con la mirada. Esta vez se sobrecoge. El belga está encima. Increíble. Le pasa como un obús. Le barre. Barredo ni se inmuta. A meta llega acongojado. Es la enésima exhibición del año de Gilbert, que, desdibujado Cancellara, se convierte en el rey de las clásicas. En primavera logra un hito: encadena los triunfos en Amstel, Flecha y Lieja. En julio gana la primera etapa del Tour. Luego destroza a sus rivales en Donostia. La cuerda no le llega para hacer lo mismo en el Mundial de Copenhague, demasiado llano.

La tragedia

Hasta siempre, Tondo

Serían sobre las 10.00 de la mañana. Era mayo. El 23. Contador era dueño del Giro, que descansaba por segunda vez tras la avalancha de Nieve en los Dolomitas. Reinaba la calma. Hasta que se hizo añicos. Xavi Tondo ha muerto, se supo, y la noticia, sin necesidad de más matices, cayó como una bomba atómica en el hotel donde reposaba el Movistar, su equipo. Los ojos del ciclismo enrojecieron. ¡Qué dolor! Nadie se lo explicaba. Menos aún cuando se supo cómo pasó. Ocurrió en Sierra Nevada, donde el catalán estaba concentrado, junto a Beñat Intxausti, preparando el Tour. Ambos salían en coche del garaje y un cúmulo de despropósitos acabó con Tondo tendido inerte en el suelo. Había muerto en un instante después de que su cuello quedase atrapado entre la puerta del garaje y la del coche. Intxausti vivió todo la escena despavorido. Nadie olvidará a Tondo y su pasión ciclista. La tragedia llegó solo días después de que el belga Wouter Weylandt perdiera la vida tras una caída en un descenso del Giro.

Samuel, como Laiseka

La magia de Luz Ardiden

Cuatro días antes de que el Tour de Francia comience en la región de la Vendée, DEIA invita a Roberto Laiseka a regresar al pasado. "¿Vamos a Luz Ardiden a recordar la que liaste hace diez años?", le preguntan y, no sin rechistar, accede porque no sabe decir que no. A Roberto le cuesta ponerle buena cara a un día húmedo y gris. El viaje hasta los Pirineos es un quejido continuo que cesa en cuanto el vizcaino vuelve a subirse a la bicicleta a los pies de Luz Ardiden. Durante once kilómetros de subida recuerda su gesta en el Tour: la primera victoria de etapa de Euskaltel-Euskadi en la carrera francesa. Cuando llega arriba, entre la niebla, Laiseka está emocionado. Recuerda el saludo de Armstrong en el podio -"Congratulations vasco loco"-, la histeria de la marea naranja, la repercusión... Ya no protesta. Todo lo contrario: "Me alegro de que me hayas traído", reconoce. El viaje es el presagio de lo que va a ocurrir días más tarde. Cuando el Tour trepa de nuevo hasta la estación de esquí pirenaica, Samuel Sánchez, que ha atacado bajando el Tourmalet, a lo Indurain, va camino de emular al vizcaino. Lo hace en un final agónico y trepidante que engrandece su primer triunfo de etapa en el Tour, diez años después del primero y en el mismo escenario. Luz Ardiden es la montaña mágica de Euskaltel. Samuel hará de nuevo historia para el equipo vasco unos días después, en París, adonde llega vestido con el maillot de rey de la montaña.

Vuelta a españa

Minuto de oro en Peña Cabarga

La Vuelta 2011 no hay quien la descifre. La distorsiona el calor asfixiante de las primeras etapas del sur, que funde a su gran favorito, Igor Antón. Las demás figuras van cayendo con los días. Menchov, Joaquim Rodríguez... Cuando la carrera afronta el infierno montañoso de la cornisa cantábrica, el paisaje es inesperado: manejan la Vuelta los ingleses del Sky, con el líder Wiggins, que ha sobrevivido al calor porque se ha preparado en el garaje de su casa rodeado de estufas, y su escudero Froome, un atípico keniano que se destapa en la crono de Salamanca. Pocos se imaginan entonces que Juanjo Cobo, El bisonte, va a salir en estampida. Primero en La Farrapona; luego, en el Angliru, la cuesta de las vacas. Cobo se siente allí tan poderoso que hasta se salta la estrategia prevista. "Me marcho ya", le dice a Matxín al poco de entrar en la parte decisiva. Nadie puede retenerle. "Pues venga", se resigna el director vizcaino. Arriba es líder de la Vuelta. Se defiende días después en Peña Cabarga, una cuesta a un puñado de kilómetros de su casa que, paradójico, no conoce. Lo paga. Eso y su osadía. Le asedia Froome, que logra despegarse en el último kilómetro y solo una recuperación milagrosa permite a Cobo regresar a la rueda del keniano. Ocurre todo en un minuto apasionante, de oro.

La Vuelta regresa a euskadi

El triunfo soñado de Antón

La Vuelta a España regresa a Euskadi tras 33 años de ausencia y su desembarco en Bilbao se ajusta al guion de un sueño. El sueño es el de Igor Antón, que, apartado del triunfo en la Vuelta al que aspiraba en Benidorm, vuela entre la muchedumbre que abarrota El Vivero, el puerto donde se hizo ciclista, y se presenta solo en Bilbao. Nadie mejor que él define el momento: "Con este triunfo ya me puedo retirar".