El duelo materno no es exclusivo de los seres humanos. Se ha podido comprobar en numerosos casos en el mundo animal cómo hay madres que viven días, semanas e incluso meses velando el cuerpo de su cría fallecida hasta que consiguen superar la tristeza y reemprender una vida más o menos normal asumiendo la pérdida irreparable.

Siete meses en brazos de su madre

Un caso llamativo y cercano sobre este duelo materno lo ha protagonizado Natalia, una de las chimpancés del Bioparc de Valencia, un parque zoológico situado en la capital levantina, que ha tenido durante siete meses en sus brazos el cuerpo de su cría, que falleció días después de nacer, hasta que por fin lo depositó en la hierba el pasado sábado, dando por finalizado el duelo.

Natalia parió en febrero sólo unos días después de su hermana Noelia, que trajo al mundo a Cala.

Aunque la cría mostró una actividad normal hasta el día antes de su muerte, falleció a los catorce días, quizá porque la madre no tenía leche suficiente, y no se pudo hacer nada por su vida.

Con el cuerpo a todas martes

Entonces comenzó el duelo, que es habitual en el mundo de los chimpancés, aunque cuando sucede lo normal es que dure unas horas, días o semanas. Los hay también de meses, pero es muy sorprendente que en el caso de Natalia haya durado más de medio año. Durante los primeros días acariciaba y besaba el cuerpo de su cría (recibiendo continuos abrazos de consuelo del padre y de su hermana), pero pronto asumió que había fallecido, aunque aun así no se separaba en ningún momento de ella, llevándola a todas partes.

Los cuidadores del parque decidieron no intervenir porque consideraron normal el duelo y porque vieron que Natalia seguía socializando con normalidad con su familia. No quisieron ni quitarle el cuerpo de la cría ni esconder a ambas de las miradas del público, sino que han explicado a los visitantes del parque durante estos meses lo que sucedía, consiguiendo que empatizaran con el sufrimiento de la madre.

'Natalia', ya sin el cuerpo de su cría. Bioparc Valencia

Fin del duelo

Finalmente el pasado sábado, Natalia depositó sobre la hierba el cuerpo de su cría, ya lógicamente en un avanzado estado de descomposición, y los cuidadores lo retiraron, considerando que el duelo había terminado de forma totalmente natural y que eso era lo mejor que podían haber hecho para el bienestar de los animales. Haber intervenido antes podía haber desestabilizado a la familia y no era conveniente al haber otra cría, Cala, entre sus miembros, que ya alcanza los ocho meses.