No es la primera vez que pasa, pero no por ello deja de ser un hecho peligrosísimo que pone en peligro vidas humanas. Tres niños decidieron pasar su tiempo libre acercándose a un lado de una carretera general para lanzar piedras a los coches que circulaban por ella con la intención clara y evidente de alcanzarlos.

En una carretera de Segovia

Como puede comprobarse en el vídeo, los menores se divierten lanzando piedras a los coches, que circulan a gran velocidad por la Nacional 603, a la altura de la localidad segoviana de Los Ángeles de San Rafael, cerca de Madrid. En la grabación se ve cómo al menos impactan en cuatro vehículos, sin que al parecer causen más daños que los pudieran generar en la carrocería o en los cristales, ya que podrían haber provocado un accidente (o más de uno) por el susto que produce un golpe así a los conductores y que les puede llevar a perder el control del coche.

Los niños, a quienes se ve felices con su acción (“¡Ole!”, se le oye decir a uno riéndose al acertar de lleno con el lanzamiento de su piedra) quisieron además presumir de su incivismo subiendo esos vídeos a sus stories de Instagram. “No fallo una”, escribe uno de ellos sobre la grabación.

Grabación viral

Las imágenes las ha compartido la aplicación de X (red social antes conocida como Twitter) la cuenta SocialDrive (@SocialDrive_es), que se dedica a subir vídeos y fotos de situaciones de todo tipo que suceden en las carreteras. En apenas unas horas han alcanzado 350.000 visualizaciones y generado cientos de comentarios, principalmente de crítica hacia esos niños y a la educación que habrán recibido. También hay quien recuerda que hechos similares han provocado en el pasado accidentes con muertos.

Identificados por la Guardia Civil

Gracias a la inconsciencia de los jóvenes de, además de arrojar las piedras, subir el vídeo a sus redes sociales, la Guardia Civil de Segovia ha podido identificar a tres menores, que serían los presuntos autores de los hechos. El Cuerpo policial recuerda que lanzar piedras a la circulación es una práctica muy peligrosa (por la imprevisible reacción de los conductores) y una conducta tipificada en el Código Penal (artículo 385) como delito contra la seguridad vial, que puede llegar a ser castigado con una pena de prisión de seis meses a dos años o una multa de 12 a 24 meses y trabajos en beneficio de la comunidad de 10 a 40 días.