Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón”, dijo Gabriel García Márquez, idea que encaja en la historia que hoy vengo a contarles, la entrega de las distinciones en la XVII edición de los Bihotza Sariak que premia a ocho entidades con gran corazón por su trabajo social en 2025 y que ayer se celebró en Bilborock. No llegó a la cita, aún convaleciente, el presidente de BilbaoHistoriko, Borja Elorza, en cuyo nombre asistió Jujo Ortiz, encargado de dar la bienvenida a Juan Mari Aburto alcalde de Bilbao; Amaia Antxustegi, diputada foral de Acción Social, y Txema Ezkerra, director de Diversidad, Convivencia y Solidaridad Intergeneracional del Gobierno Vasco. Este galardón, concedido por un numeroso grupo de profesionales de los medios de comunicación, entre los que participa DEIA (Sara Cortés y Sandra Atutxa fueron las embajadoras...), cumple su décimo séptima edición y honra a quienes, con su responsabilidad social, solidaridad y pasión por Bilbao, Bizkaia y Euskadi, demuestran un gran corazón. Para todos ellos, ya les digo, olvidar resulta todo un imposible.

Hubo, porque la vida de vez en cuando se vuelve así de cabrona, un homenaje a Iñaki García Ergüin, acreedor al Bihotza Ibilbidea poco antes de su fallecimiento (lo recogió su hijo del mismo nombre...), un artista inolvidable. Además de esta ceremonia se diría que casi íntima, recibieron las distinciones de este año Ramón Barea, presidente de Pabellón 6; la gente de Aspace, Mila Guillón, en nombre de la Asociación contra el cáncer; Elena Valverde, coordinadora de Cear Euskadi; Tito Borja y Mari Carmen Jiménez, en nombre de Nervipen; Gorka López Arantzamendi y Anabell Cedeño, de Cine Invisible; y Ramón Tejedor, Sara Minniti y Jokin Cortezón, de Argi Fundazioa en un acto presidido por Koldo Campo que tuvo, como acostumbra, un baño de sentimientos que empapó a los medios entregadores, a lo premiados y a la gran corte de invitados.