Hay personas así, hombres y mujeres que van por la vida con la sonrisa puesta y la felicidad por bandera. O por txapela, como ocurre en el caso que hoy nos ocupa. Antes de que me sumerja en lo sucedido ayer en la calle Barrainkua, permítanme un apunte a vuelapluma, casi como le brotaban sus dibujos y caricaturas desde el ingenio. K-Toño Frade, quien este año hubiese cumplido ochenta años, fue el antídoto contra los sosainas y los sinsorgos, dicho sea en ese lenguaje txirene del que fue catedrático cum laude. El nieto del artista vidriero y pergaminista Antonio Frade y el hijo del dibujante, cartelista y periodista Juan Antonio Frade, K-Toño, de quien heredó su huella, se llamaba Juan Antonio Villar Frade (tanto da que él prefiriese que le llamasen Jon Andoni, el nombre inmortal fue el de K-Toño...) y cosechó una gavilla de amigos en Bilbao, la tierra que tanto amó. Y si me permiten decírselo al microscopio, en Indautxu, el barrio que tanto quiso.

Camino ayer de Barrainkua, donde sucedió lo que vengo a contarles, tropecé con un puñado de gente que entraba y salía del Residence, el pub que ama al rugby y al whisky. Celebraban 22 años desde que Manu Iturregi hizo de su sueño una gran realidad. Pablo Almaraz, a la voz y a la guitarra, e Israel Santamaría al piano les marcaban un ritmo folk.

Disculpen, no caeré en más distracciones. Lo que venía a contarles es que el Centro Municipal de Abando, vecino de ese universo escocés, inauguró ayer la exposición homenaje a K-Toño Frade en el año en que hubiese celebrado su 80 cumpleaños. El sello editorial Bilbao Gloria Mundi de Ediciones El Gallo de Oro con Beñat Arginzoniz, María de Azeredo y Sheila Berzosa organizó la vorágine Patxi Herranz llevó la voz cantante en la tarde.

La muestra, puro estallido de color y vida txirene, nació del impulso de un grupo de amigos de K-Toño a la que no llamo cuadrilla porque proceden de muy diversas latitudes. Se presentan como KToñanos y siguen en el empeño de no olvidarle (no en vano, planean instaurar el Día kToñano cada 17 de marzo, fecha de su cumpleaños...) y se llaman Piru Azua, Kepa Elejoste, Boni García, Marino Montero, Josu Orue-Etxebarria, Asier Sanz y Joserra Taranco. Ellos han invocado a la gente que cercana a K-Toño para que prestasen obra del forofogoitia de Indautxu para darle contenido a la exposición. Digamos que a ese propósito se sumó toda una legión compuesta por Marieli Oviedo, Pablo Juaristi Oria, Elisabet, Txema Córdoba, Álvaro Díaz de Lezana, Carmen Paul; el Club Cocherito, con todavía Sabino Gutiérrez, al frente; Julio Alegría, Jose Mari Amantes, embajador de Moskotarrak; Fernando Rueda Olabarria, Hotel Indautxu y Hotel Domine, con Javier Campuzano de patrón; La Gota de Leche, cuna de Julio Piñeiro, Arturo Trueba, Pedro María Díaz-Emparanza; la Peña del Athletic Casco Viejo que gobierna Moisés San Pelayo, El huevo frito de José Pereda; la Asociación Vasca de Periodistas que preside Amaia Goikoetxea, Jon de Miguel, desde Taberna Plaza Nueva Eder Montero, Eduardo Garay, Josune Doiz, Tomas Ruiz,, Sergio Cabana Santiago, Enrique Thate, el hotel Abando, el periódico Bilbao, Irune Martín, María Jesús Cava, Patxo Uribarri, Iñigo Olaizola, Tomas Epalza y la Red de Bibliotecas de Bilbao.

La inmensa mayoría de esa gente estuvo ayer presente, en una puesta de largo presidida por el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto y la compañera de vida de K-Toño, Begoña Picaza (no faltaron las tres hijas de ambos, Andoliñe, Elixabete y Mirentxu Frade y demás familia...) a la que se sumaron Gonzalo Olabarria, Itziar Urtasun, Esteban Goti, Santiago Apodaca, José María Zapatero, Mari Nieves Molinuevo, Fernando Zamora, Misere Josephe, Juan José Sánchez, Sol Aguirre, Jorge Aio, Luis Arbiol, Janire Torbisco, Mariapi Alza, Aitor Bilbao y ni sé cuánta gente más.