La primera bicicleta que tuvo en propiedad, más allá de las prestadas que tanto usó, era de las llamadas de mujer. Se la había comprado su madre para que pudiese desplazarse a su lugar de trabajo y con ella participó en su primera carrera. Le cambió el manillar por uno de carreras. Sus hermanas le confeccionaron un maillot con una tela de colchón y un calzón blanco al que pidió que le pusieran dos franjas rojas para que supieran que era del Athletic. Ya iba dejando sello. ¿Quién?, se preguntarán los más jóvenes. Les hablo de Jesús Loroño, quien ayer hubiese cumplido 100 años. Aquella primera carrera, les digo, acabó mal. Llegó cuando estaban recogiendo la meta. No volvería a suceder. Ya en su segunda carrera hizo un Poulidor (un segundo puesto, para los no avisados...) y ahí comenzó su leyenda. No por nada, en 1953 ya participa en el Tour de Francia y vive lo que él llamaba el día del Aubisque. Loroño aprovechó que había un paso a nivel cerrándose y logró pasar mientras el pelotón quedaba cortado. Delante de él había tres fugados. Cuando empezó el Aubisque, Loroño dio caza a los escapados y continuó como un loco hacia la cima. Ganó la etapa. Ese Tour del 53 lo terminó el 50 en la general pero dejó su huella de gran escalador ganando el maillot de la montaña.

De este estilo hay mil y un historias y anécdotas que contar en torno a su figura. Como aquella Vuelta a España del 57 que le ganó a Federico Martín Bahamontes recortándole los 15 minutos de ventaja que le llevaba camino de Tortosa. Ahí nacería una rivalidad entre bahamontistas y loroñistas, un pique de los años 50, cuando en las cunetas se escuchaba ¡Aupa Loroño! porque cualquier otro tipo de expresión estaba vigilada y se diría que casi prohibida.

Ayer hubiese cumplido los 100, como les decía, aunque Jesús se fue casi con el siglo XX, el suyo. Lo recordaron en una charla-coloquio organizada en Bizkaia Aretoa, en el salón mitxelena para más señas. Figuras de la talla de Miguel Indurain, Abraham Olano, Marino Lejarreta, Julián Gorospe, Luis Zubero, Luis Otaño, Josean Martínez Matxin, descubridor de Tadej Pogacar, Iban Mayo o Roberto Laiseka, sin olvidar a nombres propios como los de Carlos Echevarria, Pedro Mari Ugarte, José Manuel y Fernando Sarasua, Emilio Mandaluniz, Asier Bergara, Joserra Lamikiz o José Luis Núñez, entre otros; el director de la Vuelta a España, Javier Guillén, Mikel Martínez y mucha otra gente del pedaleo homenajearon al legendario Jesús, considerado por muchos el primer gran referente del ciclismo vasco.

A la cita multitudinaria tampoco faltaron los hijos de Jesús, Josu e Idoia Loroño, y familia como Darío Lafuente, Argi Bengoa, Markel Loroño y Anatz e Ibai Lafuente, entre otros. Junto a ellos se sumaron a la celebración el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; la alcaldesa de Getxo, Amaia Agirre; la diputada foral Leixuri Arrizabalaga, el director de Deportes, Carlos Sergio, Marcos Muro; el director general de Grupo Noticias, Juan José Baños, quien se inmortalizó junto a José Ángel Iribar, Fran Yeste, Izaskun Arana y Pablo Otaolea; José Antonio Nielfa La Otxoa; gente del Athletic como el expresidentes –José María Arrate y José Julián Lertxundi, junto a su hija Amaia, pongamos por caso...– además de Andoni Goikoetxea, Daniel Ruiz Bazán Dani, Txato Núñez, Aitor Larrazabal, Txema Noriega, Carlos Ruiz, Ricardo Arrien, Manolo Delgado, Juanjo Campa, José María Amorrortu o Juan Carlos Ercoreca, entre otros; Juan Gondra, Ibon Uriarte, Jesús Mari y Josu Agirrezabala, parientes de Kepa, Juan Carlos Vitoria, Fausto Ruiz, María del Río, Jone Goirizelaia, Iñigo Eguzkitza; el alpinista Juanjo San Sebastián, Kirru Ossa, Juan Carlos Latxaga, Fernando Gazpio, Norberto Ojinaga, Jon Zarate y ni les cuento cuánta gente más, toda ella emocionada.