EL cartel que lo anuncia, de trazo fino, recrea la fuerza de un puño cerrado. Recuerda, por si les orienta, a las manos abiertas que aparecían en las entradas de José Ángel Iribar en su partido de despedida en San Mamés, allá por principios de los años ochenta del pasado siglo. Tras su gira por las ciudades austríacas de Linz y Salzburgo, Euskadiko Orkestra retomó ayer su temporada de conciertos en Euskadi con el estreno de la obra Chillida-Elogios, de Antonio Lauzurika (hablamos de uno de los autores más relevantes entre los surgidos de la escuela compositiva que fundó Carmelo Bernaola en Vitoria...). obra encargo compuesta en homenaje al centenario del nacimiento del propio Eduardo Chillida (Donosti, 10 de enero de 1924) que pudo escucharse en el Palacio Euskalduna, entre paréntesis de otras dos obras: una oscura, ya que Joseph Haydn apodó La noche a su Sinfonía nº 8, completando una trilogía junto a las sinfonías Sexta, La mañana, y Séptima, El mediodía, y la otra, la Sinfonía nº 3 de Sergei Rachmaninoff, pura alegría al decir de los melómanos.

El estreno, bajo la batuta de Robert Treviño, tuvo unos preámbulos alborotados, habida cuenta que en el interior de palacio se vendían entradas para la representación de la obra Die ersten Menschen pieza que orbita sobre los primeros humanos sobre la tierra que tendrá lugar... ¡en el teatro Arriaga!, allá por el mes de abril, también de la mano de Euskadiko Orkestra. La gente iba entremezclándose, un punto desorientada. “Preguntando se llega a Roma”, comentaba José Maria Hernández, uno de los confusos.

Entremos en materia. En el vestíbulo se encontraba Oriol Roch Izard, director general de Euskadiko Orkestra, acompañado por el propio Antonio Lauzirika y su gente (Ana Parra, Enma Pérez, Enma Lauzirika y María Lauzirika para más señas...), Josune Ariztondo, Natxo de Felipe, leyenda viva de Oskorri; Jesús Fernández Urbina (hablaba maravillas del trabajo escultórico de Cova Ordaz que se presenta hoy... ), Ana Salinas; los franceses Philippe Mongabure, Maglis Moumha y Cecile Mongabure, Lucía Timpanaro; el recreador de tiempos históricos, Fernando Botanz, un viajero en el tiempo que salta a menudo al pasado pero que ahora mira al futuro y cuenta los días para el desfile Bilbao 1900; Itziar Goitia, Conchita Alegría y Bittor Goitia, quienes acudieron al homenaje sinfónico a Chillida; Uxue Urresti, Elixabete Legarda, Ikerne Garamendi y Aitor Urresti; las hermanas Esther y Nieves Tejedor, Mercedes Mesa, Albina Villoria, Carmen Zarate, Ignacio Martínez, Mará Isabel Ortega, María Jesús Bilbao, José Luis García, José María Bengoetxea, Karmele Urkijo, Joseba Palacios, María Jesús Echevarría, Izaskun Goyarrola, y un buen puñado de hombres y mujeres que se acercaron para escuchar el recuerdo de Chillida, un hombre al que tanto le cabía en un puño cerrado.