CUENTA una tradición de la liturgia cristiana que el día de la boda de Cecilia cantantibus organis, es decir, “mientras sonaban los órganos...”, ella cantaba, mientras que otra tradición asegura que lo que decían los textos es que rezaba candentibus organis, es decir, mientras se quemaban los instrumentos de tortura. En 1594 el Papa Gregorio XIII nombró a Santa Cecilia patrona de los músicos. Había muerto un 22 de noviembre...
Esa fue la fecha escogida, hizo ayer sesenta años, para que en 1963 se escuchase el primer concierto de la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao, allá en Miraballes, con Josu Loroño a la cabeza, espolvoreando sus sueños por las tierras vascas. Hoy son sus hijos, Amagoia y Asier Loroño, los que portan el testigo. Mantienen en llamas el sueño y lo celebraron ayer con la ilusión corriéndoles por las venas, con brazos robustos y el alma sembrada de armonías. No en vano, organizaron un concierto conmemorativo de los 60 años de vida en el Museo Guggenheim. Arrancó este paseo por el jardín de las melodías con el Caserío de Jesús Guridi, y fue yéndose hacia las Cuatro Melodías Vascas de la música popular, dos obras de su aita, Josu Loroño (Eusko Erain y Una noche en París), boleros de Carmelo Larrea y unas suites con diversas variaciones de la universal canción Cumpleaños feliz. Fue todo un despliegue de los vientos, en ocasiones borrascas y en otras brisas.
Cuánto disfrutó el gentío con una gala presentada por Agurtzane Bilbao y Joseba Solozabal. A la cita acudieron el consejero Bingen Zupiria; gestores de la cultura como Leizuri Arrizabalaga, Gonzalo Olabarria, Begoña de Ibarra o Iñaki López de Aguileta; el subdelegado del Gobierno, Vicente Reyes; la consejera Gotzone Sagardui, Ibon Areso, Josune Ariztondo; el presidente de la Sociedad Bilbaina, Juan Goiria; el escritor Javier Sagastiberri, el cantante Iñaki Basabe, Alfonso Carlos Saiz de Valdivielso, Marisa Bernuy, José Ramon Urizar, Txema Muguruza y un sinfín de gente más.
En el vestíbulo, junto a Amagoia y Asier, daban la bienvenida el concertino Egoitz Astigarraga, Arantza Camarero y Mariví Gallastegi. Fueron llegando al patio de butacas Yolanda Díez, Ana Viñals, José Mari Amantes, Juan Manuel Delgado, José Antonio Nielfa La Otxoa, Beatriz Marcos, Jesús Castroviejo, José Ramón López, Misere Josephe; María Ángeles Pérez, María José Domínguez, Carmen Díez, Javier Rodríguez Manjón, Pilar Agirre, Marisa Díaz, Beatriz Zurbano, Marian López, Nerea Lupardo, directora del Palacio Euskalduna; Maite Lozano, María Elena González, Mari Carmen Bartolomé, Ana María Cereceda; los trikitilaris, padre e hija, Rafael Jiménez y Ainhoa Jiménez Calderón y todo un torrente de amistades y gente melómana, que abarrotaron el auditorio del Museo Guggenheim. En ese cofre sonoro los acordeones vibraron con emoción de la buena. Con esa que sentía Josu hace ahora sesenta años.