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El callejón de las botxerías

La dignidad frente al borrado de Ucrania

La dignidad frente al borrado de UcraniaBorja Guerrero

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EL Hall 1 del Palacio Euskalduna es un espacio abierto a la ciudad. Uno de sus laterales cuenta con enormes cristaleras que dejan entrar la luz y permiten adivinar las azoteas del Ensanche y el arbolado del parque de Doña Casilda. En ese espacio es donde aguarda la muestra Europa 80 años después. Varsovia ayer, hoy Ucrania.

El contraste entre las imágenes expuestas y la ciudad que se levanta fuera multiplican el mensaje. Dentro, el horror y la destrucción de las guerras; fuera, la vida que fluye sin temor al silbido letal de los misiles.

Europa 80 años después realiza un paralelismo entre la Varsovia devorada por el espanto nazi a principios de los años cuarenta del siglo pasado y la Ucrania que la invasión de Putin pretende aplastar en la segunda década de esta centuria.

Por un lado, las estampas de Un día en el gueto de Varsovia exhiben la magnitud de la deshumanización a la que Hitler sometió a medio millón de personas entre 1940 y 1943. Las fotos en blanco y negro proceden del Instituto Nacional Auschwitz España.

Las instantáneas se complementan con el documental Borrar la nación, dirigido por el periodista polaco Tomasz Grzywaczewski, que se centra en las consecuencias de las atrocidades cometidas en Ucrania desde la invasión del ejérctito ruso iniciada el 24 de febrero de 2022.

Han transcurrido 80 años entre unas imágenes y las otras. Pero podría tratarse de 80 días.

A media tarde de ayer, la Asociación Ucrania-Euskadi organizó una visita grupal a la muestra. No se trató de un acto social. Sino de memoria, resistencia y agradecimiento. Eso se desprendía de las palabras rápidas y precisas de la representante de la entidad, Olesya Dronyak.

“Gracias al Euskalduna y a su equipo por darnos la oportunidad de estar aquí”, subrayó. “Y gracias al Gobierno vasco por su ayuda imprescindible. Además de a todas las voluntarias y voluntarios que nos ayudan y a la solidaridad que recibimos desde la invasión rusa a gran escala”, añadió.

Dronyak resaltó que tanto las tropas de Hitler como las de Putin coinciden en el objetivo de “eliminar la memoria del pueblo agredido para poder reescribir la historia en función de sus propios esquemas ideológicos”. Se matan personas. Y también los elementos que proproporcionan identidad a la comunidad: las sinagogas y bibliotecas en Varsovia; los museos, obras de arte, centros etnográficos o literarios y el patrimonio folclórico en Ucrania.

Tanto en las fotografías como en el documental, brilla el papel fundamental de las mujeres en la reconstrucción, recuperación y supervivencia del acervo identitario.

La de ayer fue una prueba más de tal hecho. Eran mayoría. Estaban Olha y Yana Zamar, Agata Młodawska, Yulia Samofalova , Iryna Levchenko, Nataly Filonenko, Halyna Harichkina, Natalia Repik, Maryna Paliyenko, Irina Holoshehadova o Lisa Limarenko.

Participaron en la visita a la exposición la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa; el director Migración y Asilo del Gobierno vasco, Xabier Legarreta; la directora general del Euskalduna, Nerea Lupardo, quien pronunció el saludo de bienvenida; o el director del departamento educativo del Instituto Nacional Auschwitz Birkenau España, Eduardo de Ocampo. Tambien asisitieron David Waddicor, Gaizka y Mikel Astorquiza, Arturo de la Cruz o Nuria Yanguas, de la ONCE, entre otros.

“No nos podemos rendir, la rendición implicaría la desaparición de Ucrania”, concluyó Dronyak.

Quien observe el Hall 1 del Euskalduna desde la calle se percatará de que solo un fino vidrio le separa de la guerra. Una cristalera que es preciso fortalecer día a día con solidaridad y memoria.