EN aquel año se izaba, de entre las aguas, el puente de La Salve. Era 1972, un año cargado de intensidad y riesgos; preámbulo de la primera crisis del petróleo, con la industria balanceándose entre las oportunidades y los riesgos (el vídeo emocional que recordaba los primeros días de la fundación de Team recrea la imagen del edificio Soñar de Olabeaga, casi a la metáfora, como si los sueños fuesen un combustible de primera...), con todo en peligro o por hacer. En aquellos días, digo, llegaron desde Alemania, donde acababan un posgrado, cuatro jóvenes ingenieros audaces, Javier Madariaga, Víctor Mendiguren, Miguel Gandiaga y Alberto Belaustegui, crearon en 1972 la sociedad Team, embrión de Ingeteam tras su fusión con Ingelectric. Ayer, cuando el Palacio Euskalduna hablaba conmemoraba los 50 años de vida de la empresa, el acto encontró su acto emotivo con el recuerdo a las cuatro familias, a los cuatro socios fundadores de la compañía en una ceremonia que estuvo presidida por el lehendakari, Iñigo Urkullu; la presidenta de Ingeteam, Teresa Madariaga, y el CEO de la compañía, Adolfo Rebollo.

Hoy, hay que recordarlo, la empresa, que mantiene su cuartel general en Zamudio, se dedica a la fabricación de equipamiento para el sector eléctrico y mantiene su poder en la misma tierra en la que echó raíces. Es una apuesta mayúscula habida cuenta las dimensiones de un grupo empresarial especializado en la conversión de energía, compuesto por más de 4.000 personas presentes en 24 países y cinco continentes. Desarrolla principalmente equipos de electrónica de potencia, electrónica de control, motores, generadores eléctricos, bombas y motores sumergidos e ingeniería eléctrica. Además, tiene como objetivo consolidarse como líder en renovables y ondea firma la bandera de las energías limpias. En su discurso el propio lehendakari, acompañado para la ocasión por los consejeros Arantxa Tapia, Jokin Bildarratz y Bingen Zupiria, les dijo “competís, desde Euskadi, con las mayores empresas del mundo. Sois una referencia; y Euskadi os necesita. Especialmente en estos momentos en los que afrontamos una transición energética en la que tanto tenemos en juego”. Puso sobre la mesa maravillas como los sistemas para la generación renovable: eólica, fotovoltaica e hidroeléctrica; fabricar cargadores ultrarrápidos para coches eléctricos; aportar equipos a los mayores cruceros del mundo; o suministrar equipos que permiten asegurar el suministro de agua. Quizás estaba influenciado por los dos robots que habían dado la bienvenida a los asistentes.

Iba a escribir que eran los anfitriones autómatas del futuro que ya nos aguardan a la vuelta de la esquina, pero hubiese hecho de menos a Vanessa Sánchez, la presentadora de la gala, quien recordó, de salida, que “no solo nacieron para cumplir sino para aportar”. Esa sensación flotaba en el aire, que se honraba medio siglo de caza y captura de buenas ideas. Iñigo Alberdi, junto a su Sociedad Coral, esperaba para ponerle ilustraciones musicales a la cita.

Testigos de todo cuanto les cuento fueron el delegado del Gobierno, Denis Itxaso; la diputada Ainara Basurko, el concejal Xabier Otxandiano, Chus Foronda, Mikel Ruiz, Bittor Mendiguren; directivos de Ingeteam de la talla de Jorge Magán, Arturo Córdoba, Carlos Martínez, Ander Gandiaga, David Solé, Peio Pagola y Felipe García de Eulate; Carlos Urtaza, Miguel Ángel de Rozas, Jesús María Iraungi, Javier Rodríguez, Elena Etxebarria y Carlos Agirre entre otros nombres propios. Les recordaba, al principio, al edificio Soñar. Como broche a la crónica puede anunciarse, como ayer se hizo, la creación del movimiento The Real Dream Team, formado por gente que sueña con un mundo en el que la producción de energía sea limpia. Un gran sueño.