GUERRA y paz, novela también conocida como La guerra y la paz, es una obra del escritor ruso León Tolstói , que comenzó a escribir en una época de convalecencia tras romperse el brazo al caerse de un caballo en una partida de caza en 1864. Primero se publicó como fascículos de revista (1865-1869). Guerra y paz es considerada como la obra cumbre del autor junto a su trabajo posterior, Anna Karénina. Viene a los balcones de este artículo la célebre obra, habida cuenta que ayer abrió sus puertas el salón de actos de la Biblioteca de Bidebarrieta para darle vuelo a una nueva cita del proyecto Diálogos con la literatura en el Siglo XXI en una tarde en la que el público se arremolinó para escuchar a los escritores Lorenzo Silva y el gallego Víctor Amela, junto a la periodista especializada en cultura Elena Sierra. La sesión llevaba por título La guerra y la paz en la Literatura y en ella se trataron cuestiones como por qué el conflicto es un tema tan recurrente en la Literatura, sobre los mejores autores y autoras para acercarse a este tipo de literatura, así como los periodos de conflicto más interesantes desde el puesto de vista de la literatura.

Coordinando para que todo fluyese con facilidad no faltaron en la cita Begoña Morán y Mohamed Ali Houla. Habían anunciado en las invitaciones que Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es uno de los grandes referentes de la literatura contemporánea y sus novelas policiacas e históricas suman más de dos millones de lectores. También se supo que Víctor Amela es uno de los escritores gallegos con mayor proyección internacional. Miembro de la Real Academia Gallega, ha sido traducido a múltiples idiomas, ha recibido numerosos premios por su trayectoria tanto periodística como literaria y algunas de sus obras más conocidas han sido llevadas al cine. Narrador, poeta y ensayista, ocasionalmente también dramaturgo, Víctor es un hombre bien seguido.

No hay nada que la guerra haya conseguido que no hubiésemos podido conseguirlo sin ella. Ese es el lema. ¿Guerra y paz ligados a la literatura? “La marca de un gran gobernante no es su habilidad para hacer la guerra, sino para conseguir la paz” dijo tiempo atrás la escritora Mónica Fairview; “la guerra no es un fenómeno independiente, sino la continuación de la política por diferentes medios”, comentó el historiador y militar Carl P. G. von Clausewitz.

A la cita con ese cara a cara entre dos escritores no faltaron Usue Mendaza, Miren Ezkurdia, Ignacio Martínez, Begoña Usotegui, Julián y Rosi Celada, María Luisa Artiñano, Begoña López, María Jesús Pedrero, Lucía Núñez, Marga Martínez, Leonora Valiño, Isabel Campos, Lourdes Moreiro, María Jesús Fontecha, Charo Cano, Marian Ortuoste, Maite Correa, Koldo Martínez, Itziar Colau, María José Etxebarria, Joseba Etxebarria, seguidor impenitente de la exitosa serie protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro, de la que El mal de Corcira es la última entrega, tras El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000) y La marca del meridiano (Premio Planeta 2012), entre otras; Lucía Méndez, Josune Olabarria y un buen número de gente a la que le apretaba la curiosidad. Querían saber cómo ven los escritores ese universo violento.

No nos detengamos en el recuento. En el patio de butacas también estaban Raquel Martín, Ainara Sánchez, María Teresa Alonso, Yolanda Fernández, Julia Esteban y toda una cuerda de gente que se acercó a vivir ese intercambio de pareceres en torno a la guerra y la paz, asuntos que desatan más interés a medida que Europa vive una guerra en carne propia. La literatura, como testigo de todo este cataclismo, puede dejar testimonio de lo que sucede. Puede contarlo con una voz suavizada o a gritos. El costumbrismo y la militancia son dos de las corrientes literarias que caracterizaron la literatura durante la guerra.