LA Virgen de Begoña es como uno de esos ríos subterráneos que no se ven, pero cuyo susurro se escucha de lejos y que todo lo riega. Ayer afloró a la superficie en el Casco Viejo y se transformó en una marea de gente, música y coros.

Pasadas las siete, la cita era en la plaza del Arriaga, ágora botxera donde se había concentrado antes la comunidad ecuatoriana, preocupada por la situación de su país, y aún se reunía un grupo de personas que denunciaban el ataque turco al pueblo kurdo.

Había sitio para todos. Llegaron los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de Begoña, con estandarte, varales, txapelas, chalecos y pañuelos al cuello. Entre ellos, el hostelero Boni García, Romero de Honor 2019. Se encontraban con él, entre otros muchos asistentes, ademas del grupo de danzas Mendipe de Alonsotegi, José Mari Amantes, Alberto Arana, José Andrés Etxebarria, Beatriz Marcos, Isidro Elezgarai, Javi Laya, Elvira Solano, María Teresa Díez, Javier Diago y Oskar Bilbao San Antón. ¡Vaya par de apellidos más bien casados!

Podía parecer exótico José Luis Cañizar, representante de la Cofradía de los Vizcainos de Cádiz. Pero no. Se encontraba en la plaza del 15% de la población de la localidad tinerfeña de Almáciga, a cuyas playas arribó en 1949 una botella con imágenes de la amatxu de Begoña, ahora su patrona. Erán 27, incluida Blanca González , nieta del matrimonio que halló las estampas.

Partío la romería por Bidebarrieta hacia la basílica. Abrían la marcha Mikel Bilbao y sus hijos, Lander y Patrik, tocando txistu y tamboril; Boni, el estandarte, los almacigenses y una charanga, tras la que caminaban los romeros. Todo para alegría de bilbainos y asombro de turistas que sacaban chispas a las cámaras de sus móviles.

En ese momento, a unos metros, en la confluencia de las calles Perro y Santa María, la llamada al canto de la Salve Txikitera reunía a miles de personas. Dijo Eduardo Velasco, maestro de ceremonias, en el estaribel dispuesto ante la fachada de La Bolsa, bajo la imagen de la Virgen, que no se podía ver la ría. Era cierto.

Tras el Agur Jaunak, y el aurresku de honor, hubo tiempo para recordar a personajes como el alcalde Iñaki Azkuna y el clásico K-Toño Frade. El custodio de la hucha de los txikiteros, Jokin Álvarez, reveló que se habían recogido más de 4.600 euros este año. Luego, el párroco Tomás García dirigió la inmensa masa coral en la interpretación de las Salves. Cantaron el alcalde Juan Mari Aburto, la diputada foral Ibone Bengoetxea, el diputado Aitor Esteban, Andoni Ortuzar, Itxaso Atutxa, Ibon Areso, Iñigo Iturrate, Rafael Gardeazabal, Unai Aizpuru, Eider Txarroalde, Rosa Pardo, José Luis Batarrita y miles más.

También las doce Begoñas que subieron a la balconada de La Bolsa. Entre ellas se contaban Begoña San Román, Begoña López Biurrun y Begoña Prado del Campo.