ES casi un arte de prestidigitación. Cuando el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, encargó al compositor universal Luis de Pablo una obra que narrase la caída de Bilbao en el 80º aniversario de la misma, puso en sus manos un desafío mayúsculo: arrojar rayos de armonía sobre las sombras de aquel día gris y fúnebre de junio de 1937. Dos años después Luis de Pablo presentó ayer su creación, una maravilla que ahoga los horrores de la guerra, en el Teatro Arriaga. Fue un estreno absoluto, universal, que dejó sobrecogidos a los asistentes en cuanto el violonchelo de Asier Polo, rodeado por la Bilbao Orkestra Sinfonikoa (BOS), arrojó sobre el patio de butacas los lamentos de un soldado que ha de combatir en el frente. Se diría que el instrumento lloraba y todo el teatro se llenó de escalofríos en un día de calor extremo. Era, ya dije, la magia de una cantata para orquesta, violonchelo, solista y coro capaz de recrear aquellas sensaciones.

Una pintura de Marta Cárdenas, pareja del mismísimo Luis, ilustraba el programa de mano con los colores de la República. Poco antes de acceder al teatro, Iñaki Anasagasti, acompañado por María Esther Solabarrieta, posaba junto a otro pintor, Jesús Mari Lazkano, Ana Elordui y el subdelegado del gobierno, Vicente Reyes, mientras recordaba cómo en aquellos días el lehendakari José Antonio Aguirre partía de aquella tierra de fuego, dejando al frente de Bilbao a Aznar, Leizaola y Astigarrabia como consejeros encargados de los últimos momentos de Bilbao aquel 19 de junio de 1937 y cómo aquella dura experiencia les unió.

Volvamos al foyer del teatro, donde el gentío iba llegando en procesión. En el escenario una escalofriante fotografía de los militares entrando a Bilbao a la altura del Mercado de la Ribera, anunciaba lo que iba a escucharse. En los camerinos templaban los nervios el director José Rafael Pascual Villaplana, batuta encargada de la dirección y cerca de 200 intérpretes. En los prolegómenos, el propio Aburto saludaba, con emotividad, a su antecesor, Ibon Areso, mientras poco a poco iban acomondándose los asistentes. Entre ellos se encontraban Ana Otadui, Gotzone Elordui, Gonzalo Olabarria, Nekane Alonso, Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Arte de Bilbao; Susana Astigarraga, Manuela Zugaza, Iñigo Alberdi, José María Guibert, rector de la Universidad de Deusto; Juan Mari Atutxa, Irune Zuluaga, Ibone Bengoetxea, Koldo Narbaiza, quien acercó del brazo al teatro al propio Luis; Jone Goirizelaia, Ibon Aranbarri, director general de la BOS; Nekane Díaz, Teresa Querejazu, Javier Mendoza, Javier Font, Olga Corbatón, Teresa Laespada, Sol Agirre, Ana Madariaga, capitana de Bilbaomusika; Aitor de las Heras, Estrella Garrido, Andoni Olivares, Juan Ignacio Malaina, María Victoria Cañas, Antón Taramona y todo un ejército del bien, enemigo del mal.