Bilbao - Luis de Lezama es un hombre que pone difícil definir su trayectoria con una sola palabra: sacerdote, periodista, restaurador y escritor. Acaba de publicar un libro muy íntimo y personal, El capitán del Arriluze, una historia basada en su abuelo, el capitán Poli Barañano y en un viaje apasionante y doloroso.

¿Esta novela es una deuda que tenía para con su familia?

-Es como un trofeo que he tratado de conquistar silenciosamente. Mis novelas anteriores no eran nada más que un ensayo, era decir: voy a aprender a escribir una novela. Esta era la novela.

Una historia muy personal y muy larga, ¿no?

-He tardado seis años en escribirla. Es una historia fantástica, pero como otras muchas historias que se viven en familia y se tragan en familia. A veces se disfrutan y otras son un dolor familiar. Esta historia podía haber permanecido inédita.

¿Y quién se la contó?

-Se la oí contar a mi abuela, se la oí contar a mi madre y llegó un momento que no nos contaban más, no contaban la historia completa, siempre había un cierto pudor. Nosotros éramos de una familia perdedora, en el Bilbao de la posguerra se vivía en ciertos miedos particulares de crear nuevos conflictos.

Es la historia de una travesía en barco, la historia de su capitán y de su fusilamiento, era su abuelo.

-Una vez sorprendo a mi madre carteándose con un reportero, Vicente Talón. Un día publicó, allá por 1985, la historia del Arriluze. Mi madre había recibido una carta de él pidiéndole más detalles de esta historia. Yo había hecho periodismo, había empezado a escribir y le dije: no cuentes más, guárdame esta historia porque un día la contaré yo, soy el nieto de Poli, el capitán.

¿Accedió a contarle a usted la historia?

-Sí, mi madre, no solo me la contó, me enseñó el devocionario del padre Vilariño que llevaba Poli Barañano siempre, su cartera, sus pertrechos, su reloj parado... Me enseñó todo aquello que habían recogido en los últimos instantes antes de ser fusilado en El Ferrol.

¿Ha sido difícil la documentación?

-Larga. Empecé a indagar con los sobrevivientes del naufragio del Arriluze en el lugar donde Poli estrelló el barco para salvar a la tripulación. Él fue apresado por el acorazado Cervera. Esa historia nace el 29 de julio de 1936 en Valencia y concluye el 29 de agosto estrellando ese barco mercante de Bilbao.