Larrabetzu - “Desde el mismísimo balcón de Larrabetzu”. Así es como el agricultor Orhan Yigit, de origen turco, observa el que es su pueblo desde hace nueve años. Nacido en Ankara y tras haber residido durante varios años en grandes ciudades europeas como Londres o Barcelona, este licenciado en Macroeconomía decidió dar un cambio radical a su vida y dedicarse a la producción de productos agrícolas. “Aunque haya vivido en lugares muy cosmopolitas, siempre he sentido una importante unión para con la naturaleza y el planeta. De hecho, he estado muchos años colaborando con varios proyectos de ONG ecologistas en causas en la defensa del medio ambiente”, admitió un Orhan, siempre sonriente.

Su interés por la ecología y la idea de llevar una vida basada en la autosuficiencia alimentaria, hizo a este agricultor conocer una red de gente que le fue ayudando poco a poco a integrarse en dicha cultura. Esta conexión aumentó de tal manera, que llevó al turco a comenzar a dar los primeros coletazos de su propia huerta, hace ya nueve años. “Estas cosas funcionan así. He tenido la gran suerte de conocer personas que entienden mucho sobre este tema y, además, me han ayudado de manera desinteresada de mil maneras: ofreciéndome un terreno, la oportunidad de practicar con ellos y ellas, dejándome material... Al fin y al cabo, somos gente que comparte una manera de pensar y un amor especial por la agricultura y nuestro planeta y tratamos de transmitir nuestro conocimientos a otros y otras para ayudar a esta cultura a crecer”, señaló Orhan.

Y es que ese proceso didáctico es el que ha permitido a Orhan tener hoy en día una gran huerta situada en uno de los lugares más altos de la localidad que le acogió “con los brazos abiertos”, Larrabe-tzu. Ahora mismo, es un fijo en gran parte de las ferias de agricultura ecológica que se celebran en diferentes puntos de Bizkaia. Sin ir más lejos, el pasado sábado, su puesto formó parte de la amplia oferta vegetal y artesanal que formó la 20ª edición de la Feria de Agricultura Ecológica de Mungia, que abarcó productos de diferentes municipios vizcainos. Pero para este baserritarra en particular, la calidad de los frutos de su huerta no es lo más importante. Todo es el resultado de un proceso que une de una manera directa al productor o a la productora y a la persona que consume el producto. “En mi opinión, todo el camino conduce a que el resultado sea satisfactorio. El trabajar por preservar productos autóctonos, cultivar otros del exterior, encargarnos personalmente de su cuidado y recogida sin utilizar ningún producto industrial... Se trata de un cúmulo de cosas que hacen de la agricultura ecológica algo tan beneficioso para la tierra como bonito. En las ferias a las que tengo oportunidad de asistir, me gusta mantener un contacto directo con mi clientela, para poder contestar a preguntas, ayudar en lo que pueda, etcétera”.

Al fin y al cabo, según admitió el propio Orhan, su objetivo, al igual que el de el resto de personas que, que como él, llevan una filosofía de vida basada en la agricultura ecológica es seguir ampliando la red de gente que forme parte de un proyecto común, en el que el resultado es beneficioso para el planeta, así como para la sociedad y las personas, de manera individual. “Este estilo de vida hace crecer a toda una cultura. Personalmente, desde que me dedico a mi huerta soy una persona más feliz y me siento en paz conmigo mismo. Puede que no sea un trabajo con una gran estabilidad económica, pero es tan gratificante como cualquier otra, incluso más. Por ello, yo animo a todo el mundo a formar parte de esta filosofía. Al igual que mis compañeros y compañeras hicieron conmigo hace nueve años, yo también ofrezco todo lo que pueda poner de mi parte a las personas que quieran iniciarse”, concluyó.