Las salidas al mar que organiza Ekoetxea Urdaibai los fines de semana suelen permitir conocer en su propio hábitat algunas de las especies marinas del Cantábrico. Y, de vez en cuando, la naturaleza también depara alguna que otra sorpresa a quienes zarpan desde el puerto de Bermeo. En este caso, en forma de una gran tortuga laúd fue avistada el pasado sábado, día 16, a 12 millas de la dársena de la villa marinera. “La tortuga, que medía más de un metro sesenta, nadaba tranquila en la superficie del agua y parecía un bote con la quilla al sol. De color negro azabache, su caparazón no tiene las placas características del resto de tortugas sino que es de cuero. Carece de uñas y su cuerpo tampoco tiene escamas sino piel”, han narrado desde Ekoetxea Urdaibai, que organiza el programa Cetáceos a las 10 desde hace años con la colaboración de Hegaluze Itsas Zerbitzuak y verballenas.com.

Se trata de un avistamiento “muy excepcional en las aguas vascas”, relatan, “si bien se tiene constancia de su presencia ya que han aparecido varadas en las playas gravemente heridas o muertas. Sin embargo, su avistamiento en la costa con vida es un hecho muy poco común”. El encuentro, desde luego, fue inesperado, ya que habitualmente suelen ser los cetáceos -delfines, calderones...- y algunas especies de aves los protagonistas principales de las jornadas de Cetáceos a las 10, una iniciativa para acercarse a la naturaleza que tan buena acogida esté teniendo.

La tortuga laúd es “una especie muy pelágica, es decir, vive en aguas medias o cerca de la superficie, y es una gran nadadora que cría en playas de mares templados y se traslada al hemisferio norte de abril a julio, época del año en la que se aparea. Se alimenta principalmente de medusas y salpas, aunque no desdeña carroña e incluso calamares”, aseguran desde el centro naturalístico ubicado en la Torre Madariaga de Busturia, en plano corazón de Urdaibai.

La especie de tortuga laúd se trata de la especie de tortuga más grande del mundo, “ya que llegan a medir los casi dos metros de caparazón y pueden pesar cerca de mil kilogramos. Su situación está muy amenazada por culpa de las capturas accidentales en artes de pesca, sobre todo palangres y trasmallos, la contaminación por la ingestión de plásticos y globos de helio, y por la destrucción de sus hábitats de cría”.