Barrios auténticos como Mamariga tienen personajes ilustres como Francisco Santamaría, un antiguo pelotari muy conocido en el barrio y cuya vida ha cambiado bastante desde el pasado 10 de marzo. Aquella mañana, los operarios que realizaban las labores de demolición del edificio contiguo al número 22 de la calle Julián Gayarre en la que vive Francisco cometieron un error de cálculo y golpearon con una pala la parte superior del edificio en el que reside Francisco. El resultado fue demoledor, una de las paredes de la habitación de este hombre de 87 años se derrumbó, quedando la estancia al aire.

Sin duda, errar es de humanos, pero lo que ha parecido totalmente "inhumano" a la familia de Francisco es el trato que les ha dado estos casi últimos meses la empresa encargada de ejecutar el derribo del edificio contiguo. Cansados de actitudes "altivas" y de que la empresa no se encargue de ejecutar las labores de reparación tal y como es debido, esta familia ha decidido hacer público su caso. "Mi aitite lleva casi cuatro meses sin poder estar en su casa y esto le está causando un daño importantísimo a todos los niveles", explicó Xabier González, nieto de Francisco. Lo primero que denuncian es que no se dio orden de desalojar las viviendas por seguridad para evitar posibles daños personales en caso de que, tal y como ocurrió, hubiese algún problema en el derribo del edificio contiguo. Lo segundo que denuncian, y lo más grave de todo, es que, una vez ocurrió el accidente "y pese a que mi aitite salió a pedir que parasen la obra y les alertó de lo ocurrido, no se paró la obra y ni siquiera le atendieron". El hombre quedó en estado de shock y no fue hasta cerca de las 20.00 horas cuando una hija suya acudió al hogar cuando recibió la primera atención. Esa "falta de humanidad" no cesó, según esta familia, al día siguiente, cuando familiares de Francisco acudieron a solicitarle al jefe de obra el contacto del gerente. Lograron contactar con el gerente de la empresa y este les dijo, según la versión de la familia, que al reparar el muro que habían demolido "os estoy haciendo un favor y, si os ponéis tontas, os lo tiro".

Vista la situación, la familia Santamaría interpone una queja en el SAC santurtziarra y, días más tarde ve, también cómo entre la compañía aseguradora de la empresa y la aseguradora de la vivienda de Francisco no fluye la comunicación para tratar de poner solución al problema cuanto antes. La cuestión llegó al Ayuntamiento y el 23 de marzo, según apunta la familia, un informe municipal asegura que los daños estaban reparados. "Eso es falso porque aunque por fuera los daños parezcan reparados, por dentro hay destrozos", indicó Xabier González.

Lo cierto es que en la visita que realizó DEIA ayer jueves al hogar, se pudo ver que aún hay desperfectos notables en el hogar de Francisco. Los daños se centran en la cocina y la habitación del hombre. En esta última estancia, la empresa encargada de realizar el derribo volvió a levantar un muro para tapar la pared que habían tirado, pero denuncia la familia que "es una auténtica chapuza y que se hizo sin la supervisión de un arquitecto". En este escenario y pasados casi cuatro meses desde el accidente, la familia de Francisco y el Ayuntamiento mantendrán una reunión hoy en la que tratarán de que la mediación municipal surta efecto y la empresa realice la reparación. "Llegaremos hasta el final, no vamos a permitir que se dé este trato a nuestro aitite", afirma Xabier González, el nieto de Francisco Santamaría, un hombre de 87 años que quiere seguir viviendo en su hogar de toda la vida.