A lo largo de este último fin de semana, el paisaje de Sestao ha sido muy diferente respecto al que pudieron ofrecer los otros municipios de Ezkerraldea. Mientras que en Santurtzi, Portugalete y Barakaldo, los locales hosteleros permanecieron cerrados a causa de las medidas para tratar de detener los contagios por coronavirus, en Sestao los establecimientos han permanecido abiertos, ya que la localidad, hasta hoy, no ha alcanzado la cifra de 500 casos por cada 100.000 habitantes, cantidad en la que, según lo recogido por el Gobierno vasco, se redoblan esfuerzos para tumbar el virus y, entre esas medidas adicionales, figura el cierre de los establecimientos hosteleros.

A la espera de que a mediodía de estee lunes se ofrezcan los datos actualizados tras el fin de semana, Sestao cuenta con una tasa de contagios alta, sí, pero que no llega a los 500 casos por cada 100.000 habitantes, ya que el municipio, tal y como indican los datos publicados por Osakidetza el pasado viernes, presenta una tasa de contagios de 429,42 contagios por cada 100.000 habitantes, una cifra que ha ido subiendo en las últimas fechas. Así las cosas, los sestaoarras, una vez se ha aplicado el cierre perimetral de los municipios, no han retirado su confianza y su apuesta por la hostelería local y este fin de semana se ha podido ver movimiento en los locales hosteleros del municipio, sobre todo, en sus terrazas.

"La gente está animada, está aprovechando la ocasión de consumir. Quizá este fin de semana esté consumiendo un poco más ante el temor de que, finalmente, se vuelva a cerrar la hostelería", indicó Nerea Fernández de la Esquina del Baco, un local ubicado en la zona de La Pela, el gran pulmón hostelero de la localidad sestaoarra. En este punto, a lo largo del fin de semana se ha podido ver movimiento, cuadrillas de sestaoarras que han quedado para tomar algo pero, pese a todo, la actividad hostelera se ha situado lejos de lo que, hasta la llegada de la pandemia, era habitual en el fin de semana, no solo por las restricciones horarios impuestas por el toque de queda, sino también por la propia actitud de la ciudadanía.

Así, no era complicado encontrar una mesa para sentarse y disfrutar del aperitivo, como máximo, en grupos de cuatro personas y con continuo uso de la mascarilla tal y como marca la normativa vigente. "La gente, en su inmensa mayoría, cumple las normas. Siempre hay algún caso aislado, pero por norma general, los consumidores cumplen las normas. Lo que quizá esté costando más es eso de que haya un máximo de cuatro personas por cada grupo, pero la gente se va adaptando", indicó Germán Fernández del bar La Ola. Según el punto de vista de Germán, la respuesta de la ciudadanía, desde que se acabase el confinamiento y los bares volvieron a abrir sus puertas, ha sido positiva. "Desde que volvimos a abrir tras el confinamiento, la gente nos ha apoyado en todo momento. Su apoyo nos está ayudando a continuar pese a las dificultades que nos plantea para nuestra actividad, por ejemplo, las restricciones horarias que estamos sufriendo", reflexionó el regente de este bar que abrió sus puertas en 1997.

La situación actual hace que el mundo de la hostelería luche por sobrevivir y su punto de mira no se vaya más allá del día a día. La pandemia ha cambiado, sin duda alguna, no solo la forma de ofrecer servicio a la clientela, sino también la manera de gestionar el día a día del negocio. "Ahora gestionamos el negocio a muy corto plazo. En mi caso, mis planes máximos de compra de género se limitan a tres días vista. Antes, por el contrario, podíamos hacer compras y planes más a largo plazo, pero ahora, con esta situación, nos ceñimos a lo más inmediato porque mirar más allá es aventurar demasiado", explicó Germán. En otro de los locales del corazón de Sestao, el bar Perfil, la forma de proceder y gestionar el negocio es muy similar. "Ahora vamos casi día a día. Vivimos al día porque no podemos mirar más allá", confirman desde este local hostelero.

Y es que tras haber podido trabajar a lo largo de toda la semana pasada, el deseo del gremio de la hostelería de Sestao es poder trabajar esta semana que hoy acaba de empezar. Para ello, los datos de contagios deberán acompañar y no sobrepasar esa tasa de 500 contagios por cada 100.000 habitantes que hace que, automáticamente, los locales de hostelería tengan que bajar la persiana como ha ocurrido en los últimos diez días en Santurtzi, Portugalete y Barakaldo. "Esperemos no superar esos datos y poder seguir trabajando. Nos sentimos injustamente tratados porque mientras la hostelería está obligada a cerrar, hay otros servicios en los que hay más aglomeraciones y menos seguridad que siguen abiertos", apuntó Germán Fernández. El sentimiento en la hostelería sestaoarra es de incertidumbre, de una tensión que está ligada, entre otras cosas, a la tasa de contagios. En este sentido, Nerea Fernández no puede ser optimista. "Creo que nunca hemos estado en la zona roja de contagios, pero creo que en esta ocasión nos obligarán a cerrar. Espero equivocarme, pero si no nos obligan a cerrar el martes, será el viernes cuando tengamos que cerrar por estar Sestao en la zona roja", indicó esta hostelera.

"Las ayudas no llegan"

En este escenario de incertidumbre en el que está sumergida la sociedad en general y la hostelería en particular, florece otro problema; las consecuencias económicas de los cierres obligados por la pandemia. "Si se llega a la zona roja tendremos que cerrar, no podremos trabajar y dejaremos de tener clientes, pero tenemos que seguir pagando nuestros gastos. Luz, agua, autónomos.... Eso no se interrumpe. Nos enfadamos porque nosotros nos vemos obligados a seguir pagando mientras no podemos generar ingresos, es una situación totalmente injusta la que estamos viviendo. Están matando a la hostelería", subrayó Nerea Fernández. En esta situación, otra de las quejas de algunos hosteleros es que "las ayudas se conceden, pero tardan en ingresarse". Ese es el caso de Nerea, quien en este tiempo, pese a habérsele concedido varias ayudas por parte de las instituciones, solo ha visto cómo llegaba a su cuenta una de ellas. "Las ayudas te las conceden, pero pasa bastante tiempo hasta que te llegan. En este tiempo, solo me ha llegado una ayuda, sé que tengo otra concedida, pero aún no me ha llegado. Va todo muy lento y, en esta situación, las necesidades del sector son inmediatas", incidió Nerea.

Así, este pasado fin de semana, Sestao hizo gala de un ambiente muy diferente, más vivo que el de las localidades de su entorno, pero los hosteleros y la ciudadanía sestaoarra temen que, finalmente, un ligero incremento en los caso de coronavirus en el municipio hagan que los locales hosteleros tengan que bajar de nuevo sus persianas. "Lo peor de todo es que no nos sentimos respaldados porque las ayudas tardan en llegar. Esta situación está matando poco a poco a la hostelería", afirmó Germán Fernández, quien hoy volverá a abrir su bar con la incógnita de si mañana podrá volver a alzar la persiana.

"Gestionamos el negocio a muy corto plazo, mis planes de compra se limitan a tres días"

Bar La Ola

"Quizá se haya consumido más el fin de semana ante el temor a un nuevo cierre de los bares"

La Esquina de Baco