ODO empieza por uno" y Jon Santisteban ha terminado reuniendo 2.000 parches y 1.500 pines, así como otros muchos artículos relacionados con su profesión, con alguna que otra joya que se remonta a tiempos previos a la Guerra Civil. Integrante de una agrupación estatal y otra internacional, es el único coleccionista del Euskadi, que se muestra modesto con respecto a sus fondos, porque "hay otros que han reunido más de 10.000 artículos".

El año pasado se jubiló después de 35 años de servicio en la dotación de Bilbao, lo que le ha dado pie a profundizar en la afición que ocupa casi cada rincón de su casa de Zalla: estanterías, álbumes y, cuidadosamente clasificados por orden alfabético y de territorios, los contactos de las personas con las que ha tejido su particular red de búsqueda. Si algo le está reportando su afición, aparte de numerosas amistades por todo el globo, son "conocimientos sobre geografía" para localizar sobre el mapa los orígenes de sus adquisiciones.

Entró en los bomberos de Bilbao en 1984 "cuando aún no había parches en los uniformes". Poco antes "se habían disputado partidos del mundial de fútbol de 1982 en San Mamés y las inundaciones de 1983 tiñeron de tragedia la Aste Nagusia. Ya en servicio, no tardaría en impactarle la tragedia del accidente en el monte Oiz del 19 de febrero de 1985. Allí acudió con su compañera Isabel Espinosa, "la primera mujer del Estado en incorporarse al Cuerpo". Lo cierto es que "nos mareaba un poco ver todo aquello", el panorama dantesco con que se toparon después de que un avión se estrellara segando las vidas de 148 personas entre pasajeros y tripulación. Cuando les comunican alguna incidencia y se suben al camión "se siente la adrenalina" y también el peso de la responsabilidad de las situaciones en las que deben intervenir y al mismo tiempo el respaldo de los compañeros.

Se han convertido en colaboradores a la hora de hacer crecer sus fondos de curiosidades de policías y bomberos, junto con "administraciones" con las que Jon contacta con regularidad para solicitar que le envíen las últimas versiones de los parches que adornan sus uniformes: "antes nos resultaba más fácil porque los bordaban en la ropa, mientras que ahora los hacen de vinilo". Además, forma parte de dos grupos de WhatsApp de aficionados al coleccionismo, de ámbito estatal y de otros países. En las carpetas de Jon figuran insignias y parches procedentes de Canadá o Estados Unidos. Los modernos teléfonos móviles facilitan la tarea, porque "cuando no existían solíamos escribir cartas" a policías, bomberos, aeropuertos, dotaciones de Protección Civil, bases militares, brigadas de salvamento "como la minera de Asturias" o la Unidad Militar de Emergencias que contribuyen con su colección. En España se cuentan "alrededor de 21.300 bomberos y 140 servicios" preparados para intervenir en emergencias, explica, agradeciendo la inestimable colaboración también del personal de la limpieza.

Entre las joyas que guarda Jon están "el famoso casco modelo Gallet en todos los colores, menos el naranja -que corresponde a Singapur- y el verde, junto con un casco en cuero de 1930 y otro de 1975 de oro viejo que sabemos que pertenecía a un chófer; los de los bomberos eran negros". Guarda con cariño "otro casco muy bonito de los bomberos de París que cambié por otros dos míos". De momento no ha contemplado la posibilidad de solicitar un local de exposición permanente, así que su propio uniforme preside el salón de su casa salvo en ocasiones como la feria del coleccionismo Bitxikiak, de Mungia.

Jubilado de la dotación de Bilbao después de 35 años, integra una asociación estatal y otra internacional de coleccionismo