ALMASEDA había programado una extensa agenda a mediados de marzo: la exposición con la que se presentaba en sociedad la asociación Bapore Atelier y la primera edición de los galardones a la cooperación concedidos por la asociación Nos unimos. La velada en el Klaret Antzokia iba a contar con una muestra homenaje como parte de los actos del 8 de marzo. El coronavirus se encargó de aplazar la convocatoria, pero no la actividad de la asociación Nos Unimos, que “no ha parado ni siquiera durante el confinamiento”, según explica su fundadora, Clementine Baza Bola.

Su propia experiencia de huida del Congo, donde nació, para buscar un futuro dejando atrás el sufrimiento de la guerra, la movió a poner en marcha hace más de cuatro años en la villa Nos unimos-Unissons-nous, una organización que “desde entonces ha evolucionado mucho”. Pretende contribuir a la unión vecinal desde el desarrollo sostenible, a la vez que se convierte en punto de apoyo para otras vecinas que, como Clementine, se sienten al principio algo perdidas en su nueva vida en Balmaseda. A los 9 años entró en el grupo de scout y juró servir a la gente más necesitada. Así, ha cooperado en el desarrollo en Camerún, Congo y Angola y ha viajado a otros países del continente “para investigar, conocer, acercar, hablar, tocar, descubrir dialogar y escuchar a la gente sobre la realidad que vive, encontrarnos en la zona de trabajo, observar sus dificultades sus luchas y el esfuerzo que cada uno hace para mejorar”.

Este año, la pandemia ha puesto a prueba la red de Nos Unimos. Durante el encierro “llevamos a cabo un acompañamiento a consultas a gente con discapacidad y problema mental, los acercamos en coche gratis, en colaboración con el Ayuntamiento y el grupo de Protección Civil”. Al reanudarse los desplazamientos con la desescalada pudieron retomar los cursos teóricos y prácticos de cultivo que ayudan a los participantes a trabajar sus huertos. Se trata de “un programa de Agenda 21 desarrollo sostenible para el cuidado del medio ambiente, alimentos saludables y huerto seguro en el que desde 2017 han tomado parte más de cincuenta alumnos”.

La técnica agraria Elixabete Bilbao ha impartido estas clases gratuitas, con el fin de que “toda la gente que tiene ya huerto convencional dé un paso hacia la agricultura ecológica”. Esta transición “repercute en las técnicas de cultivo” y supone que “se aprende a trabajar reutilizando materiales con los que conviven habitualmente, aprendiendo a hacer sus propios fungicidas o insecticidas con cosas que tenemos por casa o plantas que normalmente se manejan en lo doméstico y técnicas en la que no haga falta introducir nada químico o sintético”. Las clases se han ofrecido con un formato ágil “cinco días dos horas a la semana y el sexto de práctica “para facilitar que los asistentes lo compaginen con el trabajo “o el cuidado de los nietos en el caso de aitites y amamas; ha de ser algo les motive”.

Socializar

Se suele acercar “mucha mujer migrante; no solo aprenden técnicas de cultivo, sino que también se relacionan con los vecinos de la comarca y se enraízan aquí”. Nos unimos también ha ofertado talleres de costura, pintura o ropa tradicional. Encajan con el propósito de la asociación Nos unimos de contribuir a erradicar la pobreza y la desigualdad social y cultural.

Además, Clementine Baza Bola ejerce como agente del programa Tartekari Sarea de la Diputación para la orientación y apoyo a víctimas de maltrato junto con las presidentas de las asociaciones encartadas Entzutekoa de Zalla y Abesti Lagunak, de Karrantza. En representación de esta última, Alicia Varón cuenta cómo “nos hemos unido a través del respaldo social para que las mujeres sean conscientes de su situación si no saben dónde dirigirse o no se atreven a denunciar”. A veces cuesta porque “en los pueblos impera un poco la ley de la omertá cuando los barrios están muy dispersos”. En Balmaseda “reside mucha comunidad llegada de fuera y a veces pensamos en este tipo de culturas cuando se habla de sumisión de la mujer, pero eso también ocurre en nuestra sociedad”. En Karrantza “a través de los Lunes sin sol estamos encontrando una respuesta muy mantenida en el tiempo, además de que cada vez se acercan más hombres y vemos ese despertar de la conciencia”. Los tres colectivos forman un buen equipo: Clementine “pone el foco en la emancipación, empoderamiento a través de talleres de pintura, costura o el huerto” al igual que las actividades que desarrolla Entzutekoa, mientras que “nosotras a través del coro Abesti Lagunak apoyamos los Lunes sin sol y otros actos para concienciar”. “Nuestras educadoras nos aconsejaron que contactáramos con Nos Unimos, sintonizamos inmediatamente y después se unió Entzutekoa. Con Clementine mantenemos una conexión especial: apadrinamos a un niño y una niña dentro de los proyectos que desarrolla en África, le enviamos ropa... Actuamos también en Balmaseda cuando nos llaman y ella vino a dar una charla en Karrantza. Además, se han unido a los Lunes sin sol”, porque la repulsa contra los asesinatos machistas tampoco para con la llegada del coronavirus.

La fundadora y presidenta, Clementine Baza Bola, nació en el Congo, por eso uno de sus objetivos es ayudar a las mujeres migrantes

Junto con las agrupaciones Abesti Lagunak de Karrantza y Entzutekoa de Zalla colabora en la detección de malos tratos