Desde la atalaya de su cuartel general en las proximidades del barrio de Santa Juliana en Abanto Zierbena, los responsables de la empresa J.M. Vigiola, con una trayectoria de más de 50 años al servicio del transporte escolar y empresarial en Bizkaia, observan con cierto recelo la vuelta al colegio prevista a partir del próximo lunes. “Para nosotros como sector, la vuelta a la actividad escolar es la luz al final del túnel después del varapalo que supuso el cierre administrativo de los centros escolares con motivo de la pandemia del coronavirus y nos hemos adaptado para garantizar que nuestros autobuses sean un entorno seguro para los usuarios”, reseña una portavoz de la empresa abantoarra que asegura que “gran parte de nuestra facturación anual está relacionada con este sector por lo que cualquier medida institucional sobre el mismo tiene una profunda repercusión en nuestras empresas”.

No en vano, el decreto de alarma estatal del mes de marzo supuso la paralización de los 45 autobuses de la flota con la que a día de hoy cuenta esta empresa familiar. “La medida fue sorpresiva y nos obligó a tomar vías de regulación de empleo de nuestros trabajadores ya que nuestros ingresos dependen de que nuestros autobuses estén en funcionamiento. Si no hay viajes, no hay ingresos y el cierre de los centros nos puso de un día para otro a los pies de los caballos”, reseñan desde esta empresa a la vez que lamentan que “si escuchas al Gobierno vasco se han concedido ayudas y ayudas a todos los afectados pero nosotros aún estamos a la espera de recibir un euro para compensar un parón que nos fue impuesto”.

Seguridad

Mientras llegan los apoyos económicos oficiales, a esta empresa que a diario se encargaba de acercar y devolver a sus casas a los alumnos del CF Somorrostro procedentes de Castro Urdiales y de las localidades cercanas como Ontón, lleva casi dos meses desarrollando su propio protocolo de seguridad con el que garantizar la higiene y salubridad de los escolares que deberá trasladar. “Nosotros realizamos cuatro servicios diarios a Cantabria lo que supone trasladar a cerca de 200 alumnos de esa comunidad autónoma”, destaca la portavoz de la empresa quien significa que “por ello estamos en una encrucijada normativa que nos lleva a extremar las medidas de higiene sanitaria de nuestros vehículos. Siempre se han limpiado nuestros autobuses después de cada servicio pero ahora hemos tenido que reforzar el capítulo de la desinfección, vía ozono”. Una situación que supone un sobrecoste a la dinámica habitual de la empresa que difícilmente puede trasladarse al usuario aunque como remarcan desde Vigiola “nos queda la satisfacción de que el autobús es un entorno seguro” para todos aquellos pasajeros que viajen.