Al final de la jornada algunos se sientan agotados a esperar a que sus familiares vayan a recogerlos. Han pasado toda la mañana practicando paintball después de una noche de acampada en las instalaciones de Kide Enkarterri en el barrio Ibarra de Zalla. La empresa continúa con sus actividades de colonias de verano en julio y agosto para niños con edades comprendidas entre los 3 y los 11 años y la semana pasada retomaron las celebraciones de cumpleaños, siempre con todas las precauciones para evitar contagios por coronavirus.

El fin de semana del 18 y 19 de julio resultó “un poco estresante” para Janire González de San Vicente cuando trascendió que Osakidetza recomendaba suspender udalekus ante la expansión de la epidemia en Euskadi. Tras consultar con el Ayuntamiento “aplazamos la actividad de laser tag que íbamos a organizar en colaboración” y las colonias a título particular continúan. “Saben que mantenemos las medidas de seguridad”, señala.

Dos monitores por grupo no pierden de vista a los participantes de Zalla, Balmaseda, Sodupe y Güeñes, repartidos en tres bloques de edad: “de 3 a 5 años, de 6 a 8 años y de 9 a 11 años” en sus excursiones a la cercana área recreativa de Bolunburu, juegos musicales, cuentacuentos o visitas de la patrulla canina. Hace pocos días retomaron las reuniones de cumpleaños, que pueden contratarse “con o sin monitores y actividades asociadas”. Lo más demandado “es el alquiler de la carpa” instalada en la sede de Kide.

Los udalekus han formado parte del programa “desde el principio, primero con la ikastola Zubi Zaharra de Balmaseda”. Una asignatura de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte convenció a Janire, que ha sido entrenadora de fútbol, de orientar su futuro hacia la organización de eventos de esparcimiento en un entorno natural, para lo cual recibió asesoramiento del behargintza encartado en 2014. La idea, reproducir “los cumpleaños de nuestra infancia con actividades sencillas. En la temporada de invierno “trabajamos más en talleres con ayuntamientos, vamos mucho a Zierbena, Laudio o Valle de Villaverde en Navidad y Semana Santa”.

Abuelos, padres, hijos y monitores se acercan a las instalaciones, renovadas durante el parón, con mascarilla. Los pequeños han interiorizado el mensaje de prevención que también recuerdan carteles por el recinto. Sin clases presenciales, sin poder abrazar a sus mayores ni amigos, poder divertirse al aire libre ha supuesto todo un soplo de aire fresco. “Sienten que, de alguna manera, recuperan lo que era su normalidad”, valora Leyre Sáez, madre de dos niños, de 7 y 10 años. El pequeño asiste a los campamentos de Kide. El mayor estaba apuntado a otro de fútbol, pero en este caso “sí se ha suspendido”. Leyre es andereño, así que “en casa no tenemos problema de conciliación”. Los niños “echaban de menos socializar, están felices de venir”. Además, confían en que “aquí se aplican todas las medidas de seguridad”. Poniendo en la balanza, gana “lo bien que les viene”.

No aislarse Coincide la también zallarra Sandra Linaza. La actitud de su hijo “ha cambiado completamente en comparación a cuando está en casa, los meses de marzo a junio se les han hecho muy duros” y, ahora tampoco podemos aislarnos”, asegura, con la tranquilidad de que “en el campamento de Kide toman precauciones sanitarias”. Su pareja “teletrabaja y yo puedo salir antes para venir a buscar” al niño, de forma que “creo que este año sobreviviremos”. Ya se verá cómo cambia su rutina en septiembre, cuando toquen a su fin las vacaciones escolares.