- Hay personas en la vida de todos los pueblos que son importantes, las hay que son esenciales y también las hay incluso imprescindibles. En Muskiz tienen la suerte de contar con un vecino, Guillermo Higuera Quintana, al que es difícil no encuadrar en alguna de estas categorías. No en vano, Guillermo es una persona importante para la vida sociocultural del municipio minero donde dirige desde hace más de 20 años la agrupación Jarraitzen Dugu Txistu Taldea o más recientemente el grupo de trikitixa, pero además ha resultado esencial para la agrupación de los Txikiteros de Muskiz que bajo su batuta han llegado a un nivel de empaste y calidad vocal destacados, pero sobre todo es imprescindible porque es un incansable defensor y difusor de la cultura musical tradicional vasca.

"En Jarraitzen Dugu ya teníamos todo preparado para nuestro concurso anual de txistu que iba a reunir en esta 15 edición a más de 80 txistularis y grupos de metal y claro se ha quedado todo aplazado hasta el año que viene", apunta Guillermo cuya última "hazaña" ha sido la de servir con su música de apoyo anímico a sus vecinos del entorno de la plaza de la ikurriña en Muskiz, en la que confluyen viviendas de la calle Giba -las de Lutxo donde él vive-, parte del grupo Sobalbadun y de la trasera de Antonio Trueba.

Ellos han sido testigos de su compromiso diario durante 48 días seguidos por ofrecerles un concierto de txistu y tamboril con el que amenizar los minutos posteriores a la salva de aplausos que a las ocho de la tarde se tributa a diario a los sanitarios y otros profesionales que están en primera línea de la atención de la pandemia del coronavirus. "Decidí pararlo cuando se anunció la relajación del confinamiento con lo cual la gente ya podía salir a pasear y hacer deporte, algo que hasta entonces no era posible y por ello los conciertos tenían más sentido", señala Guillermo quien reconoce que en estos días más de un vecino le ha preguntado por el cese de los conciertos.

"Una noche salí a dar un paseo con el perro y me paró una señora mayor para agradecerme los conciertos y venía con un paquete de regalo para mí. Yo le dije que lo que hacía era porque me gustaba y por ayudar a la gente a sobrellevar el confinamiento. Resulta que la señora se había enterado que me gusta fumar Rosslis y me regalo una caja envuelto y todo", rememora este operador de Petronor que ha grabado y subido a su Facebook gran parte de sus conciertos ya que, reconoce, "los primeros días no me di cuenta y no los grabé. Al final, con ayuda de mi mujer, me decidí por grabarlos y subirlos para que la gente pudiera escucharlos", comenta Guillermo quien destaca que cada día era diferente. "Cada día daba un concierto diferente, lo que representaba un esfuerzo importante porque no solo introducía temas del repertorio de Jarraitzen Dugu, que es muy amplio, sino obras que no solo llevaban txistu y tamboril y que se acompañaban de percusión o bajos, etcétera. Pero bueno lo he hecho con mucho gusto", subraya Guillermo.

Incluso intentó que alguno de sus alumnos se apuntara a hacer lo mismo en su zona "hablé sobre todo con uno pero me dijo su padre que no se atrevía, que se veía un poco cortado para salir al balcón". Los que no se cortan ni un pelo son los Txikiteros e Muskiz, con los que colabora activamente Guillermo desde hace varios años, sino que aquí el problema fue la tecnología.

"El grupo de txikiteros está en contacto pero el uso de la informática no es el fuerte de la mayoría así que desistimos aunque hubiera podido quedar algo majo", señala este melómano que al igual que sus vecinos lamenta que el coronavirus, a demás de los efectos sobre las personas, haya sumido la cultura popular y las fiestas en stand by. No obstante, Guillermo grabó una parte de la obra Txolope etxea para animar a sus amigos txistularis de Orduña por los otxomaios del pasado jueves 8.