Ojito derecho del turismo familiar, deportivo, gastronómico y cultural de los Montes de Triano, que atrae cada año a miles de vizcainos, el antiguo poblado minero de La Arboleda está viviendo momentos aciagos como consecuencia del estado de alarma decretado por el Gobierno central en respuesta a la pandemia del coronavirus. Ni siquiera la esperada y animada salida ayer a las calles de los más pequeños de la casa, fruto de la programada desescalada del confinamiento sanitario instaurado a mediados de marzo, logra combatir el escepticismo general de los vecinos de la zona alta de Trapagaran en la que residen cerca de 800 personas diseminados en los núcleos de La Arboleda, Larreineta y Barrionuevo.

"En La Arboleda la gente es luchadora y no se echa atrás fácilmente, pero está claro que en esta mano pintan bastos", resumen varios representantes del tejido económico del enclave consultados por DEIA, en el que la hostelería tiene una presencia abrumadora. Representantes que, además, piensan que "el tapete en el que nos está tocando jugar es verde, pero no color esperanza sino verde color propaganda porque las ayudas que están planteándo te ponen colorado". "Somos los últimos y lo que se necesita es una moratoria para que el comercio empiece generar ingresos", plantea Iñaki Zamarripa propietario de un restaurante.

Cadena

Si se fija la mirada en los números, La Arboleda cuenta en la actualidad con más de una veintena de comercios y servicios de los que tan solo siete permanecen abiertos: el ultramarino La Mina, la quesería Elsa, dos carnicerías, el kiosco de prensa, la farmacia y un cajero exterior de Kutxabank. Al otro lado, la hostelería que cuenta actualmente con 12 establecimientos, cerrados desde el 14 de marzo, y otros cuatro cerrados antes del covid-19 lo que supone una importante afección directa al resto de negocios. "Tengo 83 años y recuerdo bien las calamidades que pasamos en aquella época en La Gorriga y esta crisis mira que de alguna forma me la recuerda", analiza Elsa Sanz a la puerta de la quesería familiar que primero llevaron sus padres y ahora llevan sus hijos. "Gracias a Dios nosotros tenemos reparto en diferentes tiendas que son clientes de toda la vida pero qué duda cabe que al estar los bares y restaurantes cerrados la venta cae", destaca Elsa.

No tienen el mismo margen de maniobra las dos carnicerías del pueblo que nutren a los vecinos y a una hostelería famosa, entre otras viandas, por sus alubias con sacramentos. "No es lo mismo vender 200 morcillas a la semana que 20", pone como ejemplo Txema Gonzálvez, quien lleva siete años como inquilino al frente de este negocio. "He de reconocer que el casero está siendo comprensivo", apunta Txema. Algo que comparte la hostelera Conchi Martínez que reclama medidas de apoyo "porque sino tenemos que bajar la persiana y devolver las llaves y tal como va la cosa, la crisis no solo va a afectar a este año en el que casi seguro no podrán celebrarse ni las Magdalenas ni la feria de ganado sino porque va aumentar el paro y tampoco el personal va a tener dinero para la hostelería como antes".

También el supermercado La Mina ha notado un ligero descenso tras el confinamiento, aunque su gerente destaca que ha hecho "un sobre esfuerzo para que en nuestra tienda no se produjera ningún desabastecimiento. Me he movido por todos los lados para que los vecinos tuvieran de todo dada la dificultad de movimiento incluso con productos que en otros lados desaparecían", asegura. Quien ayer amaneció con otra chispa fue la encargada del pequeño kiosco de La Arboleda quien tuvo la oportunidad de reencontrarse con sus mejores clientes, los niños, que ayer fueron los reyes de la calle.

"Con 83 años he vivido alguna crisis dura y esta del cononavirus me la está recordando"

Quesería

"Lo que se necesita es una moratoria para que el comercio empiece generar ingresos"

Hostelero

"El cierre de la hostelería nos ha supuesto una importante merma en los ingresos"

Carnicero

"Seremos los últimos en salir y con la crisis y el paro el personal no va tener dinero como antes"

Hostelera