Con 16 polígonos industriales, Trapagaran es uno de los municipios más industrializados de Ezkerraldea, lo que le convierte en un referente de las consecuencias económicas del coronavirus. Una pandemia que trastoca la vida de los trapagarandarras a los que el Ayuntamiento atiende en los frentes asistencial y económico. Ya estudian medidas para el contribuyente.

A la vista de los datos de contagios en Meatzaldea, Trapagaran con apenas 12.000 habitantes presenta unos datos muy elevados proporcionalmente. ¿A qué cree que se debe?

—Es difícil responder a esos números. Al menos vemos que en las últimas jornadas se están estancando. Parece que estamos llegando al pico de contagios, aunque hay que ser prudentes porque es un tema desconocido. Y es difícil porque por un lado no se puede hablar de que hay un foco, núcleo o una zona de especial incidencia. Los afectados son de casi todos los barrios, aunque por habitantes la zona centro de El Valle es la que más gente contabiliza al ser la más poblada. Por otra parte, desde el inicio del confinamiento el comportamiento de los vecinos ha sido ejemplar, como demuestran los datos de las denuncias y los comportamientos incívicos, más palpables en los primeros días. Solo cabe estar a lo que dictan las autoridades sanitarias para superar el virus.

Una epidemia que tiene también un importante sesgo económico negativo para el futuro de la localidad. ¿Cómo observan esta afección?

—En un primer momento con el confinamiento se cerraron servicios públicos como el polideportivo, las piscinas, gimnasio, bibliotecas, etcétera, que no van a tener consecuencias en las arcas municipales, pero los que sí van a tener son las de prestación de servicios, como el SAD, que seguimos atendiendo, o el hogar de jubilados, que tiene un arrendatario.

De todas formas, parecen afecciones menores, ¿no?

—Sin duda, porque eso no tiene nada que ver con el panorama que se nos abre en nuestro comercio, hostelería y nuestras pequeñas empresas, ya que, como me transmiten sus representantes, están esperando a ver hasta cuándo va a seguir así el tema con las persianas bajadas y por desgracia en ese sentido nosotros no somos adivinos. Tenemos la misma incertidumbre que los ciudadanos. Inclusive tenemos una mezcla de decretos y medidas todavía asimilando para ver cómo actuar en consecuencia tras el fin de la alarma. De momento estamos decididos a que todos los premios de actividades en las que colaboraba el Ayuntamiento no se den en metálico, sino en bonos de compra del comercio local. Incluidas las fiestas patronales de agosto, si es que se pueden celebrar.

Una alarma que con ERTE y cierres temporales pone en aprieto a trabajadores y contribuyentes.

—Es un tema muy delicado porque antes de la crisis teníamos una serie de empresas importantes, como MSF, Bombardier, Alju, Nervacero o Productos Tubulares, a las que hay que dar una respuesta rápida para que puedan seguir con su actividad, de la que dependen muchos puestos de trabajo directos e indirectos. Por supuesto deberán implementar las medidas necesarias para la garantía de la salud de los trabajadores.

Aunque estas empresas abran, el efecto del parón será sensible en las cuentas de Trapagaran.

—Sobre todo por los fondos que nos adelanta a cuenta Udalkutxa. Este año nos tocará devolver salvo medidas excepcionales y en la otra parte están nuestros vecinos y los impuestos. De momento hemos decidido aplazar el pago del impuesto de vehículos hasta el final de esta crisis y estudiaremos algunas medidas más. De hecho teníamos ya el borrador de presupuesto que ahora habrá que revisar porque ante todo el esfuerzo principal es la atención de las personas como con las AES y servicios como el de intervención socioeducativa.