DURANTE su servicio militar en el Baztán, Ismael Fidalgo se sintió casi como en casa. No solo por los paisajes que le remitían a los aires mineros de Enkarterri y Meatzaldea, sino por las amistades. De las jornadas pintando al natural perviven obras como las que conforman la exposición que acoge el Colegio Mayor Belagua -en el campus de la Universidad de Navarra en Iruñea- hasta el 13 de marzo. Se trata de 18 cuadros correspondientes a nueve artistas: además de Fidalgo, José Mari Apezetxea, José María Rezola, Kepa Arizmendi, Xavier Soubelet, Ana María Marín y Tomás Sobrino, así como los también encartados Marcelino Bañales y Ángel Aja.

La muestra pretende ser un homenaje a los encuentros pictóricos que inició el pintor nacido en Sopuerta en 1928 y fallecido en 2010 en Trapagaran cuando la suerte quiso que le destinaran a Elizondo, veladas que continúan en la actualidad "con la atracción que sienten por el paisajismo pictórico que nace, sin duda, del encuentro de todos ellos en el inspirador valle de Baztán", señalan los comisarios de la exposición, Nicolás Fabregat y María Díaz y su coordinador, Ignacio Perlado, en el material informativo que pueden consultar los asistentes.

En el debut de una muestra colectiva a cargo del espacio La Puerta Gótica del Colegio Mayor Belagua en sus siete años de andadura, explora el fruto de aquellas primeras salidas a finales de los años cuarenta que compartieron Fidalgo "y los baztaneses José María Apezetxea y Ana Marín", a partir de las cuales el soportano "actuó como un imán al atraer al Baztán a otros creadores vizcainos: a él se debe el aporte del geometrismo constructivo a lo Cézanne que desde ahora se conjugará, en menor o mayor medida, con la dulzura característica del valle".

Estudió pintura en la Academia Libre de la Asociación Artística Vizcaina en Bilbao en 1946 y el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1954, "donde obtuvo un Premio de Honor y a través del pintor Agustín Ibarrola, conoció al escultor Jorge Oteiza, a quien ayudó a modelar figuras de barro en su estudio de Madrid". Entre medias había regresado a Elizondo, "donde compartió estudio con el pintor José María Apezetxea y formó un grupo de paisajistas con la pintora Ana María Marín y los por él atraídos Agustín Ibarrola y Norberto Ariño de Garay, ambos vizcainos, que aportan al grupo su versión geométrica y constructiva tomada de Cézanne, Arteta y Vázquez Díaz". En 1951 entró a formar parte en el grupo Joven Pintura Bilbaína y "su interés por divulgar el arte entre las poblaciones industriales y mineras del gran Bilbao le llevó, en 1962, a promover la creación del grupo Estampa Popular de Vizcaya". Considerado "el pintor minero de San Salvador del Valle, por reflejar el mundo de Ortuella, Gallarta, Sopuerta, Sestao, Barakaldo, donde el suburbio gris, la pasarela metálica, el humo de las fábricas y la tierra agredida por la explotación del hombre se convierten en protagonistas; Fidalgo es parco en los temas, austero por los graves colores empleados y consistente en la definición de los volúmenes". Una figura de indudable talla artística y personal que protagonizó una retrospectiva en el Museo de las Encartaciones en 2012 con un centenar de sus cuadros.

Dentro del panorama artístico de la época en Enkarterri y Meatzaldea "todos hemos ido con Fidalgo al Baztán, yo una vez pasé dos semanas", recuerda el también participante en la exposición Ángel Aja. Le conoció "en la fábrica de la Babcock Wilcox en 1978" cuando él "ya había estado en Madrid con un estilo completamente diferente" y lo inculcó a sus amigos navarros mientras germinaba otra agrupación artística en Bizkaia que tomaría, La Balco, que tomaría su nombre de la fábrica. Elizondo "es un municipio con un movimiento cultural increíble, donde han llegado a coincidir veinte exposiciones al mismo tiempo". Sus paisajes remiten "a mi Karrantza natal: con lomas suavizadas, sin industria, muchos prados y ganado" a quien se define como "el último eslabón de aquella época en Bizkaia y Enkarterri".

Siempre del natural Nacido en 1954, Ángel Aja ha desarrollado una amplia carrera con hitos en los que Ismael Fidalgo tuvo un papel, como "cuando recorrimos el Camino de Santiago pintando". Además, plasmaron en La Reineta un mural que toma inspiración del entorno de las minas, se involucraron en la conmemoración del centenario de Altos Hornos, y viajaron por La Rioja, Castilla, Toledo o Asturias "pintando siempre del natural". También trató a Marcelino Bañales, (Zierbena, 1942-1990) cuya obra dejó huella en Madrid, Pontevedra, Cádiz o Lisboa. Durante la década de los setenta compaginó su participación en certámenes pictóricos con salidas por el Baztán, entre otros lugares, y exposiciones que exhibieron su particular visión en Paisajes de Baztán, que albergó el Ayuntamiento de Elizondo en 1976 y ese mismo año, en la muestra llamada Pintores de las minas en la kultur etxea de Portugalete antes de realizar tres murales de gran formato en 1977 a modo de tributo a la vida en la explotación de mineral.

"A pesar de la diferencia de edad y su propia personalidad pictórica, tienen en común la atracción por el paisajismo pictórico", elogian los responsables de la exposición que se puede visitar en Iruñea. Junto a la representación encartada se pueden admirar las obras de José Mari Apezetxea (1927-2017), artífice con Ismael Fidalgo del estudio de Elizondo que alumbró tanta creatividad. También se puede admirar el trabajo de José María Rezola (1917-2000), Kepa Arizmendi (1957-2009), Ana María Marín (1933), Xavier Soubelet (1953), consagrado a la poesía y la composición de canciones hasta que descubrió la pintura relativamente tarde, en 1975 y Tomás Sobrino (1953)